Oración Si el sepulcro no está bendecido, se bendice antes de depositar el cuerpo en él. Oremos. Señor Jesucristo, tú permaneciste tres días en el sepulcro, dando así a toda sepultura un carácter de espera en la esperanza de la resurrección. Concede a tu siervo reposar en la paz de este sepulcro hasta que tú, resurrección y vida de los hombres, le resucites y le lleves a contemplar la luz de tu rostro. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Dicha la oración, si existe la costumbre, el sacerdote rocía con agua bendita e inciensa el sepulcro y el cuerpo del difunto, a no ser que esto se haga dentro del rito de la última recomendación. Rito de Inhumación El acto de sepultar al difunto se hace inmediatamente o al final del rito, según la costumbre del lugar. Mientras se coloca el cuerpo en el sepulcro, o en otro momento oportuno, el sacerdote puede decir: Dios todopoderoso ha llamado a nuestro(a) hermano(a) y nosotros ahora enterramos su cuerpo, para que vuelva a la tierra de donde fue sacado. Con la fe puesta en la resurrección de Cristo, primogénito de los muertos, creemos que él transformará nuestro cuerpo humillado y lo hará semejante a su cuerpo glorioso. Por eso encomendamos nuestro hermano(a) al Señor, para que lo(a) resucite en el último día y lo(a) admita en la paz de su Reino. Si hay homilía junto al sepulcro, téngase en este momento. Si también se hace junto al sepulcro la última recomendación y despedida, téngase en lugar de las siguientes preces finales. En este caso el rito de última recomendación y despedida concuye las exequias. Preces Finales Seguidamente el sacerdote puede decir las siguientes preces: V. Pidamos por nuestro hermano(a) a Jesucristo, que ha dicho: «Yo soy; la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá, y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre.» V. Señor, tú que lloraste en la tumba de Lázaro, dígnate enjugar nuestras lágrimas. R. Te lo pedimos, Señor. V. Tú que resucitaste a los muertos, dígnate dar la vida eterna a nuestro hermano(a). R. Te lo pedimos, Señor V. Tú que perdonaste en la cruz al buen ladrón y le prometiste el paraíso, dígnate perdonar y llevar al cielo a nuestro hermano(a). R. Te lo pedimos, Señor V. Tú que has purificado a nuestro hermano en el agua del Bautismo y lo ungiste con el óleo de la confirmación, dígnate admitirlo entre tus santos y elegidos. R. Te lo pedimos, Señor. V. Tú que alimentaste a nuestro hermano con tu Cuerpo y tu Sangre, dígnate también admitirlo en la mesa de tu Reino R. Te lo pedimos, Señor. V. Y a nosotros, que lloramos su muerte, dígnate confortar nos con la fe y la esperanza de la vida eterna. R. Te lo pedimos Señor. Después todos pueden recitar el Padrenuestro, o el celebrante puede decir esta oración: Señor, ten misericordia de tu siervo(a), para que no sufra castigo por sus faltas, pues deseó cumplir tu voluntad. La verdadera fe lo(a) unió aquí, en la tierra, al pueblo fiel, que tu bondad lo(a) una ahora al coro de los ángeles y elegidos. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén. V. Dale, Señor, el descanso eterno. R. Brille para él (élla) la luz perpetua. Como conclusión del rito puede entonarse algún canto apropiado. 1 Excepto donde se indica, todo ha sido tomado del Ritual Completo de los Sacramentos (México, 1976) y Cuidado Pastoral de los Enfermos — Ed. Bilingüe (Liturgy Training Publications, 1986). 2 Cf. Ritual de Exequias, pp. 3, 4.Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica. México. 1991
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