Como un verdadero hombre que ha tenido hijos, los Padres engendraron nuevas comunidades cristianas, las nutrieron con su enseñanza, las cuidaron de las herejías y las llevaron a buen término en la comunión con Cristo.
¿Por qué es importante estudiar a los Padres Hoy?
En pleno Siglo XXI, ¿por qué debemos leer a autores de hace 1400 años? Simplemente por la perennidad y valor de sus enseñanzas. Los Padres son clásicos: hombres universales que tratan de los problemas fundamentales del ser humano. Los Padres fueron, a la vez, hijos de su tiempo e hijos de Dios por medio de Cristo. Desde su cultura clásica supieron buscar el entendimiento de la fe con la plenificación de las facultades humanas, sobre todo, de la intelectual.
La Iglesia universal debe mucho a los Padres, tanto en oriente como en occidente. No en vano les es dado el título de «Padres» pues a ellos se debe la generación de nuevos cristianos, así como el nacimiento y consolidación de la cultura cristiana. Como un verdadero hombre que ha tenido hijos, los Padres engendraron nuevas comunidades cristianas, las nutrieron con su enseñanza, las cuidaron de las herejías y las llevaron a buen término. El espacio de este artículo no es suficiente para abarcar los logros de los Padres. Por tanto, aquí presentamos los puntos más importantes de su herencia cristiana, en lo doctrinal y cultural.
- La exposición de las ideas cristianas a través de la creación de la primera Literatura cristiana, incluyendo los evangelios, las cartas, las homilías, etc.
- Diálogo con la filosofía para entender mejor los contenidos de la fe.
- Aprecio de la razón para enriquecer y hacer una discurso teológico correcto.
- Explicitación del mensaje de Cristo en el Evangelio: Con el manejo de las autoridades apostólicas y la correspondencia del Nuevo Testamento con con el Antiguo.
- El mantenimiento de la pureza doctrinal del cristianismo frente a las nuevas herejías e interpretaciones incorrectas de los temas centrales de la fe.
- El uso de la lengua local para difundir o defender las ideas centrales del cristianismo, en estilo elegante y conciso.
Profundicemos en dos caracteres principales de las enseñanzas patríticas que podemos recuperar en nuestro ámbito de posmodernidad, a fin de traer a los hombres el mensaje de Cristo renovado y basado en el sólido pensamiento de los Padres.
- Fe y razón: el entendimiento razonable de las enseñanzas.
Uno de los problemas resueltos por los Padres es la aparente oposición entre la fe y la razón. Si ya se tiene la fe y se conocen las realidades últimas ¿qué finalidad tiene la razón en el pensar humano? Y si ya se tiene la razón como acercamiento natural a la realidad eterna, ¿de qué sirve la fe en la aceptación de un Dios extraño? La mayoría de los Padres se compenetraron de la filosofía clásica sin renunciar a la sabiduría de Dios presentada en Cristo. La visión de Cristo como Razón del Padre les permitió entender desde una limitada razón humana las enseñanzas reveladas. Supieron buscar el entendimiento de la fe con la plenificación de las facultades humanas, sobre todo, de la intelectual. Por tanto, pudieron hablar racionalmente de temas religiosos; respetando los conocimientos revelados, pero entendiéndolos óptimamente en los límites de la razón humana.
Muchos Padres de la Iglesia hicieron una inculturación de las enseñanzas reveladas, vertiéndolas en un lenguaje que fuera inteligible para los neófitos y que no alterara el contenido doctrinal de aquellas enseñanzas. A decir de la mayoría de los Padres, la fe busca el entendimiento. Es decir, quien no trata de entender lo que cree, no cree bien del todo y no ha plenificado sus facultades intelectuales. Por tanto, hay que tratar de explicitar las doctrinas de Cristo, a fin de entenderlas y hacerlas vida de plenitud.
- Problemas fundamentales planteados y abiertos a solución.
Debido a su formación clásica, los Padres aprendieron a discutir sobre temas de importancia radical para el ser humano: la existencia de Dios, la inmortalidad del alma, la libertad del hombre, la felicidad eterna. Planteándose en la autoridad de Cristo y valiéndose de la filosofía, dieron valiosas interpretaciones sobre el mundo, el hombre y la naturaleza de Cristo. Por ejemplo, presentaron al hombre como un ser compuesto, integrado por cuerpo, alma y espíritu. Sin estos tres componentes, el hombre no existe en plenitud. Por tanto, la mayoría de ellos creyó que, para plenificar al hombre, hay que buscar la plenitud integral, tomando en cuenta cada uno de los componentes.
Por Gabriel Gonzáles Nares