En el culmen de la salvación, Dios quiso regalarnos algo más, quiso darnos a su Madre. San Juan era consciente de que recibir a la Virgen como Madre era algo muy grande. «Y la recibió como suya» (Jn 19, 27). Esto era el colofón de la obra salvífica de Dios. Ella nos recibió como al mismo Jesús, nos ama como al mismo Jesús. A nosotros nos queda dejarnos querer por Ella.
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