CHILE PIQUÍN

El fútbol chileno está de plácemes pues no es una cosa de todos los días ganar dos encuentros de Copa del Mundo y estar instalado en la cima del grupo H con seis dorados puntos.

Además, en México habita una gran colonia andina y los futbolistas de esa nacionalidad que han jugado en nuestro país se cuentan por legión, encabezando la lista un ídolo de los americanistas y, particularmente, el mejor extranjero que he visto, Carlos Reinoso.

Sin embargo, mire usted lo que son las cosas. Mientras que en otros grupos se puede calificar con menos unidades, la pobreza futbolística de Honduras, que seguramente volverá a casa sin un punto en las alforjas, permite la posibilidad de que haya un triple empate en el primer lugar y de esa manera, pese a obtener seis unidades, alguien se puede ir a casa.

En el fútbol no existe la lógica pero por lo visto en este Mundial, se puede vislumbrar el triunfo de Suiza ante los débiles catrachos que además están eliminados y que la “Furia Roja” venza a Chile. Si esto sucede con una diferencia de goles interesante, como cosa de locos, se podría dar que los pupilos de Marcelo Bielsa, se vieran obligados a tomar las de Villadiego.

Chile juega muy bien al fútbol, trata bien la pelota y se ha incorporado a la modernidad. Hasta antes de la “era Bielsa”, los rojos jugaban a ritmo de vals, con escaso fondo físico y exceso de filigrana.

Ahora integran un cuadro práctico, eficaz y que además ha tenido suerte, puesto que solo en la imaginación del juez saudita Khalil Al Ghamdí pudo ser expulsión el forcejeo del jugador suizo Valon Behrami al minuto 31 y que incidió en el resultado del partido.

Va de anécdota: Previo al Mundial de Francia 98 me tocó en suerte ser designado para dirigir un juego eliminatorio en Santiago de Chile. La selección local enfrentaría al cuadro de Venezuela en el estadio del Colo Colo, popular equipo de aquella nación.

La gente se portó de maravilla y nuestros anfitriones eran amables y solícitos hasta que en el encuentro, por cierto ganado con claridad por los chilenos al son de seis goles por cero, se presentó el siguiente incidente:

El eje del ataque era Iván Zamorano, extraordinario romperredes que militó en el Real Madrid y en el América de México, ídolo absoluto del público andino. Ese día marcó cuatro pepinos y eso que falló un penal.

En algún momento, le mostré amarilla por tirarse un clavado en el área y el juego acabó sin incidentes.

En la cena, nuestros acompañantes contestaban a la plática con monosílabos, evidentemente molestos, por lo que pregunté qué pasaba. “Es que amonestaste a Iván y queda suspendido para el juego ante Uruguay”. ¡Chín, que pena!

Ni modo, así se vive el fútbol en Chile.

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