La Educación Sexual es un tema que preocupa a padres y educadores. La familia es el lugar privilegiado para enseñar y formar a los niños y adolescentes en la comprensión del don de la sexualidad y del correcto ejercicio de ella.
Hablar de sexualidad es positivo y enriquecedor, nunca debe ser tratado como algo sucio u obsceno. Ha de haber respeto, seriedad e, incluso, admiración ante el hecho de que somos hombres y mujeres y podemos dar vida a otro ser humano.
Estas líneas quieren ser un apoyo a padres y educadores, con la convicción de que son ellos, los que conocen personal y profundamente a cada niño, los que pueden acompañarle y guiarle en la tarea de transformarse en adultos.
Primera Infancia (hasta los 7 años)
Segunda Infancia (7 a 9 años)
Pre-adolescencia (9 a los 11 años)
Primera Infancia (aproximadamente hasta los 7 años)
Durante la infancia los niños “descubren” la existencia de los sexos: saben que hay niños y niñas y que son diferentes. En esta edad es muy importante que los padres digan a sus hijos lo felices que se sintieron cuando supieron que era “él o ella” en el momento de nacer o en una ecografía. El niño está desarrollando las bases de su seguridad personal y de su propia personalidad y necesita mucho el saberse querido y aceptado como es, por aquellos que más ama: sus padres.
Es también muy importante que los niños observen una clara distinción en los papeles de papá y mamá. En el vestir, en las actitudes empleadas, etc. Esto no significa educar en la idea de que el hombre fuera de casa y la mujer en la cocina, es bueno que los niños vean a papá ayudando en casa y mamá que puede trabajar fuera, pero saber que hay ciertas “tareas” que cada uno de ellos hace por los demás miembros de la familia.
El niño pequeño es egoísta por naturaleza, en su mundo aún no hay más personas que él mimo, mamá y papá, los cuales viven para él. Por este motivo, es importante en estos años ir educando en la generosidad y también en la comprensión de que el amor implica sacrificio y abnegación por los demás. El testimonio de los sacrificios que los padres hacen por sus hijos, que mamá hace por papá y viceversa, es mejor que mil palabras.
Otro elemento muy importante en esta edad es el desarrollo de una relación de confianza con los padres. El niño debe sentirse siempre seguro de que sus palabras son escuchadas, creídas y aceptadas; obviamente esto implica estar atentos a las pequeñas mentiras o fantasías normales y ayudarle al niño a reconocer entre la realidad y sus sueños y a asimilar que es mejor siempre decir la verdad aunque duela. Esto facilitará que más adelante sea a sus padres a los que consulte sus dudas respecto a su sexualidad, y disminuirá el riesgo de ser objeto de abuso. Un niño bien atendido, que confía en sus padres y está advertido de los extraños, es una presa difícil para quienes abusan de menores.
Objetivos en la educación sexual a esta edad:
– que el niño desarrolle una sana afectividad por quienes les rodean y hacia sí
– que el niño vaya conociendo progresivamente las diferencias sexuales entre hombres y mujeres
– que viva con naturalidad su realidad corporal y sus funciones
– que vaya adquiriendo un vocabulario adecuado para estas realidades
– que comprenda la importancia del amor en las relaciones familiares
– que reconozca el papel de la familia en su vida y su papel en su familia
– que comprenda que los niños tienen padre y madre, que se desarrollan en el vientre de su madre (generalmente basta hablar de una semilla inicial)
– que sepa los conceptos básicos del nacimiento de los niños y la necesidad de mayor atención y cuidados que tienen los bebés
– que comprenda y viva que el crecimiento no sólo es aumento de tamaño sino que implica responsabilidades
Medios que pueden utilizar padres y formadores:
– tener manifestaciones de cariño hacia los niños, éstas dependerán de las costumbres de la familia, del carácter de los niños, etc; pero nunca pensar que porque han dejado de ser “bebés” ya no necesitan besos, caricias, abrazos, palmaditas en el hombro, etc.
