JUGAR CON DIEZ

Las reglas de juego que desde hace casi una centuria rigen al balompié indican que un encuentro se jugará por dos equipos conformados por once jugadores, de los cuales, uno fungirá como portero. En el fútbol espectáculo se puede jugar incluso con menos, fruto de alguna expulsión pero el partido iniciará siempre con dos oncenas en el terreno de juego.

Sin embargo, hecha la ley, hecha la trampa, y el cuadro portugués, en su partido ante España, se las ingenió para evadir lo establecido por el reglamento.

Portugal jugó con diez, ante la complacencia de su entrenador, del árbitro, de la FIFA y de los millones de seguidores de un impostor disfrazado de futbolista que responde al nombre de Cristiano Ronaldo.

Porque, mire usted, en la historia de este deporte ha habido encuentros donde la marca, por la buena o por la mala, hace desaparecer al jugador insignia de algún equipo. En ese sentido, resultan emblemáticas las marcaciones de Mario Coluna sobre Pelé en el lejano Mundial de 1966, cuando el potugués masacró al astro brasileño hasta invalidarlo y la del italiano Claudio Gentile sobre Diego Maradona en España 82.

Pero que el estrella de un equipo se anule a sí mismo mediante el sencillo expediente de no querer participar, es algo que nunca había visto en una Copa del Mundo.

Los fanáticos del astro lusitano se cuentan por millones y su fichaje por el Real Madrid ha sido uno de los más caros de la historia pero habría que dimensionar la distancia entre su innegable capacidad futbolística y el compromiso que adquiere con sus compañeros de equipo.

Es aquí donde la puerca tuerce el rabo porque siendo un dechado de virtudes futbolísticas, se dedica a “cascarear” queriendo hacer hasta de un pase de rutina, una floritura.

Los analistas a nivel mundial aseguraban que este sería el torneo de Cristiano, liderando al equipo portugués y llevándolo, por fin, a esa altura a la que sus insignes atletas aspiran pero en realidad, resultó un fiasco.

Incluso en la inmisericorde goleada ante Corea del Norte, Ronaldo ni siquiera se acercó a festejar los goles de sus coequiperos pero el colmo se presentó en el “clásico de la península ibérica”.

El término “ni la tocó” que se usa como una exageración para ejemplificar que un jugador no brilló, en este caso es una absoluta realidad.

Cristiano se escondió y solo apareció para cobrar un par de tiros libres, lejanos del arco de Iker Casillas, desde donde pretendió tirar a puerta pese a que cinco o seis portugueses esperaban el centro.

Portugal se va por la puerta trasera ya que se acordó que el juego era definitivo cuando le restaban cinco minutos al reloj.

Adiós, Cristiano, me saludas a nunca vuelvas.

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