Charles de Foucauld vivía inmerso en el egoísmo y el vicio, hasta que Dios irrumpió en la vaciedad de su alma a través de la confesión y de la Sagrada Comunión. Lo que pasó después, quedó descrito con sus propias palabras: «Desde que me persuadí de que Dios existe, no pude vivir sino para Él». En este «Hacia lo alto», la Hna. Isabel Jordán —Sierva del Hogar de la Madre— nos presenta la figura del beato Charles de Foucauld (santo inminente), un corazón eucarístico, fascinado por la espiritualidad de Nazaret.
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