– demostrar siempre cariño y atención a sus preguntas y comentarios, que los niños vean que tiene atención, pero sin permitirles abusar
– ser claros y veraces ante las preguntas de los niños, adecuando la cantidad de información a la capacidad de comprensión del niño
– aprovechar las oportunidades que presentan los hechos de la vida normal: la llegada de un nuevo hermano o primo generará curiosidad y la posibilidad de entablar muy buenas conversaciones
– estar atentos a la información que los niños están recibiendo por televisión u otros medios. Saber mostrar lo que es natural y que hay personas que realizan conductas diferentes no adecuadas
– desde los 3 años los niños comienzan a entender la importancia de la intimidad y el pudor. Fomentarlo con el testimonio y las palabras.
– si sorprenden a los niños en juegos o comportamientos inadecuados, distraerlos y buscar que se interesen en otros. Si insisten o preguntan por qué no pueden jugar a eso, decir que no está bien y no tocar nuevamente el punto
Segunda Infancia (7 a 9 años)
Esta es una edad relativamente tranquila en la que el niño madura intelectual y moralmente. Acostumbra a ser llamada la edad de la obediencia porque los niños suelen ser dóciles a las indicaciones de los mayores. En esta edad la sexualidad se expresa en un vivo sentido del pudor, los niños ya no desean que sus madres les ayuden a bañarse ni que los acompañen al baño. Es tal vez señal del inicio del sentido de expresión de la propia dignidad. Inicialmente niños y niñas se mezclan fácilmente, pero poco a poco comienzan una progresiva separación de sexos, dejando de jugar juntos. Demuestran interés por el papel y características sexuales de ambos sexos. Hay mayor curiosidad por el embarazo y el papel del padre en la procreación. Ya a los nueve, comienzan a buscar material informativo: dibujos, explicaciones, preguntan a los amigos y si alguno del grupo adquiere información con facilidad la dará a sus compañeros, aunque no sea de la mejor forma posible.
Es una época serena, pero la curiosidad sexual sigue existiendo y actualmente hay muchas formas en que un niño puede acceder a información sin necesidad de consultar a sus padres. No hay que temer adelantarse, se puede ir tanteando terreno con comentarios y preguntas en momentos de conversación tranquila y sin interrupciones para ver qué tanto saben, qué intereses o curiosidades tienen.
En general el niño o la niña harán preguntas, si no las hacen es mejor adelantarse y plantear el tema. Su interés es intelectual, curiosidad sana por comprender algo que pertenece a la vida cotidiana. Siempre es mejor que reciba la información de sus padres, antes que de un amigo o de una revista o película, es mejor adelantarse un poco que llegar tarde.
Cuando se entable la conversación, hay que evitar que sea un simple informar y en realidad sea una formación en el amor. No es necesario decirlo todo de una vez, se pueden dar algunas informaciones básicas dejando la puerta abierta para próximas “charlas”. Terminar, por ejemplo, con un “cuando tengas otra duda me dices y continuamos”, “hay otros elementos del mismo tema, pero creo que por hoy es suficiente, así tenemos tema de conversación para la próxima”. Y no tener miedo de decir al niño que es mejor que todo esto lo sepa por sus padres o formadores que por amigos o extraños, porque ellos no siempre tendrán toda la información y pueden equivocarse.
Es muy importante en esta edad continuar formando integralmente a los niños, en los valores morales, en el ejercicio de la voluntad, en la docilidad a la propia conciencia. A esta edad comienzan a ser capaces de entender porqué ciertas acciones no se hacen, porqué sus padres les prohíben algunas compañías o ir a ciertos lugares; pero para entender necesitan saber, los padres deben dialogar con sus hijos, llevarlos a interiorizar e ir haciendo suyos normas y principios de conducta.
