Todos, en algún momento, vamos a tener que conocer y vivir la experiencia del dolor. Esto es parte de lo que el psiquiatra vienes, Viktor Frankl, llamaba “Tríada trágica de la vida: dolor, culpa y muerte”. No vivirlas es imposible, pues forman parte de la existencia humana y sirve despertar la conciencia del ser humano e ir tomando una posición ante la vida. Las experiencias dolorosas del pasado te marcan, para Frankl hay un núcleo libre y sano, el alma que está más allá del mundo de las emociones y de la mente. Ahí, en lo profundo de la humanidad está la voz de Dios. Escúchala.
Hace unos días mientras preparaba una charla para un grupo de mujeres jóvenes, estuve recordando la historia de aquella niña que creció sintiéndose fea, tonta y rechazada por los demás. Lamentablemente durante muchos años su personalidad se vio truncada por una serie de miedos, inseguridades y dudas acerca de su propia identidad, capacidad y valía. Todo esto era el resultado de haber crecido en un hogar donde ambos progenitores carecían de la formación adecuada para formar en la afectividad, autoestima y sentimiento de capacidad, pues ellos mismos de niños habían sido maltratados en su infancia. Cuando esta niña llego a la escuela, también fue objeto de burlas y aislamiento de sus compañeros de colegio.
No hay duda, que cada uno de nosotros nos parecemos debido a los genes que heredamos, pero también cada uno es diferente. Los genes influyen en nuestra forma de ser, en nuestra conducta y determinan en gran parte nuestra tendencia al optimismo o la depresión. Pero además de los genes, las experiencias recibidas en el hogar y en la escuela los primeros años de la vida van dando forma a nuestro autoconcepto, determinando el grado en que nos sentimos valiosos y nos relacionamos con los demás.
Uno de los mayores saboteadores de la personalidad es el complejo de inferioridad que nace en la infancia, muchas veces sembrado en la psiquis del niño por el padre o la madre. Cuando un niño es educado por un padre extremadamente exigente y rígido, en el niño comienza a brotar un sentimiento de inferioridad, falto de valor e inteligencia. Los padres en este sentido, pueden fallar al no enseñar al niño que él es valioso, único e irrepetible.
¿Qué es exactamente el complejo de inferioridad?
El complejo de inferioridad es lo opuesto al sentimiento de valor personal o autoestima. Este sentimiento empieza a interiorizarse, tal y como lo hace el sentimiento de autoestima, en nuestra infancia, al oír de una forma repetitiva expresiones como: “es tan lenta para las matemáticas”; “está feíta la pobrecita”; “qué trágico que una niña nazca con una nariz tan grande”; “cuando los tontos nacieron…”, “que niño más burro, no sirves para nada” y la lista puede ser muy larga. Expresiones como éstas no hacen más que asegurar en el fondo del niño y la persona que lo vive, aquel pensamiento de que “algo en ti no está bien”. Te lleva a pensar muchas cosas negativas sobre tu aspecto físico o intelectual. Por ejemplo, empiezas a pensar que no eres suficientemente bonita, que jamás conseguirás ser popular, que tu voz te hace parecer tonta, que debido a tu posición social tal vez nunca podrás alcanzar tus metas. Otras veces este sentimiento se manifiesta de forma agresiva, la persona es hipersensible a las críticas de los demás, muchas veces le parece que los otros quieren aprovecharse de él o ella y responde de forma agresiva cuando se siente atacado. Por todo esto, la persona que sufre de un complejo de inferioridad no tiene amigos y posee una escasa vida social. Estas personas sufren mucho por ser así.
¿Cómo es este sufrimiento?
La chica de la que hablaba al principio lo sabía muy bien. En mi gabinete terapéutico vivo experiencias de primera mano también con hombres que lo experimentan. “Es un sufrimiento hondo, muy hondo” me decía esta joven. Este es un dolor que no es físico, sino existencial. Es una vivencia íntima, personal, entre el “tú” de afuera y el “tú” de adentro. Es un dolor que lleva a la mayoría de las personas que lo viven a ser alguien aislado, retraído, miedoso y frustrado con la vida.
Es muy importante, que te observes y te preguntes si hay alguna conducta de inferioridad en tu ser. Este complejo puede limitarte a relaciones toxicas o nocivas. Por esto mismo hay que determinarse a sacar este temeroso ladrón de tu vida, que lo que hace es quitarte la felicidad para la que has sido creado.
Expulsa el dolor
Desde sus inicios la psicología moderna ha puesto mucho énfasis en la importancia de los primeros años de la infancia para el comportamiento adulto posterior y para trazar la relación que cada uno llega a tener consigo mismo. Cuando eras niño ¿Recuerdas lo que tus padres decían de ti?, ¿Recuerdas tal vez frases que te dañaron, expresiones faciales o movimientos de cabeza que utilizaron para transmitirte lo que estaban pensando? O ¿hay algún recuerdo doloroso provocado por tus amigas o amigos? ¿Cómo crees que te afectó todo esto en la confianza que tienes en ti misma/o y la forma en la que te relacionas con los demás?
Aunque este ejercicio no es agradable, pues aparecen algunos recuerdos dolorosos, tenemos que hacerlo para ubicar donde están nuestras heridas, curarlas, sanarlas y darle la oportunidad a nuestro verdadero yo de ser el protagonistas de la vida.
