Generalmente se divide la Salve en tres partes:
• El alma saluda a la Madre de Dios, invocando su misericordia.
• El alma reitera el saludo y, en nombre de todos los hombres, invoca a María Santísima, pide que nos mire con ojos de misericordia y nos lleve hasta su Hijo Jesús.
• El alma proclama el título mayor y fundamental de su in tercesión, el ser Madre de Dios.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.
A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima!,
¡Oh piadosa!,
¡Oh dulce siempre Virgen María!
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Oremos
Omnipotente sempiterno Dios,
que con la cooperación del Espíritu Santo,
preparasteis el cuerpo y el alma de la gloriosa
Virgen y Madre María,
para que fuese merecedora de ser digna morada
de vuestro Hijo;
concedednos que, pues celebramos con alegría
su conmemoración,
por su piadosa intercesión
seamos liberados de los males presentes
y de la muerte eterna.
Por el mismo Cristo, Señor nuestro.
R. Amén.
V. Que el auxilio divino permanezca para siempre.
R. Amén
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