Algunos elementos prácticos que pueden ayudar:
– acostumbrarlos a hacer pequeños sacrificios
– fomentar los momentos de conversación en privado con cada hijo: al salir de compras, al ir a recoger al hermano
– saber qué material reciben nuestros hijos: por TV, revistas, Internet, los amigos, etc.
Los objetivos más específicos de la educación sexual a esta edad están en una situación intermedia entre los de la primera infancia y de la prepubertad. En este sentido dependerá mucho de la madurez de cada niño, de la situación de la familia, de la realidad que lo circunda y por lo tanto, es importante para padres y educadores comprender que cada niño es diferente y que debe adaptarse y adecuarse a sus necesidades. Esto es exigente, pero es señal de verdadero amor y cariño.
Medios que pueden utilizar padres y formadores:
– continuar demostrando el cariño y la confianza en ellos, pueden “rechazar” las demostraciones de cariño porque “ya soy grande”, pero es una pantalla y necesitan seguir sintiendo que son importantes para sus padres
– mantener el clima de confianza, que los niños sepan que sus padres les escuchan sin burlas ni prisas, que responden siempre con la verdad, que no rompen sus confidencias innecesariamente
– fomentar conversaciones “en privado”, interesarse por los gustos, las preocupaciones y los intereses de los niños
– aprovechar los momentos en que se está a solas con los niños, al recogerlos en el colegio, al terminar las tareas escolares, cuando papá ha tenido una comida de negocios, etc. Si no se dan espontáneamente, entonces es bueno producirlos: invitarlos a comer fuera “solos mamá o papá y tú, para que podamos conversar de tus cosas”
– conocer las amistades y las actividades que los niños realizan, involucrarse en ellas y estar presentes
– estar atentos a cambios de comportamiento, aunque difícilmente implicará algo muy grave, sí puede ser manifestación de una preocupación y una ocasión muy buena para entablar una conversación
– a esta edad los niños son capaces de razonar y comprender los por qué de normas e indicaciones. Comenzar a darles las razones de las cosas, explicarles y no cansarse de repetirles que buscan su propio bien y que en ocasiones implica decir no o marcar límites
Pre-adolescencia (aproximadamente desde los 9 a los 11 años)
En esta edad los niños gustan de la camaradería con otros de su mismo sexo y tienen una enorme energía y capacidad de actividad, que resulta agotador para los adultos. Existe además, un antagonismo entre los sexos que alcanza su punto máximo alrededor de los diez años. Los niños “desprecian” y se ríen de las niñas y ellas los consideran “salvajes” e “incivilizados”. En general a esta edad se mantienen separados por propia iniciativa y les desagradarán las actividades en que los junten, especialmente a los niños, que poseen ya mucha más fuerza física y tienden a realizar juegos más bruscos y que se sienten oprimidos cuando se les pide más suavidad porque “hay niñas también”.
Algunos niños y principalmente algunas niñas, pueden llegar a la pubertad a los 11 años o antes. Es bueno que ya sepan lo que esto significa aunque sin sobredimensionarlo.
En esta edad los niños ya tienen conciencia clara de lo que está mal, aunque a veces creen que son faltas graves cosas que ni remotamente lo son. Los padres y educadores deben continuar trabajando en la formación de la conciencia y voluntad de los niños, en la generosidad y preocupación por los demás. Además es una excelente edad para interesar a los niños en deportes y actividades que los lleven a utilizar la enorme energía que tienen, siendo además un medio muy bueno para colaborar en la formación de la voluntad y de la capacidad de sacrificio: si deseas ser bueno en los deportes debes entrenar y sacrificarte.
En esta edad suelen presentarse períodos de ambivalencia. Los niños pasan de la mayor obediencia y docilidad a la rebelión absoluta. Está comenzando a autoafirmarse y formar su propio carácter. La conciencia empieza a construir un sistema de valores más personal. Es muy importante la compañía, la proximidad y el testimonio de los adultos alrededor de los niños. Si no hay coherencia o las palabras no se corresponden con las experiencias, el niño estará confuso y no sabrá cómo reaccionar, o simplemente creerá que todos son así y, por lo tanto, es posible decir una cosa y hacer otra; hacer una cosa un día y al siguiente distinto según me convenga o me “dé la gana”.
