El trabajo


6. CLARETIANOS


Queridos amigos y amigas:

Acabamos la semana celebrando la fiesta de San José Obrero, instituida por Pío XII en 1955 para resaltar cristianamente el trabajo humano. A los que rezamos laudes, hoy se nos invita a comenzar la oración con la siguiente frase: “Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que quiso ser tenido como el hijo del carpintero. Aleluya”. Que quiso ser tenido como el hijo del carpintero. No sé a vosotros, pero a mí me resulta muy sugerente esta frase. Jesús fue muchas otras cosas más importantes y, sin embargo, de nada alardeó, al contrario, quiso ser tenido como el hijo del carpintero, aunque eso le restara méritos o dignidad ante los ojos de la gente de su tierra para ser considerado profeta, como vemos en el evangelio de hoy. Esto me lleva a preguntarme: ¿como qué quiero ser tenida yo por los demás?

Es fácil en este día del año plantearse solidariamente que hay que seguir luchando para que todo el mundo tenga acceso a un trabajo, para que las condiciones laborales sean justas, dignas, para que se acabe con todo el tema de la esclavitud laboral infantil, de la subcontratación, etc. Todo esto es fundamental. Pero, al mismo tiempo, creo que también es hoy un buen día para reflexionar sobre nuestra experiencia personal respecto al trabajo. Me refiero a plantearnos de qué manera el trabajo que cada uno de nosotros lleva a cabo cada día nos realiza como personas y nos dignifica. Y con trabajo me refiero a las diferentes actividades a las que nos dedicamos, sean remuneradas o no, por cuenta propia o ajena, estudios, labores del hogar, trabajo en oficina, en tienda, en parroquia, cuidado de personas, etc. Ojalá seamos capaces de profundizar en el sentido de todo lo que hacemos, de convencernos que cualquier actividad, por pequeña que sea, puede ser buena, útil para algo o alguien, generadora de vida, si se hace desde las actitudes que nos presenta la lectura de Colosenses: desde el amor, desde la paz de Cristo, desde la actitud agradecida, haciendo todo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.

Vuestra hermana en la fe,

Lidia Alcántara Ivars, misionera claretiana (lidiamst@hotmail.com)

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