La cultura del envase desprecia los contenidos.”
¿Y tú..? ¿Eres un anticuado con contenido o un envase vacío?. “Estamos en la plena cultura del envase”.
El contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo, el físico más que el intelecto y la misa más que Dios.
Así lo describe el periodista uruguayo Eduardo Galeano, quien con su gran talento para entender el mundo logra ponerle nombre y apellido a uno de tantos pensamientos que predominan en la actualidad.
Tanto envase tenemos que lo superfluo nos parece suficiente, hemos vaciado nuestra parte racional de nuestra caja de pensamiento para llenarla de migajas de información y prejuicios, los cuales solo pretenden implantarnos ideas de consumo y egocentrismo para seguir alimentando la premisa de fijarnos por encima y no a profundidad, desechando el fondo de las cosas, lo verdaderamente importante y esencial.
¿Qué vamos a comer? ¿En qué lugar costoso? ¿tiene relevancia esto mientras la familia se encuentre reunida? ¿De qué universidad vienes? ¿Qué celular tienes? ¿Qué coche traes? ¿La persona vale por su cascaron y marca? … conste que solo son preguntas.
Y es que cada vez es más común mirar con ojos que se cautivan con todo lo que resplandece a primera vista, más recordemos que no todo lo que brilla es oro.
Nos enganchamos con ideologías que resultan ser atractivas y de fácil salida, cuando en realidad poco a poco y silenciosamente van dañando a la persona. Somos una sociedad sobreexpuesta a resolver todo con violencia y a pensar con el menor esfuerzo. Con el aborto las madres aprenden a matar a sus hijos, con la eutanasia los hijos aprenden a matar a sus padres, con la eugenesia el gobierno aprende a matar a sus futuros ciudadanos, con los divorcios aprendemos a evitar el compromiso, con las redes sociales aprendemos a estar más solos, con la tecnología aprendemos a ser más inútiles, etc.
Somos la generación que se destruye a sí misma y que persigue su declive, “solo los peces muertos van con la corriente”, bien diría Diego Arranz en su libro que se titula con la misma frase, en donde muy atinado expone; “he llegado a la conclusión de que este mundo está loco, de verdad que sí. No entiendo a la mayoría de las personas, el porque prefieren la estabilidad, la comodidad y no se atreven a salir de sus barreras del confort. Que se enfoquen mejor a conocerse a sí mismos y dimensionar de que son capaces. No entiendo porque siempre siguen la corriente, como peces muertos y se dejan arrastrar por pensamientos de otras personas.”
Tal parece que la cultura del envase es para quienes siguen las masas en plena era de la posmodernidad, pues ir contra-corriente esta pasado de moda, quien no la acepte será llamado “anticuado” y “retrógrada”, ofensas de la que todos tratan de huir y no ser etiquetados, una verdadera trampa para quien se compra este discurso. Sin embargo, como bien señala G.K. Chesterton “a cada época la salva un pequeño puñado de hombres que tienen el coraje de ser inactuales”.
Martín Michel Rojas Rojas, en es.catholic.net/