PRESENTACIÓN DE BENEDICTO XVI DEL LIBRO "LA ÚLTIMA VIDENTE DE FÁTIMA"ESCRITO POR EL CARDENAL TARCISIO BERTONE Al señor cardenal TARCISIO BERTONE Secretario de Estado En las páginas del libro "La última vidente de Fátima" usted, venerado hermano, ha recogido muchos recuerdos para que no queden sólo como un valioso bagaje de emociones personales, sino que, tratándose de acontecimientos que marcaron a la Iglesia en el último tramo del siglo XX, se entreguen a la memoria colectiva como huellas no exentas de significado en su historia secular. En realidad, el capítulo que trata de la publicación de la tercera parte del secreto de Fátima lo vivimos juntos en aquel memorable tiempo que fue el jubileo del año 2000: yo en calidad de prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe y usted como secretario de ese mismo dicasterio. El gran Pontífice que me precedió, Juan Pablo II, fecundo en inspiraciones proféticas y personalmente convencido de que "la mano materna" de la Virgen había desviado la bala que podría haber sido mortal para él, vio que había llegado el momento de disipar el halo de misterio que envolvía la última parte del secreto confiado por la Virgen a los tres pastorcitos de Fátima. Se encargó de ello la Congregación para la doctrina de la fe, que conservaba el valioso documento escrito por sor Lucía. Fue un tiempo de luz, no sólo porque así todos pudieron conocer el mensaje, sino también porque así se manifestó la verdad en el confuso marco de las interpretaciones y especulaciones de tipo apocalíptico que circulaban en la Iglesia, creando turbación entre los fieles, en vez de invitarlos a la oración y a la penitencia. Sin embargo, por otra parte, se podía constatar el consolador desarrollo de la piedad mariana, auténtica fuente de vida cristiana, en torno al imponente santuario surgido en Fátima, y en todas las partes del mundo donde la devoción a la Virgen, bajo la influencia de las apariciones de Fátima, se arraigaba profundamente en la fe del pueblo, invitando a hombres y mujeres a consagrarse al Corazón Inmaculado de María. Los coloquios entre la vidente, la última que quedó de los tres pastorcitos, y usted, como obispo enviado por el Papa, no sólo fueron una importante constatación de la veracidad de los hechos, sino también ocasión para conocer la límpida frescura del alma de sor Lucía, la inteligencia del corazón típica de su feminidad, manifestada en una sólida fe cristiana. También a través de la experiencia de esta humilde religiosa se trasluce el papel de la Virgen María, que acompaña al cristiano con mano materna en medio de las pruebas de la vida. Yo mismo me encargué de redactar el comentario teológico de ese acontecimiento, después de haber orado intensamente y meditado profundamente en las palabras auténticas, contenidas en los folios escritos por sor Lucía, de la tercera parte del secreto de Fátima. Me ha quedado impresa, como síntesis y valioso coronamiento, la consoladora promesa de la Virgen santísima: "Mi Corazón Inmaculado triunfará". Como escribí: "El fiat de María, la palabra de su corazón, ha cambiado la historia del mundo, porque ella introdujo en el mundo al Salvador, porque gracias a este "sí" Dios pudo hacerse hombre en nuestro mundo, y así permanece ahora y para siempre". Y añadí: "Desde que Dios mismo tiene un corazón humano y de ese modo ha dirigido la libertad del hombre hacia el bien, hacia Dios, la libertad hacia el mal ya no tiene la última palabra" (L\\'Osservatore Romano, edición en lengua española, 30 de junio de 2000, p. 11). El mensaje de Fátima es una confirmación ulterior de esto. Sobre todos los que lean el testimonio dado en este libro invoco la protección de la Virgen santísima de Fátima, y a usted, señor cardenal, y al doctor Giuseppe De Carli, que compartió con usted el esfuerzo de la redacción de estas memorias, les imparto la bendición apostólica. Vaticano, 22 de febrero de 2007 BENEDICTO XVI