Mi amigo Carlos José el santo

Mi amigo creció en un lugar muy parecido a donde yo crecí, en un pueblo pequeño con un bosque cercano y un río, aunque en donde yo crecí, el río está un poco más lejos. A él al igual que a mí, nos gustaba jugar futbol de niños, él era más atlético que yo, y disfrutaba jugar en la portería. Su mamá murió cuando él era muy pequeño aún, y su hermano mayor también murió siendo el adolescente; finalmente quedó huérfano también de padre al cumplir los 20 años.

Nuestra amistad fue muy curiosa, en toda nuestra vida nos vimos sólo en seis ocasiones, y sin embargo, su personalidad, sus charlas y sus cartas realmente transformaron mi vida. Un placer que también compartimos fue la lectura y el amor por las artes, a pesar de que yo intenté alguna vez la música, nunca perseveré, el prefirió el teatro y la literatura, gracias a eso pude disfrutar mucho de sus escritos.

Otro aspecto que nos identificaba era el amor por la naturaleza, los pueblos donde crecimos nos permitieron a ambos tener un contacto cercano con el campo, el agua y la montaña, y también el gusto por el clima frío, ambos disfrutamos de las caminatas en el monte con los amigos, y coincidíamos en que son momentos y espacios especiales para la oración.

Esta semana nos toca celebrar a los amigos de Jesús: los santos, esas personas que han respondido a través de la historia a su amor con reciprocidad, que le han seguido durante su vida y han manifestado a otros la presencia real de Jesús en el mundo, por sus obras, su testimonio y sobre todo por su amor.

Y un día después la Iglesia nos invita a celebrar y orar por nuestros amigos y familiares difuntos, algunos de ellos santos sin duda. La tradición de honrar a los muertos es una tradición muy mexicana porque hunde sus raíces en las dos principales vertientes que definen nuestra cultura, las prehispánicas y la cristiana.  En la prehispánica el tránsito hacia el inframundo o los cielos, y en la cristiana hacía el infierno o la resurrección, en ambos casos la trascendencia.

El 22 de octubre tuve muy presente a mi amigo Karol Józef en la eucaristía, a quién la Iglesia celebró como Beato por última vez, ya que el próximo 27 de Abril será anunciado el día en que lo recordaremos como santo. Yo lo recordaré también ésta semana como amigo de Jesús -a quién él me hizo conocer de una manera distinta- con todos los santos, y también lo recordaré el día siguiente junto con los demás fieles difuntos.

Sin duda esta semana es para vivir en comunión con la Iglesia purgante, la Iglesia triunfante y la Iglesia militante. Una bella oportunidad para afirmar la convivencia con esa gran comunidad que trasciende los límites que impone la muerte. Con la certeza que nos da El Verbo Encarnado que con su resurrección venció a la muerte y nos da nueva vida.


Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez

Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y aprendiz de bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.

Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»

Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).

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2 comentarios

  1. Dentro del Movimiento Juan XXIII, hay una actividad semanal que es llamada «La Escuela de Formación» (Formación, para muchos de los retiristas, de forma abreviada). En la clase que estoy tomando este año nos pidieron que preparásemos una sinopsis sobre el santo o santa, cuyo nombre llevamos. En mi caso mi nombre esta compuesto por dos nombres: Carlos y José. Por deferencia al Padre Putativo de Jesús no quise hacer mi escrito sobre San José. Y aun, cuando pudieran existir varios San Carlos, para mi el más conocido es San Carlos Borromeo. Mayúscula sorpresa la que me lleve, cuándo al colocar en el buscador «San Carlos» solamente, por aquello de que pudieran haber otros San Carlos, y el ordenador me presenta como una de la opciones a «San Carlos José». Debo admitir que no lo podía creer. Hambriento de por conocer todo lo relacionado con «San Carlos José, devoré el narrativo que presenta en su «blog». No dice usted allí que exista en el Canon de La Iglesia tal santo, sin embargo la profunda simpleza con que usted reseña la amistad y relación con su amigo ha dejado en mi un ápice de esperanza de que algún día podamos conocer más de santo amigo.

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