Discurso de S. S. Juan Pablo II en la Jornada conmemorativa del quinto aniversario de la Encíclica Evangelium Vitae Las leyes que «legalizan el aborto, la eutanasia, la esterilización y la planificación de los nacimientos con métodos contrarios a la vida y la dignidad del matrimonio» no son algo «inevitable» ni una «necesidad social». Al contrario, añadió el pontífice, «constituyen un germen de corrupción de la sociedad y de sus fundamentos. La conciencia civil y moral no puede aceptar esta falsa inevitabilidad, como tampoco acepta la idea de la inevitabilidad de las guerras o de los exterminios étnicos». Delito legalizado Como se puede ver el llamamiento del sucesor de Pedro está preñado de sinceridad y claridad: «No hay que descartar ningún intento para eliminar el delito legalizado o al menos para limitar el daño de estas leyes, manteniendo viva la consciencia del deber radical de respetar el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural de todo ser humano, aunque sea el último y menos dotado». Decaimiento moral, demográfico y económico Cinco años después, constata el pontífice, el «mensaje» de la «Evangelium vitae» experimenta «dificultades persistentes» de aceptación, pero su validez «se mantiene inmutada», dado que «las políticas y las legislaciones contrarias a la vida están llevando a la sociedad no sólo al decaimiento moral, sino también demográfico y económico». Y este mensaje «puede ser presentado no sólo como una auténtica orientación para el renacimiento moral, sino también como un punto de referencia para la salvación civil». Compromiso de todos Por ello, el Papa «renueva el llamamiento que dirigió hace cinco años en la encíclica a toda la Iglesia, a los científicos, a los médicos, a los educadores y a las familias, así como a todos los que trabajan en los medios de comunicación social y, de manera especial, a los que cultivan el derecho y a los legisladores: el derecho a la vida podrá aplicarse concretamente gracias al compromiso de todos, en este mundo en el que no faltan los bienes necesarios si fueran bien distribuidos. Sólo así se superará esa especie de silenciosa y cruel selección por la que los débiles son injustamente eliminados». Quien se moviliza «por esta gran causa», añade el pontífice, tiene que saber que ««todo paso en defensa del derecho a la vida y en la promoción concreta del mismo es un paso hacia la paz y la civilización». Acción total a favor de la vida Por último, el Papa pide a la Iglesia que se comprometa a fondo para que se dé un cambio de mentalidad en este campo: «una auténtica pastoral de la vida no puede ser delegada sencillamente a los movimientos específicos que trabajan en el campo socio-político, y que de todos modos son meritorios». La acción a favor de la vida «tiene que ser siempre parte integrante de la pastoral eclesial, a la que le corresponde la tarea de anuncia el "Evangelio de la vida"». Esta movilización debe implicar «adecuados planes educativos» y «servicios y estructuras concretos de acogida». Antes de la audiencia papal, durante la Jornada de estudio sobre la encíclica papal, habían intervenido el cardenal López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, el arzobispo Javier Lozano Barragán, presidente Consejo Pontificio para la Salud, y el profesor Robert Spaemann, miembro de la Academia Pontificia para la Vida. http://www.zenit.org