¡Feliz Año Nuevo! ¡Que Dios te bendiga! ¡Lo mejor para este año que inicia! ¡Qué Dios te llene de bendiciones y salud! ¡Qué logres todas tus metas! Y todos estos buenos deseos acompañados normalmente de un apretón de manos, un abrazo, besos, o por lo menos una sonrisa forman parte del principio de cada año. Incluso el Papa Francisco abre su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz con un: “quisiera desear a todos, a las personas y a los pueblos, una vida llena de alegría y de esperanza.”
Creo que todos tenemos la oportunidad de aprovechar este ambiente y actitud para mejorar nuestro trato con los demás, y de esta manera hacer cosas que vayan más allá de las palabras amables y los buenos deseos, comprometiéndonos realmente en construir una vida más fraterna, solidaria y de servicio que efectivamente hará realidad nuestros parabienes.
Por supuesto, también podemos quedarnos en la mera expresión y dejar pasar este momento especial de gracia que Dios nos brinda al inicio de cada año a través de esta disposición afable del corazón, que incluye también las ganas por ser mejores, por iniciar nuevos proyectos personales y familiares, por enfrentar un nuevo año con esperanza y ánimo.
En su reflexión del 1 de enero, el Santo Padre nos presenta la historia bíblica de Caín y Abel (Gen 4, 1-16), donde la invitación de Dios a reconocerlo como Padre común en la fraternidad puede ser traicionada por el egoísmo, la envidia o los deseos de superar al hermano hasta el grado de matarlo. La misma invitación a reconocernos como hermanos en la fraternidad la tenemos todos, y también tenemos la opción de no aceptarla.
También al inicio de año puede haber peticiones para orar por la salud de un amigo que tuvo un infarto, o por la situación económica o de empleo de alguien, o por personas que han perdido la fe y con ella el sentido de vida. Estas circunstancias apelan a nuestra conciencia para además de mostrar solidaridad, reflexionar sobre los dones que tenemos y lo que podemos hacer con ellos.
Yo también quiero desearles una vida con salud, llena de alegría y esperanza, no solo este año, sino todos los de su vida. Y que reconozcamos y aceptemos a Dios como nuestro Padre común para que podamos así vivir y demostrar nuestra fraternidad con todos.
Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez
Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y aprendiz de bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.
Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»
Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).
Yo también quiero desearles una vidas de salud
Con las personas que tuvieron fe