Este año, la fiesta de Pentecostés tiene un significado especial para mí porque mi hija ha cumplido los 21 años . No puedo evitar mirarla, sentirme asombrada y dichosa convertida en una joven universitaria mientras me imagino a la niña que solía mecer en mis brazos. Mi corazón se hincha cuando veo a la hermosa mujer de Dios en quien se ha convertido.
Me hace pensar en cómo Dios Padre debe vernos como sus hijas. Él nos conocía antes de que estuviéramos en el vientre de nuestra madre. Nos pensó y nos amo desde la eternidad. Nos vio crecer y se regocijó al ver nuestras sonrisas y felicidad. Él se afligió cuando fuimos heridos y nos sentimos abandonados. También lo hace si en este mismo presente estamos siendo calumniados, atacados por la envidia, crucificados. Él está constantemente a nuestro lado. Aunque no lo sintamos siempre está ahí. Dios conoce nuestra vida, nuestras heridas y luchas, y lo que nos trae alegría. Él quiere respirar en nosotros y llenarnos con el Espíritu Santo para traer sanidad, fortaleza y paz, no solo en nuestras propias vidas sino también en las vidas de quienes nos rodean.
Para ello nos regala el Espíritu Santo, que nos da poder, que nos ilumina, que nos ayuda a discernir la vida. Cuando el Espíritu Santo actúa dentro de nosotros, tú y yo también podemos ser como los Apóstoles «que comenzaron a hablar en lenguas diferentes, como el Espíritu les permitió proclamar» (Hechos 2: 4).
Tienes una alma y un corazón único e irrepetible que tocará las vidas de las almas que Dios pone en tu camino para comunicar su amor. No es casualidad que estemos aquí hoy en este momento de la historia. Un momento tremendo en modernidad, en despertar de la naturaleza espiritual pero también un momento de gran pérdida del valor de ser persona. Todos, tú y yo tenemos el llamado a ser amor en la tierra. A cumplir un propósito exclusivo de nuestra alma, irrepetible pues sólo puede ser llevado a cabo por ti. ¡Encuéntralo!
Quizá te encuentres diciendo : «¿Qué se supone que debo hacer? Solo soy una persona ordinaria. No soy nadie especial. No soy elegido – «¡No!- ¡Nada de eso!- El Espíritu Santo hace milagros. Mire todo lo que hizo con los Apóstoles desde que se amontonan con miedo después de la muerte de Cristo hasta proclamar los poderosos actos de Dios después de haber recibido el Espíritu Santo. Ellos fueron transformados. María Magdalena fue elegida para verlo por primera vez resucitado!
A eso es a lo que Dios nos llama hoy, aquí y ahora ser transformados por el Espíritu Santo y mejorar el mundo que nos rodea, a llenarlo de bien a pesar de que muchas veces parezca que el mal es más fuerte. Tú y yo podemos hacerlo, Dios nos da ese regalo, ese poder.
Transfórmate cada día invocando y meditando en el Espíritu Santo y transforma el mundo desde esa luz. Te invito a elevar esta oración tan hermosa cada mañana , «Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu y ellos serán creados. Y renovarás la faz de la tierra «.
Sheila Morataya
Austin, TX
sheilamorataya.co
