Conocí el trabajo de una pareja de amigos en las colonias populares de Ciudad Juárez, enseñando a las personas a hacer huertos familiares, a darles pláticas de economía familiar, ambos eran empresarios y además tenían una familia numerosa; eso nunca fue impedimento para que ellos estuvieran allá en las colonias dando su tiempo, su enseñanza y su fe, a personas que fueron enriquecidos por ese abajamiento de los Almada.
Creo que muchas veces cuando pensamos en los temas de pobres y ricos, lo simplificamos en una lógica de que lo que sobra se reparta a quienes les falta, y sin embargo, los cálculos expresan que eso sólo lograría quizá un momento de igualdad efímero que no resolvería la pobreza. Muchos hemos escuchado también aquello de “no le des un pescado, sino enséñale a pescar.” A veces se facilita más el dar que el enseñar, uno es un acto, el otro un proceso.
¿Y si Dios sólo nos hubiera regalado la salvación en lugar de enviar a Su Hijo a salvarnos? Pienso en cuantos padres crían a sus hijos de esa manera, dándoles todo, empobreciéndolos, construyendo juniors insensibles ante las necesidades de los demás, y prepotentes porque creen que todo lo merecen y se les debe dar. Y esos padres, van sustituyendo el tiempo, amor y cariño a los hijos, con cosas, riquezas y “tiempo (muy breve) de calidad.”
La encarnación de Cristo antes que nada nos da la primera gran lección de amor del Padre, nos da Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero. No algo que le sobra, se nos da en el Hijo. Un Dios que se compromete con la humanidad, y que a través de su pobreza nos enriquece. ¿Cómo podríamos nosotros aprender la manera de orar, de buscar la voluntad del Padre, de amar y servir a los demás, de conocernos a nosotros mismos, de ser pobres, si Jesús no se hubiera hecho hombre?
Los invito a leer el breve mensaje del Papa Francisco para la cuaresma que inicia esta semana, nos habla de tres miserias: la material, la moral y la espiritual, y nos anima a emprender éste camino cuaresmal en un esfuerzo personal de conversión para “mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas.”
Seguro todos los que podemos leer este catblog tenemos cosas que nos sobran y que podemos dar. La invitación no es a dar lo que nos sobra, sino a darnos nosotros, a compartir de lo que no nos sobra, nuestro tiempo, cariño, conocimientos, y oración. Si lo hacemos, quizá entonces podamos valorar adecuadamente la limosna que ocasionalmente damos.
Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez
Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.
Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»
Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).
Gracias, Oscar, por ofrecernos este preciso recuerdo de que el hombre «no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás» (GS,24).