Santa Catalina Labouré (1806-1876)
Aldeana francesa sin instrucción, Catalina ingresó como religiosa con las Hijas de la Caridad a los veinticuatro años. Durante su noviciado en París, en la calle de Bac, la Virgen María le encargó que extendiera la devoción a la “Medalla Milagrosa”. Catalina fue enviada al hospicio de Enghien, donde durante el resto de su vida, se entregó al cuidado de los ancianos. Salvo sus confesores, no reveló jamás que la Virgen se le había aparecido; fue después de su muerte cuando se supo que ella era la vidente de, la ahora famosa, calle de Bac.
San Hilario y Santa Quieta (siglo V)
Vivieron y murieron en Dijon, Francia. Son modelo de esposos, por su gran amor y como padres brindaron una muy buena educación a sus hijos. Hilario murió primero, y se le enterró, vestido de senador, en un sepulcro labrado en mármol. Un año más tarde, murió Quieta y reabrieron su sepulcro para depositarla allí.
San Santiago de la Marca (1414-1476)
Nacido en Montebrandone, Italia, se hizo franciscano como sus amigos San Bernardino de Siena y San Juan de Capistrano. Poseía una oratoria prodigiosa y durante más de cuarenta años recorrió las regiones de Dalmacia, Bosnia, Hungría, Bohemia, Polonia e Italia predicando el Evangelio.
San Andrés Trân Van Trông (1817-1835)
Soldado, marino y mártir vietnamita, canonizado en 1988.