Los padres tienen la difícil tarea de encontrar el justo equilibrio entre libertad y autoridad, evitando los excesos de abandono, dejadez, afecto, sobreprotección y autoridad. Los niños a esta edad necesitan que se les marquen límites y se les den pautas, pero también que se les permita responsabilizarse y hacer elecciones. Hay que ir poco a poco. Se puede comenzar permitiéndole escoger qué ropa desea ponerse, las primeras veces puede ser recomendable ofrecerle opciones: el pantalón azul o el marrón; luego, cuando se sienta más seguro y tenga algunos parámetros de estética podemos dejarlo escoger libremente. O tal vez sea el postre, el juego o el lugar de paseo.
Y por otro lado ya es posible darle responsabilidades. Ya desde pequeños (cuatro o cinco años) los niños desean “contentar” a sus mamás con pequeños servicios, que tal vez no hagan tan bien como ellas, pero es bueno dejarlos porque así aprenden a compartir el trabajo. Al alcanzar esta edad ya pueden responsabilizarse por alguna función en casa: alimentar al perro, sacarlo a pasear, sacar la basura, secar los platos, poner la mesa el domingo, etc. Siempre adecuado a su capacidad y habilidad.
No quedan dudas que esta es la etapa en la que más abiertamente hay que comenzar a tratar con ellos los temas relacionados con la sexualidad, la procreación, etc. El momento exacto y más adecuado deben distinguirlo los padres, pues de ellos es la responsabilidad, ya que son los que mejor pueden explicarlo a su hijo. La escuela puede colaborar, pero respetando el papel principal que la familia debe realizar.
Ya desde los 10 años (incluso antes) las niñas comienzan a preocuparse con el tema de “ser mujer”, las relaciones con los varones, llegar a ser madres, la virginidad. Es muy importante que la mamá se haya convertido en su amiga y confidente, que sea ella la que le dé las informaciones, las respuestas y la ayude a formar el corazón y los sentimientos para madurar correctamente. Lamentablemente hoy, pocas mamás se consideran preparadas y creen que deben dejarlo todo en manos del colegio.
A esta edad las niñas pueden comprender perfectamente todo lo relacionado con su sexualidad y sienten curiosidad porque están experimentando los cambios en su cuerpo. Tendrán compañeras o amigas o primas que ya han llegado a la pubertad, algunas que tienen novio o verán las parejas en el colegio y en los lugares de entretención. Hay que hablar con ellas, explicarles todo con un lenguaje a su alcance pero correcto, no creer que “eso ni se le ocurre”y menos aún “ya lo sabe todo”. Nunca será bastante lo que se haga para educar en el verdadero amor, en el valor de la castidad y virginidad como señal de respeto a sí misma y de amor hacia aquella persona con la que se unirá en matrimonio.
A las madres y educadoras o formadoras, puede servirles para iniciar el tema, dar una charla a un grupo pequeño sobre los cambios físicos y fisiológicos que se viven en esta etapa y dejar la puerta abierta a responder dudas personales cuando lo necesiten. Siempre hay que superar lo puramente fisiológico o biológico; en toda respuesta, en toda conversación hay que llevar hacia la formación del corazón, de sus afectos y de la valoración y respeto de su cuerpo y corazón.
