¿Cómo aprender a discernir las llamadas de Dios en la propia vida? Responde el obispo de la ciudad de la mística y doctora de la Iglesia en una carta pastoral con motivo de su Año Jubilar
¿Cómo tomar en conciencia decisiones de vida? Y, ¿cómo hacer que estas decisiones se conviertan en camino de la santidad?
Monseñor José María Gil Tamayo, obispo de Ávila, ha ofrecido una guía al inspirarse en el ejemplo de la gran santa de su ciudad, Teresa de Jesús, en una carta pastoral “Con motivo del Año Jubilar por el cuarto centenario de la canonización de la santa”.
El prelado, en su misiva, aclara: “No todos tenemos que ser místicos, reformadores o monjas carmelitas; sí, todos tenemos que saber cómo escuchar la llamada de Cristo y cómo decidirnos a seguirlo”.
Diferentes llamadas
Monseñor Gil Tamayo comienza explicando que “un creyente recibe varias llamadas a lo largo de su camino en este mundo. Algunas son especialmente significativas: la llamada a la vida, cuando nace; a la fe, cuando es bautizado; a la intimidad con el Resucitado, en su preparación y recepción de la Confirmación y la Eucaristía; y a un estado de vida concreto -el matrimonio, la consagración religiosa, el ministerio sacerdotal o el compromiso laical-, cuando discierne su vocación; a una tarea específicamente delicada y, finalmente, a abrazar definitivamente al Padre, una vez purificado plenamente en su amor, cuando le llega el momento de la muerte”.
“Junto con éstas, hay otras llamadas del Señor más sencillas y discretas, menos ‘espectaculares’, pero que van jalonando la fidelidad de nuestro seguimiento: la llamada a optar siempre por Jesucristo y, con Él y desde Él, por el bien cuando soy tentado, a ayudar cuando tengo posibilidad, etc.”.
El discernimiento
Para descubrir todas esas llamadas, sean grandes o pequeñas, el obispo invita a pedir “un don del Espíritu Santo, que es el discernimiento”.
“Sin él, podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento o de ideologías que distorsionan la vida cristiana”.
El discernimiento, aclara el obispo, “es la capacidad que recibe el ser humano para poder escuchar, a través de los acontecimientos y circunstancias cotidianas, la voz de Dios; para poder ser fascinados por el bien, la belleza y la alegría que se desprenden de su voluntad y para poder así determinarse a cumplirla con diligencia”.
Por este motivo, la carta pastoral pregunta: “¿cómo podemos discernir adecuadamente? ¿Qué se requiere?”.
Para responder a estas preguntas, propone el ejemplo de santa Teresa de Jesús, en particular, distinguiendo “tres llamadas importantes”, que experimentó en su existencia terrena.
La primera llamada, optar por la Verdad
La primera llamada, según el obispo, es el misterio más profundo de la fe: “reconocer a Dios y su verdad en nuestra vida”.
Santa Teresa, explica monseñor José María Gil Tamayo, recibió esta llamada siendo niña.
“Dios la invita a quedar fascinada por el reconocimiento de su verdad, de su eternidad y de su grandeza”.
Para responder a esta llamada de Dios, el reconocimiento de su Verdad en nuestras vidas, Santa Teresa ofrece con su vida varios consejos, recogidos por monseñor José María Gil Tamayo:
-“El ejemplo de los santos, cuyas vidas leía”.
-“El mismo hábito de la lectura, que supone silencio y reflexión”.
-“La compañía de sus hermanos, con quienes compartía libros y sueños”.
-“El ‘gusto’ interior, esa facultad que tradicionalmente se identifica con don de la sabiduría, que consiste en la capacidad de saborear espiritualmente el ‘buen gusto’, la paz y la alegría, que proceden de Dios”.
La segunda llamada, la vocación
El obispo continúa después analizando la segunda llamada que Teresa recibió en plena adolescencia, “cuando andaba enredada con fantasías propias de la edad”. De hecho, se definía “como ‘enemiguísima de ser monja’”.
“Sin embargo, el ejemplo de una amiga y el acompañamiento espiritual de la agustina María de Briceño, le harán descubrir que Dios quería de ella lo que precisamente tanto rechazaba. A pesar del disgusto inicial de su padre, decide responder a la llamada de Cristo entrando en el Monasterio de la Encarnación”.
El obispo recoge estos elementos importantes en el discernimiento de la propia vocación, inspirado en el ejemplo de la santa:
-“La necesidad de un ‘hermano mayor en la fe’, de un director espiritual cuya escucha y cuyos consejos nos ayuden a ser discípulos de Cristo”.
-“La importancia de la oración, en la que es introducida durante su estancia adolescente en el Convento de Nuestra Señora de Gracia”.
-“La atención al lenguaje de los deseos. Santa Teresa hace una experiencia parecida a la de san Ignacio durante su convalecencia en Loyola. Se imagina a sí misma a veces fuera del convento -que ella describe como ‘el gusto de mi sensualidad y vanidad’- y otras veces siendo monja. Aunque ambas cosas le atraían, descubría que lo que verdaderamente le llenaba de alegría y correspondía a sus verdaderos deseos era entregarse a Cristo”.
Esa llamada fue para ella tan decisiva que la recuerda con frecuencia, a fin de tomar valor para afrontar otros retos. “Cuando de esto me acuerdo no hay cosa que delante se me pusiese, por grave que fuese, que dudase de acometerla”.
“Jesús mismo señala la importancia de volver al amor primero (Apocalipsis 2, 4). El revivir las llamadas más importantes y decisivas de Cristo, así como de nuestra respuesta sostenida por la gracia de su Espíritu, es lo que nos permite seguir discerniendo y respondiendo después en medio de las diferentes pruebas de la vida”, explica la carta pastoral.
La tercera llamada: la conversión definitiva
Inspirado en el ejemplo de la santa, el obispo presenta la tercera llamada, la “conversión definitiva” que debe experimentar todo seguidor de Jesús para purificar su fe y vida, centrándolas en el Señor.
Recordando la vida de santa Teresa, monseñor Gil Tamayo constata: “Si en la primera [llamada], siendo niña, conoce a Dios y en la segunda, de adolescente, descubre su vocación, en esta tercera se consolida en el camino de la oración contemplativa”.
El obispo cita las palabras de la santa para recordar el momento de esa conversión, ante la imagen “de Cristo muy llagado” que, “en mirándola, todo me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía”.
Para responder al llamado de Dios a la entrega total a Él, el obispo ofrece un solo consejo, inspirado en la santa: “Lo decisivo en este discernimiento es la concentración del corazón en Cristo, el amor a Él sobre todas las cosas, nacido de la contemplación del grande e infinito que Él nos tuvo. Cuando uno realmente ama a Jesús, sabe cómo escucharlo y desea complacerlo”.
Conclusión: la llamada del día a día
Monseñor Gil Tamayo reconoce: “a la luz de estas tres grandes llamadas, santa Teresa supo afrontar después las otras muchas que recibe a lo largo de su vida”.
Estos consejos, inspirados en santa Teresa de Jesús, concluye el obispo, introducen en alma en un dinamismo que “lleva a discernir la voluntad de Dios en los acontecimientos cotidianos”.
Matilde Latorre
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