Los esposos han de valorar la situación en que se encuentran para saber cuándo y cuántos hijos son capaces de procrear y de educar. Es una decisión que corresponde específicamente a ellos (no a los parientes, ni a las instituciones de salud pública o a otras personas).
Esa situación global que los esposos deben valorar incluye su salud física y psicológica, su situación económica, social, habitacional, etc.; factores todos que deben ponderar en su decisión. Pero, además de las razones humanas, los esposos deberán sobre todo buscar la voz de Dios en sus conciencias, pues la decisión de originar o no una nueva vida (que, por ser espiritual, permanecerá para siempre), es algo que va más allá de este mundo y de este tiempo.
Dios tiene mucho interés en hacer saber a los esposos cuándo desea o no una nueva criatura humana sobre la tierra.
Sin embargo, cuando los esposos establecen que no pueden por ahora (quizá después, cuando cambie alguna situación) tener más hijos, han de hacerlo observando las normas morales. En otras palabras, aunque tengan razones importantes para evitar por ahora la procreación, el método que elijan para ello ha de ser conforme al plan de Dios.
Dios creó a la mujer de forma que pudiera embarazarse sólo unos cuantos días al mes, de forma que la unión sexual no implicara necesariamente un nuevo hijo. Además, hizo que la mujer pudiera saber por ciertos signos externos cuáles son esos días.
Los métodos que respetan el plan de Dios son los que se basan en la observación de los períodos fértiles de la mujer. El cuerpo de la mujer proporciona signos muy claros de su fertilidad, como el aumento de temperatura corporal y la cantidad y viscosidad del moco cervical.
Un matrimonio que no esté en condiciones de afrontar un nuevo hijo (por motivos económicos, de salud u otros suficientemente proporcionados: no es suficiente ‘cualquier’ razón) puede retrasar los embarazos mediante la abstención del acto sexual en los días fértiles de la mujer sin violentar el proyecto de Dios.
Por Ricardo Sada Fernandez
Dichosos los que tienen hijos, tienen mucho más oportunidades de alcanzar la santidad. Cuántos añoramos un hijo y cuántos se angustian por tenerlos…..
cállense no necesito eso me
podrían ayudar porfa con un dialogo
lo necesito para hoy ayudenme
gracias por su comprension
los quiero mucho
Mi marido y yo llevamos 10 años casados, somos cristianos y, por supuesto estamos casados por la iglesia. Tenemos una hija de 5 años y desde hace 4 queremos tener más hijos pero… hemos perdido 4 embarazos y estoy muy triste y he llegado a preguntarme si Dios no quiere que tengamos más y por qué si los niños me encantan, son la alegría de mi vida. Alguién me puede ayudar a entender que pasa?, por favor.
Me gustaria saber si en la biblia hay referencia el tema de cuantos hijos tener y porque no usar lo metodos anticonceptivos, ya que me interesa lo que digan las sagradas escrituras.
Que bello es este Dios nuestro, otra mas para nuestro matrimonio!
Desde hace meses tengo esta duda en mi mente, de cuantos hijos tener, y en que momento violo la ley de Dios, tengo tres hijos y realmente me siento con gran temor de tener otro y es que no es que este enferma pero tengo panico nuevamente de entrar a una cuarta cesarea. a lo mejor estare acomodada pero sigo con mis dudas, tengo 37 años y siempre hemos utilizado el metodo natural, quisiera preguntar si es posible me envien alguna palabra o direccion en que pueda leer. Gracias
Tengo 11 hijos.Mi marido es médico, y yo no trabajo fuera de casa. Al plantearme cada vez si tener un hijo más o no, nunca fue importante , o al menos no desicivo el tema económico.(no soy millonaria ni mucho menos), siempre confie en la providencia de Dios y no me ha abandonado nunca, aunque han habido tiempos difíciles, claro que hay que tener cierta claridad de ideas, como olvidarse del consumismo .Por ejemplo cuando voy a un shoping, hay tantas cosas lindas que me las quiero comprar todas, pero con una familia tan grande las necesidades nunca se terminan.Es cuestión de en ese momento pensar:"tantas cosas que no necesito" y no dejarse llevar por tantas modas.