¡Vaya victoria la obtenida por la selección mexicana de fútbol ante Francia! Pocas veces se puede ver a un equipo tan superior a otro cuando en el papel, era absolutamente al revés.
Porque, cuando de sacar cuentas se trataba previo al Mundial, los optimistas daban por seguros los tres puntos ante Sudáfrica, se sabían las penurias que se tendrían que padecer ante los galos y finalmente, que el agarrón sería con Uruguay.
Ya instalados en la justa, el empate ante los locales planteó más dudas que certezas y por ello, se agigantaba un rival plagado de estrellas y buenos jugadores, nada más que enfrente se encontraron a un equipo dispuesto a matar o morir, jugando uno de los mejores partidos en la historia mundialista.
La alineación inicial del cuadro azteca tampoco presagiaba lo mejor. Andrés Guardado seguía en el banco, el “Guille” Franco porfiaba con jugar en el ataque en complicidad con el “Vasco” Aguirre y la capitanía cambiaba del brazo de Gerardo Torrado al de Rafael Márquez.
Luego vino la lesión de Carlos Vela, quién por cierto parece de cristal y el sorpresivo ingreso del “Dinamita” Pablo Barrera, dejando la sensación de que lo buscado por el técnico tricolor era salir del paso y jugarse todo el monte en una riesgosa y cara apuesta frente a los charrúas.
Sin embargo, en la cancha era abrumadora la superioridad del equipo mexicano y entonces, se produjo el ingreso de dos ídolos: Uno en ciernes y otro en el ocaso de su carrera y ambos respondieron anotando los goles de la victoria. Cuauhtémoc Blanco y el “Chicharito” hicieron delirar a toda la nación.
Independientemente de la posibilidad de que el gol de Javier Hernández haya sido precedido de un fuera de lugar o de que el penal sancionado a Barrera pueda resultar rigorista, lo cierto es que la superioridad tricolor fue abrumadora.
Del rival hay que decir que fue decepcionante. Imposible aspirar a ganar cuando no se hace un solo disparo a puerta. Da la impresión de que los jugadores galos están hartos de fútbol y lo que más desean es tomar el camino a casa..
Impresionante resultó el apoyo de casi 25 000 mexicanos que hicieron la fiesta en Polokwane, derramando alegría y tragándose todo el vino y la cerveza que había en millas a la redonda. Así es este pueblo cohetero e irigotoso pero hay que reconocer que, por esta vez, tenían algo que festejar.
El juego ante los clestes será de pronóstico reservado pero jugando así, podrían hasta calificar en primer lugar y así evitar a Argentina en la siguiente ronda.
Sin ponerse patriotero, se siente rico recordar la batalla de Puebla y el parte de guerra rendido por el General Ignacio Zaragoza al jefe supremo de las fuerzas armadas: “Señor Presidente, las armas de la República se han cubierto de gloria”