Carta a Zlata, la niña escritora de Sarajevo Ojalá tu diario sea una bandera de paz. Que tanto tú como quienes lo leamos aprendamos a no cargar a los niños con culpas u odios que no son suyos. Por Leticia Soberón Hoy tú, nosotros, los contemporáneos, no tenemos ninguna culpa de los males que sucedieron en la historia anterior a nosotros, por la sencilla razón de que no existíamos. Y sin embargo, ¡cuántos niños reciben hoy desde muy temprana edad una enseñanza de la historia deformada por odios y vanaglorias heredados! Estos niños, sin culpa ni mérito, cargan con responsabilidades que no son suyas. Ellos, que instintivamente son amigos, se separan. Así se perpetúan los conflictos. ¡Qué inútil e ilógico modo de retrasar el avance de la paz! Zlata, sé que tú deseas fervientemente la paz para tu país. Deseas que no muera más gente de los pueblos que lo habitan. Sabemos que no hay paz sin justicia, ni hay justicia sin amor. Ojalá tu diario sea una bandera de paz. Que tanto tú como quienes lo leamos aprendamos a no cargar a los niños con culpas u odios que no son suyos. A formarlos en la tolerancia y la concordia. De lo contrario, estaríamos sembrando guerras para dentro de veinte años. En vez de formarlos como personas libres, los haríamos esclavos de la historia. Gracias, Zlata. La autora, psicóloga, doctora de la Universidad Gregoriana de Roma y una trabajadora incansable de los temas de paz. http://www.cartadelapaz.org Querida Zlata: Hoy estás en París. Por eso te escribo, esperando que la distancia y el sosiego de la paz vayan sanando tus heridas interiores. La guerra llegó a Sarajevo y llamó a la puerta de tu casa espaciosa y elegante en marzo de 1992. Hasta entonces parecía algo latente pero lejano. Tu familia acabó recluida en un sótano "feo, negro y maloliente", según tus propias palabras. Te pusiste a escribir un diario sobre cosas tan terribles. Un diario que hoy es un éxito editorial. Pero... ¡qué frívolos seríamos si lo único que viéramos en él fuera su cualidad de "best-seller"! Según algunos, como Mafalda, te niegas a comprender una guerra que ha dejado miles de niños sin colegio, sin parques, sin infancia, sin padres... Y sin vida. Tampoco quieres entender a los "políticos estúpidos", que buscan separar a croatas, serbios y musulmanes. Dices tú: "¿Acaso no han vivido siempre juntos?" Y se siente tu impotencia, tu rabia, tu inocencia perdida. Las guerras, Zlata, nos toman por sorpresa, pero se gestan durante largo tiempo. Posiblemente los gérmenes de esta guerra se iniciaron hace más de cincuenta años. Te extrañaría ver con qué inconsciencia la gente -incluso la buena gente- recibe, alimenta y transmite rencores históricos. Los daños recibidos en una familia, un pueblo, una etnia, provocan dolor. Si éste se estimula y se transforma en odio, si no se frena por un acto libre del grupo, una generación comunica a la otra, y ésta a la siguiente, el resentimiento de males acaecidos muchos años atrás. Con esto se tiene el combustible necesario de pasiones y odios para alimentar cualquier guerra, en cualquier época.