Javier de Aldama era un piloto comandante de aviación comercial que lo tenía aparentemente todo: una profesión interesante, dinero, una esposa estupenda, unas hijas maravillosas… A los ojos del mundo era un hombre exitoso que iba alcanzando todas las metas que se había propuesto en la vida. Pero, en su interior, un profundo vacío hacía que nada de lo que tenía le llenara. Inteligente y de carácter racional, buscó respuestas en la filosofía, pero no las encontró. Al cabo de un tiempo fue de peregrinación a Medjugorje. No buscaba nada para él, iba solo por acompañar a su hermana. Allí tuvo una profunda experiencia del amor personal de Dios. De regreso a Madrid, el Señor le concedió otra extraordinaria experiencia en la que pudo palpar la misericordia de Dios y su perdón.
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