San Calixto I, Papa y mártir
Nació en Roma en uno de los barrios pobres. Fue esclavo y como tal, pasó una dura juventud y mocedad. Recorrió varios lugares donde llevó una vida muy dura. Una vez puesto en libertad se retiró cerca de Roma a una especie de desierto y allí pasó unos diez años entregado al estudio y a la meditación. Maduró Calixto durante aquellos años y su nombre empezó a sonar entre los ambientes cristianos. Llegó hasta los oídos del Papa San Ceferino, quien le llamó a su presencia Quedó prendado de aquellas cualidades que aparecían visiblemente en aquel hombre maduro y conocedor profundo de la fe cristiana. Reconociendo estas cualidades y su gran ingenio, le encomendó la ampliación y construcción en la Vía Appia del Cementerio o Catacumbas que después y para siempre llevarían su nombre.
Los cristianos de su tiempo reconocieron las ilustres cualidades que adornaban al diácono Calixto y no sólo en cuestiones financieras o de construcción de catacumbas, sino en el terreno de la ciencia, de prudencia, de piedad y de dotes de gobierno. Por ello al morir el Papa Ceferino pusieron los ojos en Calixto y lo eligieron para sucederle como Obispo de Roma y Sumo Pontífice.
Algunas herejías empezaban a pulular por aquel entonces y contra ellas luchó con valentía el nuevo Papa. Las dos principales eran éstas:
El «SABELIANISMO» que casi no ponía distinción entre las Personas de la Santísima Trinidad, con confusiones que rayaban en la herejía y los «MONTANISTAS» que eran los que defendían un rigorismo exagerado de costumbres y, sobre todo, con los que habían sido algo débiles durante las persecuciones y ahora querían volver, arrepentidos, a la Iglesia Católica. San Calixto siempre quiso ser más padre que juez. Más defensor que condenador. Esto le atrajo muchos insultos y contradicciones, pero siempre los soportó con gran entereza y gran caridad.
San Calixto estaba convencido de una verdad sobre todo: la bondad de Dios y su gran misericordia para con los pecadores arrepentidos. Tertuliano y sus secuaces se levantaron contra el Papa y le hicieron sufrir muchísimo, hasta que fue coronada su preciosa vida con la palma del martirio, que recibió probablemente el año 222.