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La penitencia interior es el dinamismo del «corazón contrito» movido por la gracia divina a responder al amor misericordioso de Dios. Implica el dolor verdadero y rechazo de los pecados cometidos, el firme propósito de no pecar más, y la confianza en la ayuda de Dios. Porque Dios se conmueve ante nuestro arrepentimiento. «Un corazón quebrantado y humillado, Tú no lo desprecias».
La penitencia interior es la puerta hacia una vida nueva, que se alimenta de la esperanza en la misericordia divina. «Conviértenos Señor y nos convertiremos» (san Agustín).
Seguimos aprendiendo sobre los sacramentos y la espiritualidad católica a través del Compendio del Catecismo de la Iglesia explicado por el obispo de Orihuela-Alicante, monseñor José Ignacio Munilla.