Para que un escritor sea considerado «Padre de la Iglesia» debe tener estas características:
– Haber pertenecido a la edad antigua de la Iglesia,
– Santidad de vida,
– Aprobación eclesiástica y
– Doctrina ortodoxa, es decir, fiel comunión doctrinal con la Iglesia..
Entre los santos Padres, algunos adquieren un destacado relieve por haber iluminado ampliamente todo el campo de la revelación, y haber abierto nuevos caminos a la teología de los siglos posteriores. La Iglesia reconoce en ellos a los interpretes autorizados de su doctrina, y los honra con el título de «Doctor de la Iglesia» o «Doctor eclesiástico».
Este título fue atribuido oficialmente en 1298 por el Papa Bonifacio VIII a los cuatro grandes Padres occidentales o latinos que son: San Ambrosio, San Agustín, San Jerónimo y San Gregorio Magno. Más tarde son contados también entre los Doctores de la Iglesia otros Padres latinos que fueron: San Hilario de Poitiers, San Pedro Crisólogo, San León Magno y San Isidoro de Sevilla.
También en la Iglesia de Oriente les fue atribuido este título a: San Basilio, San Gregorio Nacianceno y San Juan Crisóstomo. A esto se añadió después San Atanasio formando así el grupo de los cuatro grandes Padres de la Iglesia oriental. Más tarde, en 1883 y 1890, el Papa León XIII declaró Doctores de la Iglesia a otros Padres Orientales: San Cirilo de Jerusalén, San Cirilo de Alejandría y San Juan Damasceno.
Pero el título de Doctor de la Iglesia no se da sólo a los Padres. La Iglesia ha continuado dando este título a escritores eclesiásticos de todos los tiempos que se han distinguido por su santidad de vida y su eminente erudición. He aquí algunos ejemplos: San Beda el Venerable, San Pedro Damián, San Anselmo, San Bernardo de Claraval, Santo Tomás de Aquino, San Buenaventura, San Antonio de Padua, San Alberto Magno, San Pedro Canisio, San Roberto Belarmino, San Lorenzo de Brindisi, San Francisco de Sales, San Alfonso María de Ligorio, Santa Catalina de Siena, Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz y Santa Teresita del Niño Jesús.
Así pues, el título de «Doctor» representa la recomendación que la Iglesia hace a sus hijos, de la doctrina de estos santos, sobre todo en orden a la enseñanza.