Por Sheila Morataya
Querido Jesús:
Te escribo en medio de esta Pandemia, atemorizada como muchos, pero llena de esperanza, en tu amor infinito.
Quisiera que mi alma te adorará cada segundo que pasa.
Quisiera que toda mi actividad subiera como el más delicioso de los inciensos hasta ti.
Quisiera que supieras que el fuego que desatas en mi corazón no se parece al de la tierra.
Me recuerdas este pasaje de las Escrituras, cuando Jeremías te dice: “Por eso decidí no recordar más a Yavé, ni hablar más en su nombre, pero sentía en mí algo así como un fuego ardiente aprisionado en mis huesos, y aunque yo trataba de apagarlo, no podía.” (Jer. 20, 9)
Quisiera comprender por qué siempre me has dejado tan sola… por qué nunca quisiste que encontrará un director espiritual. Sólo quisiera… son preguntas de una mujer enamorada…
Hubiera sido quizá menos doloroso… Hubiera dado menos tumbos…. Quizá yo misma no me hubiera golpeado tanto.
Los ojos se llenan de lágrimas porque me conmueve lo que estás hacienda en mi alma. Me ha dicho que es tu pedagogía, que así tratas a los que amas, con ternura y misericordia.
No lo comprendo… tanto amor me sobrepasa. No lo merezco. y como nunca antes, hoy palpitas en mí.
Esto es lo que me ha enseñado la cuarentena… que soy una mujer contemplativa… que no necesito nada más que tu Mirada… Que me urge poder mirar Tu rostro… Tú Hermosura… Tú Luz… Y es cuando acudo a las Escrituras y las abro al azar, la boca de Dios, la llamaba San Francisco de Asís, para escucharte y conocer tu voluntad en mí. Y nos dices a todos que confiemos en la Providencia, que amemos, que no tengamos miedo de ir más allá.
“Jesús fijó su mirada en él, le tomó cariño y le dijo: “Sólo te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme”. (Marcos 10, 21)
No me sorprende que le hayas pedido abandonarlo todo por ti, sueles pedirlo todo Me sorprenden estas palabras: “Fijó su mirada en él y le tomó cariño”. Imagino esa experiencia, sentir tu mirada amorosa, que atraviesa el alma.
Me miras… Me miras como solo quizá tú Santa Madre me ha mirado… y solo ahora sé que todo esto que me pasa se llama “Gracia”.
Quizá, soy sincera cómo nunca, finalmente acepte que soy esta alma, dispuesta a darte todo y vivir para ti. No la mujer que veo en el espejo, pero sí un alma, que te ama apasionadamente Jesús.
Señor Tú palpitas en todo mi ser….
Tú te haces sentir en cada célula de mi cuerpo….
Sueño que llegue la noche para poder estar a solas contigo…
Anhelo despertar de madrugada para entrar en tu Sagrado Silencio…
Hay muchos días en los que quisiera solo vivir en silencio…
Dios de Dios… Luz de Luz… Dios verdadero de Dios Verdadero…
¡Cuánto amo masticar estas palabras!
Sheila Morataya
Austin, TX
www.sheilamorataya.com
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En la búsqueda del amado, el es el primero que sale a amar. Dejarse amar por El y seguirlo es decision que necesita ser renovada dia a día. Dios te bendiga siempre.
Amiga ! Una oración escrita en voz alta !
Hermosa reflexión testimonial Bo estamos solos…. nunca lo hemos estado. Estamos en más manos del Señor. Mil bendiciones Sheila!