¡La Paz esté con ustedes!

El miedo, el temor a la persecución y a la muerte cruenta dominaban a los discípulos de Jesús que recién había sido públicamente torturado, humillado, clavado en una cruz hasta dejarlo morir por asfixia, una vez que el dolor y el cansancio lo vencieron y ya no pudo apoyarse en los clavos de los pies para erguirse y poder respirar, una muerte tremenda.

¿Y quién no estaría huyendo, escondiéndose lleno de miedo, si incluso su admirador y defensor más rudo y fiel, Pedro, lo negó delante de las mujeres que lo acusaban de ser uno de sus discípulos? El mismo que había sacado la espada para defenderlo en el Huerto de los Olivos, cuando aún Cristo se veía como el líder poderoso que hacía temblar a quienes lo iban a capturar.

¿Y cómo creer a las mujeres que dijeron ver al Ángel en el sepulcro, o al Maestro resucitado? En la cruz todos lo vieron morir, pero como dice el pregón pascual “¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos.” Los discípulos encerrados, escondidos, temerosos, a pesar de los dichos de las mujeres y los discípulos de Emaús, porque la evidencia de la muerte era manifiesta pero no así la Resurrección.

Cristo se presenta en medio de ellos y antes de mostrarles las manos y el costado les dijo: “¡La paz esté con ustedes!” (Jn 20, 19-31) todos pensamos que el único incrédulo era Tomás que no estaba en esa primera ocasión, y que para creer exigía ver y tocar a Jesús de la misma manera que lo hizo con los demás apóstoles, sin embargo, ellos tampoco habían creído “sin ver” antes a Jesús.

Luego Jesús les repitió: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes». Primero sanarlos de sus temores e incertidumbres para inmediatamente después enviarlos a predicar el Evangelio, esa es la historia de todo encuentro con Dios Hijo desde entonces, aceptar la paz que Dios brinda e ir a transmitirla a otros.

¿Cuáles son nuestros miedos? ¿Quedarnos sin trabajo o ingresos por oponernos a la corrupción? ¿Arriesgar la integridad física o incluso la vida por denunciar injusticia? ¿Ser insultado u objeto de burlas por negarse a la venganza, a la violencia, a la tranza? ¿Perder nuestra imagen “políticamente correcta” por atrevernos a denunciar lo que está mal?

¿Qué significa: “La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos.”? (Hch. 4, 32-35) ¿Será necesario que la vida del cristiano esté movida por la solidaridad y la preocupación por las necesidades de los demás? ¿Cuáles son las implicaciones de recibir la paz de Dios y ser enviado?

No es fácil creer, menos cuando nuestros miedos fortalecen nuestras dudas y desconfianza, por eso la Pascua es un tiempo para que al recibir la Paz de Dios podamos perder nuestros miedos y animarnos a salir a llevar la paz a otros, animarnos a dar confianza a otros, animarnos a caminar y dar razón de nuestra Esperanza con nuestra vida, y si es necesario ”incluso con las palabras”.

Hay dolor, sufrimiento e indignación en muchos lugares, existe mucha gente encerrada bajo llave con muchos miedos, en la familia, en el trabajo, en la política, y es ahí en donde hay que hacerse presente para llevar el saludo de paz, la solidaridad con los demás y la certeza de la Resurrección. Que nuestra actitud dé vida al saludo de esta temporada: ¡Feliz Pascua de Resurrección!


Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez

Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.

Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»

Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).

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