Objetivos de la educación sexual en esta edad:
– promover el desarrollo armónico e integral de la persona como valor en sí mismo, aceptando su propia sexualidad
– favorecer una actitud abierta hacia los demás frente a las tendencias del egocentrismo y aislamiento, dado que aceptar y vivir la sexualidad plenamente es reconocer a nuestro ser como ser en relación y apertura al otro
– favorecer el respeto a la dignidad humana del varón y de la mujer, con el reconocimiento de la igualdad de derechos en el orden político, económico y legal, tanto en la familia como en la sociedad
– promover el conocimiento de los procesos físicos, psicológicos, sociales y éticos relacionados con la sexualidad
– conocimiento de los abusos y desviaciones como protección contra los mismos
– ayudar a eliminar temores y angustias relacionados con el desarrollo y ajuste de lo sexual, preparándolo así a la llegada de la pubertad
– lograr una educación que cree confianza, educación no sólo sexual, sino general, que ayude al niño a inclinar su naturaleza hacia el bien
– promover el sentido de responsabilidad en la realización personal de la propia sexualidad, en sus dimensiones personal y comunitaria
– acompañar al niño en esta etapa para que pueda establecer y mantener el orden de valores y evite la concentración en la esfera sexual, éste es el momento, porque una vez que el niño entra en la pubertad experimentará con mucha fuerza sentimental su sexualidad, y le será más difícil ser objetivo y abrirse a confidencias con los padres
– llevarlo a hacer una opción de vida en la que la pureza y la decisión de vivir su sexualidad adecuada e integralmente vaya siendo hecha por el niño o pre-púber de forma personal y por auto-convicción
– continuar con la formación de valores morales y humanos, son la base sobre la cual es posible construir el edificio de una personalidad integrada con su sexualidad de forma natural y sana
Algunas consideraciones:
– los niños deben ir conociendo su sexualidad poco a poco hasta su pleno descubrimiento en la adolescencia
– la familia es el principal educador de los niños en la sexualidad, y en ella, los padres.
– la educación sexual debe insertarse en orden a una completa formación moral de los niños y jóvenes, buscando formar una actitud sana hacia la sexualidad humana, basada en el respeto a la dignidad de la persona, en la virtud de la castidad y en la práctica de la autodisciplina
– en la familia, la educación sexual no necesita programarse; debe hablarse de ella en el momento adecuado, siendo la enseñanza ocasional en muchas ocasiones la más eficaz
– la base de la educación sexual exitosa en la familia es la relación de confianza entre padres e hijos. Si los niños y adolescentes se sienten libres para presentar sus dudas a los adultos y saben que recibirán atención y una respuesta verdadera, siempre acudirán y buscarán en ellos la información necesaria
– una estructura familiar sana es uno de los mejores maestros de sexualidad para los niños y los adolescentes
– los educadores deben colaborar con los padres, intentando involucrarlos en los programas que se siguen en la escuela
– maestros y padres enseñan más por el testimonio y ejemplo que por las palabras
Medios que pueden utilizar padres y formadores:
– en las conversaciones utilizar términos correctos, sin convertirla en una disertación científica.
– unir sexualidad y afectividad: el amor entre un hombre y una mujer es el fundamento y razón de la vivencia de la sexualidad en el matrimonio
– tratar al final de la etapa, principalmente con las niñas los temas de la virginidad, la homosexualidad, las relaciones pre-matrimoniales; sin detalle, sino desde el punto de vista de la vivencia del verdadero amor (hay personas que no han aprendido, porque no se les explicó, que la vivencia de la sexualidad verdadera, necesita esperar a la persona con la que unirá su vida para formar una familia, que es verdadero amor el que sabe esperar y respetar al otro y el que no busca satisfacer el propio egoísmo sino darse a los demás, etc. Ideas como estas van calando en la mente y el corazón de los niños y, aunque después se alejen o se dificulte el diálogo, están ahí y saldrán en los momentos adecuados)
– es importante reforzar el mensaje sobre la necesidad de vivir el pudor y el cuidado del propio cuerpo y la propia intimidad. En general lo que ven en la publicidad y en los lugares públicos se opone a esto, es importante ir ayudando a los niños a crear su propia opinión y decisión, y no dejarse llevar por el ambiente. Por esto es tan importante ayudar a los niños a formar correctamente su conciencia
Mujer Nueva
ecxelente! ahora quisiera que me expliquen mas claramente como le hablo a mi hijo de la sexualidad