Se puede perdonar la infidelidad  

«Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?» (Mt 18, 21).

Esta pregunta es parte del camino de fe que como católicos debemos hacernos continuamente como verdaderos seguidores de Cristo.

Sabemos lo difícil que es perdonar cuando alguien a quien amamos intensamente nos ofende o traiciona. No se trata de perdonar a una persona que ofende continuamente, sino más bien de perdonar repetidamente con el corazón. El perdón verdadero, el que nos libera, llega gradualmente.

Perdonar es más que un sentimiento; no es olvidar, es una opción que como creyentes debemos hacer no solo cuando la ofensa es repetida, sino incluso cada vez que la recordamos. Por eso hay que perdonar setenta veces siete como nos manda Jesús en el Evangelio.

Perdonar la infidelidad es de aquellos que verdaderamente han entendido la grandeza del perdón de Cristo crucificado a nosotros que una y otra vez lo traicionamos y le somos infieles al no cumplir con sus mandatos y enseñanzas, y si Él nos perdona una y otra vez nuestros pecados, infidelidades y traiciones, ¿quiénes somos para no perdonar a quien lo hace con nosotros?

Una infidelidad y/o traición en el matrimonio duele y hiere profundamente el corazón y lacera el alma pero si tomamos la firme decisión de amar a esa persona cuando hemos hecho un compromiso ante Dios de por vida podemos tener la certeza de que si ponemos nuestra confianza en Dios saldremos victoriosos logrando perdonar y mantener la unión.

Hay que tener siempre presente que el amor de los esposos es como el de Cristo por su Iglesia; y Cristo Nuestro Señor se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola (Ef 5,25-26).

No es fácil perdonar y seguir dentro de la unión esponsal sobre todo teniendo en cuenta que han quedado heridos sentimientos muy delicados. Pero Jesucristo no nos ha rechazado a nosotros, ni nos trata con lejanía a pesar de que ninguno de nosotros somos “confiables” (¿quién garantiza que no volveremos a pecar contra Dios?); y sin embargo, Dios nos vuelve a recibir.

Perdonar al esposo o a la esposa adúlteros no significa tolerar el estado de infidelidad, o sea, que mantenga una doble vida, sino recibirlo con un perdón sincero cuando se ha arrepentido de su pecado; y esto por un bien mayor natural, el bien de la familia.

Cuando hay hijos la felicidad de ellos está por medio y necesitan la referencia materna y paterna para su educación y para alcanzar la madurez espiritual y psicológica.

Pidamos la intercesión de nuestra Madre Santísima  María Auxiliadora quien perdonó a todos los asesinos de su Hijo. Estando Ella al pie de la cruz, nos ayude a cicatrizar para siempre las heridas de nuestras alma y podamos también como Jesús perdonar a nuestro cónyuge y amarlo como Él nos ama.

Testimonio

Yo soy una esposa abandonada a raíz de una infidelidad, un adulterio. He podido perdonar a mi esposo y verlo con la mirada de Cristo  y seguir amándole al seguir las enseñanzas de Jesús.

Dios siempre nos da esa gracia de perdonar cuando el corazón está dispuesto y  decidimos vivir libres de todo sentimiento contrario al amor.

Si recibí el perdón y la misericordia de Dios, he podido seguir  amando con libertad y he logrado por gracia de Dios que se extienda a nuestros hijos, para que ellos pudieran perdonar a su papá a pesar del dolor y las heridas que les dejó esa traición y nos ha llevado  a encontrar el camino  de una vida de amor y paz.

Por Luce Bustillo Schott

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