Se solicita la colaboración de la sociedad para encontrar al fútbol que caracteriza a los inventores del fútbol moderno. Llegó a Sudáfrica con etiqueta de favorito y solo ha logrado una magra cosecha de dos puntos, fruto de sendos empates. Su Liga, la más cara del orbe, con jugadores provenientes de todas partes y salarios que marean parece haberse descapitalizado de talento local. El director técnico, italiano de nacimiento, no parece encontrar la punta a la madeja y el planteamiento y los cambios parecen equívocos y tardíos. La “Rubia Albión”, siempre orgullosa y soberbia, conocedora de esos alcances que le permitieron desde la isla dominar al mundo, está postrada de rodillas ante la inminencia de una eliminación prematura.
Inglaterra no juega a nada y por eso, los rivales le faltan al respeto. Estados Unidos le pudo ganar y ellos no supieron sitiar la almena argelina, al grado de que no obstante acabar el juego con cuatro delanteros y dos medios de ataque, jamás crearon una oportunidad de gol ni un disparo franco a puerta.
Ahora se jugará el resto, como en un albur, ante el ríspido equipo de Eslovenia en un encuentro al que deberían arribar con el boleto a la siguiente ronda en la mano.
Históricamente los británicos acuden a la justa mundialista como uno de los favoritos pero ese síndrome del “pecho frío”, de la falta de hambre para partírsela en todos los encuentros y sectores de la cancha, motivan que solo hayan ganado una edición del Mundial, allá por el lejano 1966 cuando se jugó en su casa.
En el torneo de clubes más competitivo del planeta, la Copa de Campeones de Europa, “Champions” para los cuates, los ingleses han dominado la escena en los últimos tiempo. Manchester United, Chelsea, Liverpool y Arsenal no solo han competido sino alegrado la pupila de aquellos a los que nos gusta el fútbol sin trampa, abierto y generoso en la búsqueda del arco rival.
En ese sentido, no hay lugar para la queja aunque queda claro que ese nivel de excelencia solamente se consigue con el concurso de jugadores de importación, con el único “pero” que a la hora de convocar para la selección, los lugares fundamentales carecen de ocupantes.
Inglaterra extraña el gol porque no tiene delanteros y cuando el rival se le encierra, la imaginación de sus mediocampistas no alcanza para abrir el ostión. Por ello, corre el serio peligro de no poder horadar la cabaña de los eslovenos y con ello, salir por la puerta de atrás de esta justa mundialista.
Las huestes de Fabio Capello deben dar gracias a Dios porque a Estados Unidos un árbitro inepto le quitó un triunfo más que legítimo privándoles de asegurar la calificación. Al fútbol inglés le pregunto: ¿Donde estás, corazón? No oigo tu palpitar.