Esposas abandonadas 

“En cuanto a los casados, les ordeno, no yo sino el Señor: que la mujer no se separe del marido, mas en el caso de separarse, que no vuelva a casarse, o que se reconcilie con su marido, y que el marido no despida a su mujer. (1 Cor.10-11)”

Nadie se prepara para un abandono y menos después de contraer matrimonio libremente y a conciencia, como Dios lo instituye “ hasta que la muerte lo separe”.

Después de 20, 24 o más años de matrimonio un día se encuentra con una realidad impactante e inesperada, el esposo decide abandonarla por alguien más joven que, según él esa otra persona lo quiere más y le ofrece más atención, ternura, que le hace sentir más valorado e inclusive seguridad económica.

Después de ese impacto y de enfrentar la difícil realidad, llegan los cuestionamientos e incertidumbres sobre cómo procesar el peso emocional que queda y también cómo manejar la situación con los hijos que muchas veces se sienten culpables.

¡Cada caso es un mundo y sólo Dios conoce cada conciencia y tiene la llave de cada corazón!

El hombre y la mujer que se casan en el Señor por la Iglesia Católica están llamados a vivir su amor con características de unidad e indisolubilidad con las que está marcado el pacto conyugal. Esto se da apoyados en Dios quien, si se vive junto a Él, fortalece cada día el amor y el compromiso.

El matrimonio, de hecho, une a los esposos para toda la vida con un vínculo que el sacramento vuelve sagrado y no depende del arbitrio de los hombres (cf. Gaudium et Spes, 48).

 La esposa abandonada busca el único y verdadero amor en esa nueva etapa de su vida y que sólo Él le dará la fortaleza para seguir y no sentir soledad, tristeza, rechazo y todo lo que conlleva al quedar sola en un mundo secularizado que egoístamente busca felicidad sin tener en cuenta el plan de Dios para los esposos que contraen matrimonio sacramental e indisoluble. Se apoya en sus promesas y se refugia en el amor de Dios:

“No te dirán más «¡Abandonada!», ni dirán más a tu tierra «¡Devastada!», sino que te llamarán «Mi deleite», y a tu tierra «Desposada». Porque el Señor pone en ti su deleite y tu tierra tendrá un esposo. Como un joven se casa con una virgen, así te desposará el que te reconstruye; y como la esposa es la alegría de su esposo, así serás tú la alegría de tu Dios”. (Isaías 62,4-5 ).

Quien se ha quedado a la fuerza sola, sin buscar un nuevo matrimonio civil ni sacramental, convencida que su matrimonio sigue siendo válido a los ojos de Dios, se vuelve testigo del amor fiel de Dios que ha recibido como don por la gracia del sacramento del matrimonio y su testimonio de vida fiel a las promesas que hizo puede ayudar a aquellos que comparten la misma fe, a no fallar en la inviolabilidad del vínculo conyugal.

Un hombre que se va de su hogar es como un pájaro que abandona su nido.

(Prov.27,8 )

La mujer consciente de lo que pierden su familia, se apoya más en Dios y es refugio seguro para sus hijos y nietos. Lo mismo puede suceder cuando el hombre es el abandonado y se queda al cuidado de los suyos.

Luce Bustillo Schott

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba

Copyright © 2025 Encuentra by Juan Diego Network. Todos los derechos reservados.