“Un año que termina” 

Cuando recuerdes tu vida pasada, pasada sin pena ni gloria, considera cuánto tiempo has perdido y cómo lo puedes recuperar: con penitencia y con mayor entrega. (Surco, 996) Tempus breve est! (1 Cor VII, 29.), ¡qué breve es la duración de nuestro paso por la tierra!

Pensando en esta frase siento en mi corazón un mensaje de amor de Dios, un llamado a acogerme a ese amor por medio del perdón y la reconciliación. Es un llamado a que seamos fieles y obedientes a Sus mandatos y a cumplir la misión a la que hemos sido llamados.

Es verdaderamente corto el tiempo para amar y ser fieles a aquellos que Dios nos ha dado a nuestro cuidado, un tiempo breve para dar y darnos, un tiempo corto para hacer lo que tenemos que hacer haciendo a los demás felices.

Es corto el tiempo y no nos damos cuenta que jamás podremos ser felices cuando le hemos sido infieles y desobedientes a Dios, cuando hemos abandonado la misión y la esperanza a la que fuimos llamados. Un corazón que le ha fallado a Dios y a sus seres amados nunca podrá encontrar la verdadera felicidad sin antes dejarse abrazar por la misericordia de Dios, sentir Su amor buscar la reconciliación de sus pecados y poder recibir ese perdón maravilloso de Dios que nos libera de todo y nos devuelve la gracia de poder ser verdaderos hijos de El.

Me siento en su presencia y miro mi vida escudriñando lo más profundo de mi corazón y dejo ir todo aquello que me aparta de Él y de mis seres amados, el egoísmo, la soberbia, la vanidad, el orgullo, los rencores y resentimientos, las faltas de perdón…y en ese silencio le entrego mi corazón para que lo haga semejante al Suyo.

Oración:

Señor hoy pido me des la gracia de ver mi pequeñez, de ver mi miseria, mis pecados y hacer una verdadera conversión, que pueda soltar y dejar ir todo aquello que me aparta de Tí y de los míos para que en este corto paso en la tierra busque siempre hacer el bien sin fijarme en lo que si hacen o dejan de hacer los demás. Que pueda realmente mantener mi corazón libre de lo que me aparte de Ti y de los míos para que el día que llegue a Tu presencia pueda entregarte cuentas claras de lo que me confiaste hacer aquí en la tierra.

Sagrada Familia te pido también por todos aquellos que han abandonado sus misiones, que han dejado a sus esposos (as), a sus hijos, que acudan ante Tu presencia y dejen ir todo aquello que los ata, que no les permite ser libres para reconocer sus culpas, errores y pecados. Que puedan abandonar toda vida engañosa que el mundo les ha presentado y se dejen abrazar por tu misericordia y hacer una verdadera conversión.

Señor que todos hagamos un alto ante Tu presencia y con un corazón contrito, humillado seamos capaces de reconocernos pecadores y dejar que nos abraces para que podamos hacer una conversión sincera y empezar a vivir el cielo en la tierra. Amen!!

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