Hace algunos años mientras preparábamos nuestra mudanza familiar para estudiar en Colorado, mi hermano sacerdote aceptó ayudarnos, su única petición fue poder celebrar Misa todos los días. Inmediatamente busqué en internet el templo más cercano a nuestra nueva vivienda, y resultó ser la parroquia universitaria de Blessed John XXIII, dónde llegamos a dar gracias, y continuamos asistiendo en familia durante el doctorado.
La vida en esa parroquia que da servicio a la Universidad Estatal de Colorado marcó nuestra vida familiar de manera imborrable, permitiéndonos ser parte de una pequeña comunidad de cristianos que se destacaba por su acogida; donde convivíamos ancianos, familias y jóvenes estudiantes en la catequesis, liturgia, oración y apostolado.
El primer contacto que recuerdo con el “Papa bueno” fue al leer los documentos del Concilio Vaticano II y enterarme que él lo había convocado. El Concilio es un evento que recién festejamos en sus 50 años con el año de la fe convocado por el Papa emérito Benedicto XVI a través de la Porta Fidei, y que además de marcar mi vida espiritual, sigue proveyendo de múltiples beneficios a toda la Iglesia.
En Julio del año pasado, se anunció la canonización de los papas Juan Pablo II y Juan XXIII, en el caso de éste último, con la particularidad de la dispensa del Papa Francisco de un segundo milagro, posteriormente se anunció la fecha para la ceremonia que se realizará en menos de un mes, el próximo 27 de Abril en Roma.
La convocatoria del Concilio, y la publicación de sus encíclicas: Mater et Magistra donde abordó la actualización de los temas sociales; y Pacem in Terris con el tema de la paz entre las naciones, esta última presentada poco menos de dos meses antes de morir, quizá sean los eventos más recordados del pontífice, y que lo convirtieron en una de las figuras más importantes de la Iglesia y el mundo del Siglo XX.
Durante su beatificación en septiembre de 2000 el Papa polaco dijo: “Contemplamos hoy en la gloria del Señor a Juan XXIII, el Papa que conmovió al mundo por la afabilidad de su trato, que reflejaba la singular bondad de su corazón.” Y como ocurre con muchos santos, quizá los rasgos más importantes de su vida que destacan su santidad son poco conocidos, y estos son los que la comunidad debe conocer para que sirvan como ejemplo de vida.
Angelo Giuseppe Roncalli, un niño que un día se acercó a su madre y le dijo: “Yo quiero ser un pobre cura de pueblo” recibió la respuesta maternal: “Pobre y de pueblo ya eres, ser cura, ya veremos”. De una familia pobre de campesinos, mediante becas para sus estudios, finalmente fue ordenado sacerdote y posteriormente Obispo, después fue nombrado Nuncio apostólico, Cardenal y Papa.
Este gigante cristiano que fue agente sanitario durante la primera guerra mundial, y protector de refugiados y judíos durante la segunda, tuvo muchas responsabilidades de carácter diplomático, donde su sencillez y mansedumbre lograron restaurar relaciones en lugares, comunidades y personas de profundos conflictos.
Una de tantas enseñanzas que este próximo santo nos dejó, fue su experiencia de valores familiares: “Las pocas cosas que he aprendido de vosotros en casa -escribió a sus padres- son aún las más valiosas e importantes, y sostienen y dan vida y calor a las muchas cosas que he aprendido después”.
Afabilidad, sencillez, oración, mansedumbre, servicio, paz, visión profética, y enseñar con su ejemplo y trato, son la forma de vida que nos propone el patrono de mi antigua parroquia universitaria esta cuaresma como camino de transformación personal, un hombre que con sus acciones y escritos ha ayudado a transformar el mundo en Cristo Jesús.
Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez
Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.
Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»
Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).