Libros Proféticos

Normalmente se piensa que el profeta es un adivino, un futurólogo o un visionario. Sin embargo, el profeta es el hombre llamado por Dios de manera especial para ser enviado a una misión concreta en su nombre.

1. ¿Qué es un Profeta?

Normalmente se piensa que el profeta es un adivino, un futurólogo o un visionario. Sin embargo, el profeta es el hombre llamado por Dios de manera especial para ser enviado a una misión concreta en su nombre. Esta misión tiene carácter social porque se realiza en medio del pueblo y en su favor. Por medio de la palabra, el profeta critica y denuncia la manera desviada de vivir, pero también invita a la conversión, anuncia la salvación y llena de esperanza a la comunidad de los creyentes.

2. ¿Cuántos tipos de profetas conoce la Biblia?

Desde luego varios, y puede decirse que el siglo VIII a.C. marca en la historia bíblica dos maneras diferentes de ser profeta:

Antes del siglo VIII. Puede considerarse a Samuel como el primer profeta (finales del siglo XI a.C.). Este dato revela que el profetismo nace con la monarquía. A lo largo de estos primero siglos existen tres tipos de profetas:

– Los profetas relacionados con la corte: están siempre cerca del rey e intervienen en los asuntos y las intrigas políticas. Natán y Miqueas, hijo de Yimlá, son dos ejemplos.

– Los grupos de profetas, que suelen moverse en torno a un gran maestro (Samuel, Elías o Eliseo) y actúan poseídos por el espíritu de Dios, alcanzando el éxtasis meditante la música, la danza y la gesticulación.

– Los profetas independientes, que suelen vivir en medio del pueblo, más bien alejados de la corte, aunque ocasionalmente intervengan ante los reyes y casi siempre de manera crítica. Tales son Ajías de Siló, Elías de Tisbé, Eliseo.

Después del siglo VIII. Aparecen los profetas escritores, llamados así porque sus predicaciones fueron recogidas en libros escritos por ellos mismos (al menos en parte)o por sus discípulos. Se pueden distinguir tres etapas:

-Los profetas anteriores al exilio. Es la época del esplendor profético que coincide con los momentos más críticos de Israel (caída de Samaria, año 722 a.C. y de Jerusalén, año 587 a.C.). Los más relevantes son: Oseas, Amós, Isaías 1-39, Jeremías, Sofonías…

-Los profetas del exilio. Es el momento de las grandes visiones y de la preocupación por los últimos tiempo. Ezequiel e Isaías 40-50 son sus figuras más representativas.

-Los profetas posteriores al exilio. Entre ellos, sólo Ageo y el primer Zacarías (Zac 1-8) son identificables como personajes históricos. El resto de los llamados Profetas menores son más bien colecciones de oráculos de diversa tonalidad y de autores casi siempre desconocidos.

3. ¿Cómo se escribieron los libros proféticos?

Los escritos proféticos son los más antiguos de la Biblia. Sin embargo, los libros que componen no fueron escritos de una sola vez, sino que suelen ser el resultado de un largo proceso de formación. En el origen del libro está casi siempre la predicación oral y la actuación histórica del profeta. Es probable que alguno de estos profetas pusiera por escrito parte al menos de su predicación, pero fueron sobre todo sus discípulos los que dieron forma escrita a sus enseñanzas. Finalmente, los últimos redactores reelaboraron los materiales existentes e hicieron retoques y nuevas interpretaciones en orden a actualizar el mensaje.

Los escritos proféticos utilizan básicamente dos grandes géneros literarios: los oráculos y las narraciones:

*Los oráculos son declaraciones solemnes proclamadas en nombre de Dios. Pueden ser de condena o de salvación. Intentan recoger las palabras que predicaron los profetas. Normalmente aparecen en verso.

* Las narraciones son relatos sobre la vida, las acciones y las experiencias de los profetas. Están en prosa y ayudan a comprender mejor el sentido de la predicación profética.

4. Hacia Cristo Profeta

Del primero al último, todos los profetas, incluido Juan Bautista, apunto a Cristo, el Mesías. Ya el Deuteronomio, cuando el Espíritu parece extinguido, anuncia un profeta singular por la calidad salvífica y judicial de su palabra: Jesucristo, Palabra de Dios y Poseedor del Espíritu (Dt 18, 15-19).

Las facciones de Moisés, de Elías, de Isaías, de Jeremías, de Malaquias y de todos los demás profetas se reconocen en el Ungido, Jesús. Todos su pasos de éste, de Belén a la ciudad santa, tienen herencia profética, porque es de esa estirpe. Sus contemporáneos se dieron cuenta; de allí que el destino trágico de todo profeta lo alcanzó en Jerusalén.

En Cristo se cumplen, con creces, todas las expectativas de la historia salvífica; el mesianismo regio, el sacerdotal, el celeste y el profético culminan en Jesús, el hijo de Dios.

La figura de Jesús confronta al hombre con Dios para salvarlo; “el Reino está cerca” proclama, y Él es el Reino. Él anuncia la salvación y la salvación es Él.

5. Profecía e Iglesia

La Iglesia es continuadora del quehacer profético de Jesucristo, en virtud del Espíritu recibido y el legado de la palabra viva y eficaz. Aquí está su fundamento.

Por el bautismo, el creyente se injerta a Cristo, Palabra de Dios y participa en la Iglesia, comunidad profética.

Su quehacer será el mismo que el de Jesucristo: mostrar el rostro amoroso y libre del Espíritu de Dios, ser fiel al Padre único y universal, experimentar al Hijo sufriente y liberador. Así se actualiza el reino.