MENSAJE DEL PAPA BENEDICTO XVI A SU SANTIDAD BARTOLOMÉ I,
ARZOBISPO DE CONSTANTINOPLA, PATRIARCA ECUMÉNICO A Su Santidad
BARTOLOMÉ I
Arzobispo de Constantinopla
Patriarca ecuménico
La fiesta de san Andrés apóstol, hermano de san Pedro y patrono del Patriarcado ecuménico, me brinda la oportunidad de transmitir a Su Santidad mis mejores deseos, acompañados de mi oración, de una abundancia de dones espirituales y bendiciones divinas.
«Alegraos en el Señor siempre; os lo repito: alegraos» (Flp 4, 4).
Estas palabras de san Pablo nos exhortan a compartir nuestra alegría en esta feliz ocasión. La fiesta de san Andrés, al igual que la de san Pedro y san Pablo, nos permite cada año expresar nuestra fe apostólica común, nuestra unión en la oración y nuestro compromiso común de fortalecer nuestra comunión.
Una delegación de la Santa Sede, encabezada por mi venerado hermano el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, participará en la solemne Divina Liturgia que usted, Santidad, presidirá juntamente con los demás miembros del Santo Sínodo.
Conservo en mi corazón vivos recuerdos de mi participación personal, el año pasado, en la celebración de esta fiesta en el Patriarcado ecuménico, y recuerdo con profunda gratitud la afectuosa acogida que me dispensaron en esa ocasión. Aquel encuentro, la presencia de mi delegado este año en El Fanar y la visita de una delegación de la sede de Constantinopla con motivo de la fiesta de san Pedro y san Pablo, en Roma, son signos auténticos del compromiso de nuestras Iglesias por una comunión aún más profunda, reforzada por relaciones personales cordiales, por la oración y por el diálogo de caridad y verdad.
Este año damos gracias a Dios en particular por el encuentro de la Comisión mixta, que tuvo lugar en Rávena, ciudad cuyos monumentos hablan de forma elocuente de la antigua herencia bizantina que nos ha transmitido la Iglesia indivisa del primer milenio. Que el esplendor de esos mosaicos impulse a todos los miembros de la Comisión mixta a dedicarse a su importante tarea con renovada determinación, fieles al Evangelio y a la Tradición, siempre atentos a lo que inspira hoy el Espíritu Santo a la Iglesia.
Aunque el encuentro de Rávena no careció de problemas, pido sinceramente a Dios que dichos problemas se puedan aclarar y solucionar cuanto antes, a fin de que se dé una participación plena en la undécima sesión plenaria y en las sucesivas iniciativas orientadas a proseguir el diálogo teológico con caridad y comprensión mutuas.
En efecto, nuestro compromiso en favor de la unidad responde a la voluntad de Cristo, nuestro Señor. En estos primeros años del tercer milenio, nuestros esfuerzos son más urgentes a causa de los numerosos desafíos que todos los cristianos debemos afrontar y a los que debemos responder con una sola voz y con convicción.
Por eso, deseo asegurarle una vez más el compromiso de la Iglesia católica de promover relaciones eclesiales fraternas y perseverar en nuestro diálogo teológico, con el fin de acercarnos a la comunión plena, como afirmamos en nuestra Declaración común publicada el año pasado al concluir mi visita a Vuestra Santidad.
Una vez más, nos impulsan las palabras de san Pablo a los cristianos de Filipos, con las que los exhorta a buscar la perfección a través de la imitación de Cristo, y les recuerda: «Sigamos adelante desde el punto a donde hayamos llegado» (Flp 3, 16).
Con estos sentimientos de afecto fraterno en el Señor, lo abrazo a usted, Santidad, y a todos los miembros del Santo Sínodo. Saludo también a los fieles ortodoxos, orando para que la paz y la gracia del Señor estén con todos vosotros.
Vaticano, 23 de noviembre de 2007