Cuando leemos diariamente los Evangelios, empezamos a percibir una pauta. Jesús va recorriendo un camino y, a lo largo de éste y a medida que va avanzando, se encuentra con diferentes personas. Durante su recorrido, se encuentra frecuentemente con alguna persona y la invita a acompañarlo.
Esto nos hace pensar en las historias de apóstoles como Pedro y Mateo; Juan y Andrés; Felipe y Bartolomé; y en las de Nicodemo y la mujer samaritana.
Hay ocasiones en que no se menciona en el Evangelio el nombre de la persona: “A otro, Jesús le dijo: ‘Sígueme’”.
Esa palabra, “Sígueme”, puede verse como un resumen de todo el Evangelio.
Esta palabra contiene las Ocho Bienaventuranzas, el Sermón de la Montaña y el Padrenuestro.
“Sígueme” significa: ven y mira cómo soy yo. Vive como yo vivo, ama como yo amo.
Busca la voluntad de Dios en todo. Sirve a los demás como ves que yo sirvo, haciendo resplandecer la luz brillante del amor y de la misericordia de Dios en todos los rincones de la tierra.
Al final de su vida, el Papa San Juan Pablo II dijo en una reunión de jóvenes,: “Ustedes son un pensamiento de Dios, son un latido del corazón de él. Decir esto es como decir que ustedes tienen un valor que en cierto modo es infinito, que le importan a Dios en su individualidad, que es totalmente única”.
Ésta es la hermosa verdad de nuestras vidas. Jesús ama a cada uno de ustedes en lo particular, tiene un plan para cada uno de ustedes. Él vino a este mundo para conocerlos, para caminar con ustedes y para invitarlos a vivir en amistad con Él.
Nuestra vida empieza verdaderamente cuando tomamos conciencia de su mirada amorosa, cuando nos damos cuenta de que Él conoce nuestro nombre y nos llama a caminar con Él.
En estos tiempos de confusión y de división que hay en nuestro mundo y en nuestra cultura, lo más importante que podemos hacer es volver a Jesucristo. Necesitamos buscarlo, encontrarlo y amarlo. Tenemos que descubrir una vez más nuestra imagen en su mirada de amor y debemos abrirnos a nuevos caminos para escuchar esa voz divina que está hablando en nuestros corazones.
Nada se pierde o se nos quita cuando permitimos que Jesús entre en nuestra vida. De hecho, sucede todo lo contrario. Su amistad es la llave que abre la puerta para que encontremos el verdadero sentido de la vida.
Él nos llama y nosotros respondemos. Y en este diálogo, descubrimos la verdad sobre quiénes somos y sobre qué es lo que estamos llamados a ser.
La palabra “sígueme” es un llamado a la vocación, a la misión. Es un llamado a ponerse totalmente al servicio de Jesús, sin ponerle límites ni condiciones a nuestro amor. Él tiene una tarea para ustedes y nos pide compromiso y sacrificio de nuestra parte.
Jesús quiere que hagamos cosas maravillosas con nuestra vida y Él nos dará las gracias necesarias para hacerlas. Él nos está llamando a usar nuestros dones y talentos para proclamar su reino y para salvar almas, para crear una sociedad hermosa, que esté abierta a Dios y esté al servicio de la dignidad humana y de la justicia social.
El secreto es que realicemos nuestra vocación en las circunstancias ordinarias de nuestra vida cotidiana.
No importa cuál sea nuestro estado de vida o nuestra ocupación, ni quiénes seamos o lo que estemos haciendo, siempre tendremos la oportunidad de proclamar su reino y de ayudar a los demás a encontrarse con Jesús y conocer su amor.
Cada día, en toda circunstancia, tenemos la posibilidad de llevar a Jesús a la vida de los demás.
Una vez más, necesitamos, hacer de Jesús el camino y la verdad de nuestra vida. En cada uno de los ministerios que desempeñamos en la Iglesia, tenemos que proponerle nuevamente a los demás la hermosa aventura que es el seguimiento de Jesús.
Un santo dijo en alguna ocasión: “No hay caminos hechos para vosotros… Los haréis, a través de las montañas, al golpe de vuestras pisadas.”. Ésta es la aventura. Él nos llama y nosotros respondemos.
Jesús dejó sus huellas cuando caminó sobre esta tierra. Y Él nos llama ahora a todos a que, cada quien, a su modo, siga sus huellas, lo siga por el camino de su amor. Y nos promete que, si respondemos a su llamada, conoceremos el amor y la alegría, la belleza, la bondad y la verdad. Nuestras vidas se convertirán en un camino de amor que conduce al cielo y a la vida eterna.
Oren por mí, y yo oraré por ustedes.
Y pidámosle a Santa María, la Madre del Amor Justo, que ella nos ayude a seguir a su Hijo, iluminando los caminos de la tierra con nuestro amor y llevando a muchos otros a escuchar su llamado y a responderle.
Los escritos, homilías y discursos del arzobispo se pueden encontrar en ArchbishopGomez.com
El obispo José H. Gomez es actualmente Arzobispo de Los Ángeles, California, la comunidad católica más grande en USA. Es también Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos y forma parte de la Comisión Pontificia para América Latina.
En su ministerio, el Arzobispo José Gómez anima a la gente a seguir a Jesucristo con alegría y sencillez de vida, buscando servir a Dios y a sus vecinos en sus actividades diarias ordinarias.
Ha desempeñado un papel decisivo en la promoción del liderazgo de los hispanos y las mujeres en la Iglesia y en la sociedad estadounidense. Es miembro fundador de la Asociación Católica de Líderes Latinos y de ENDOW (Educación sobre la Naturaleza y la Dignidad de las Mujeres).
Durante más de una década, el Arzobispo Gómez ha sido una voz clara sobre cuestiones morales y espirituales en la vida pública y la cultura estadounidense. Ha desempeñado un papel principal en los esfuerzos de la Iglesia Católica para promover la reforma migratoria y es autor, entre otros libros, del titulado: Inmigración y la próxima América: renovando el alma de nuestra nación.
Interesante, gracias.