Era la primera vez que esa familia se reunía virtualmente a través del WhatsApp. Entre chat y chat se pactó quien llevaba las botanas, quién hacia los personajes de la posada, los tamales, los ponches, las hojitas de los cantos y reflexiones. Las familias que viajaban de fuera iban dando cuenta de sus avances en el viaje, mientras los que esperaban hijos anunciaban la ubicación de los viajeros de acuerdo al GPS de vuelo. La clave del grupo era simplemente Posada Navideña.
Era un frío invierno como todos los de la sierra de Chihuahua, y sin embargo es uno de los más cálidos que recuerdo. La estudiantina que había formado Don Justo Goizueta Obispo de San Pedro y San Pablo Madera, amenizaba con sus villancicos la posada popular que culminaba en la casa de Sarita. Y ahí, los costales de cacahuates, naranjas, y colaciones, repartidos en las bolsitas de papel a incontables niños que se reunían alrededor del pesebre, con olor a pino natural, memoria de oraciones, y la felicidad de una comunidad cristiana celebrando la Inocencia y el Amor en el Niño Dios.
Se acercaba la última Navidad del Señor Villarreal, aquél filósofo que desde Ciudad Juárez siguió las discusiones completas del Concilio Vaticano II, consignadas en la prensa europea que él veía la manera de conseguir, ¡décadas antes de que existiera internet! Y me invitaba a leer un artículo de un jesuita en el New York Time,s que reflexionaba sobre la perfección literaria de la historia del nacimiento de Cristo. Y seguía la invitación al dialogo de ese ávido peregrino de la Verdad, con un Habermasiano ¿Qué opinas?
Acabando la cena de Navidad con los familiares llegó a terminar de envolver los regalos para el hijo mayor, y como ya era de madrugada, empezó a terminar de arreglar pendientes del quehacer, había estado sintiendo algunas contracciones, así que sospechaba que al amanecer del 25 iría a dar a luz al hospital, ya no durmió esa Nochebuena. Nacería así en fecha memorable, una hija de Dios reservada desde toda la eternidad para ser signo de los regalos del Señor.
Cuantos momentos solemnes vivimos durante la celebración del nacimiento de Jesús. Reflexiones y oraciones compartidas en familia, que son ocasión de encuentro interpersonal. Encuentros promovidos por el Hijo de Dios, oportunidades de encontrar en el otro a ese Jesús que sigue buscando y saliéndonos al encuentro.
Que el Dios Niño nos bendiga y nos transforme en esta Navidad. Sabedores de que el tiempo es superior al espacio, dejemos que éste encuentro no sea solo una anécdota o un bello recuerdo, sino que sea el inicio de un proceso de conversión lleno de esperanza.
Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez
Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y aprendiz de bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.
Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»
Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).
lindas historias lindos recuerdos, que aunque no nacimos en el 25 de diciembre, aun asi seamos regalo para todos los que nos conocen
Muy hermosa historia, gracias por compartirla.