La psicoterapia es tu aliada pero es Dios el que sana las heridas existenciales
Tú tienes la gran bendición de haber nacido en el seno de la cultura católica.
Al ser bañada por las aguas bautismales, te hiciste acreedor de los siete dones del Espíritu Santo. Cada uno de ellos es un regalo que recibes en el momento del bautismo y que constituyen las armas del poder de todo cristiano a nivel espiritual para desarrollar al máximo tu personalidad como hijo de Dios. Puedes haber sufrido mucho en tu infancia, dudar de ti hasta el punto de sentirte diferente a los demás e inadecuado para la vida, vivir ensimismado y seguir sin superar todas esas heridas mentales que conforman una idea de lo que es la existencia, pero esto no define tu vida. Dios tiene el poder de sanarte completamente desde la raíz pues de ignorantes e iletrados crea maravillas. Francisca Javiera Del Valle fue una pobre costurera que nació en Palencia entre los años 1856 y 1930. Era una mujer prácticamente sin estudio pero a la que Dios concedió una inteligencia espiritual extraordinaria que la sigue haciendo famosa gracias al libro escrito por ella: el Decenario del Espíritu Santo. Por medio de esta obra se conoce profundamente lo que el Espíritu Santo puede hacer en la vida del alma y del corazón.
Cuentan que hay un médico que ha estado frente al Instituto Psiquiátrico de Valladolid por un tiempo y que narra la siguiente experiencia: “con frecuencia veo, en este Instituto Psiquiátrico, cómo los enfermos totalmente demenciados, llegado el último momento de su vida, reciben y hasta piden con gran fervor, los últimos Sacramentos. Se palpa cómo el Divino Director – dice al referirse al Espíritu Santo – nunca nos abandona, aun en este caso extremo, y cómo dirige el alma en el momento presente. La misericordia de Dios es infinita y no me cabe la menor duda de que Dios les da a estos enfermos la gracia necesaria para santificarse en el último momento de su vida, único que viven conscientemente”. (Martí Fernández, La santificación del momento presente). Si esto pasa con estos enfermos mentales, no debes dudar de que Dios puede sanar esos sentimientos negativos sobre ti mismo, puede re-crearte, restaurarte. Determínate a trabajar sobre ello, observa con paciencia tus experiencias y sé testigo de la acción de Dios más allá de las experiencias que has tenido de niño.
Una solución excepcional
Esos problemas de personalidad profundos pueden tener una respuesta excepcional, que tal vez ni un psicólogo sería capaz de dar. Esa respuesta está en buscar a Dios, poner en sus manos tu dolor y confiar de manera absoluta que su Poder sanador actúe en tu naturaleza emocional y en los recuerdos de tu infancia que no te dejan dar lo mejor de ti.
Así como todos los días te bañas, así como cada día te alimentas o trabajas, no olvides que tu naturaleza interior necesita tener esa comunicación diaria con Dios.
Cada vida es una historia, un guion, una biografía única, una propuesta de la vida para ser lograda. Cada biografía, cada nombre está cargado de alegría, luchas, dolor, logros, significados y hasta complejos. Vuélvete curioso de tu vida y experiencias para poder encontrar el sentido que se oculta en ello, que no es más que ayudar a superar a otros su propio dolor y sufrimiento.
Como quizá pudiera ocurrirte a ti, yo he tenido mis complejos que me alejaban de mis sueños. Un día, escuchando los consejos de mi madre para vencer los miedos, en mi memoria se grabó para siempre la siguiente frase: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” -Filipenses 4:13 y dije adiós a los complejos.
El complejo de inferioridad tiene solución y se puede trabajar paso a paso:
- Revisa tu actitud personal sobre los recuerdos de la infancia,
- Perdona a quiénes crearon ese complejo
- Aprende a tener en una visión objetiva de ti mismo, pero sobre todo en saber que antes que cualquier cosa eres un hijo completamente amado de Dios
- Cuenta con el apoyo de un psicoterapeuta, coach de vida y más importante aún, busca un grupo carismático y asiste a sus asambleas de sanación, son extraordinarias, yo las viví muchas veces y fui sanada. No dudes del poder del Espíritu Santo, sin él, decía al Santo Cura de Ars todo se enfría. Él tiene el poder de sacar de tu vida cualquier complejo de inferioridad de una vez y para siempre. Acude a la Santísima Virgen María, ponte a sus pies y cuéntale todo eso por lo que pasas y no logras superar. Ya me contarás lo feliz que se siente ser tú.
Sheila Morataya
Austin, TX
sheilamorataya.co
Querida Yesenia: gracias por tu comentario. Acercate más a Dios y ora mucho por tu hijo. Lo mejor que puedes hacer es aceptarlo tal y como es y seguir tú acudiendo a Dios para sanar lo que haya que sanar. Un abrazo grande.
Muchas gracias Sheila por estas palabras …. me identifico en el sentido q soy madre soltera y he sido muy exigente con mi hijo . Me averguenza decirlo pero estoy tratando de cambiarlo en mi yo quiero q ki hijo sea un hombre seguro y de mucha confianza pero mi trabajo se ha visto truncado por mi misma.
He buscado ayuda tanto espiritual como psicologica para mejorar mi actitud….
Yesenia