El 5 de enero, el Arzobispo Gómez celebró una Misa de exequias por el Papa Emérito Benedicto XVI, en el día en que el difunto pontífice fue sepultado en Roma. Lo que sigue es una adaptación de su homilía.
He tenido el privilegio de conocer a tres Papas y de desempeñar mi ministerio bajo sus órdenes: San Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI y el Santo Padre actual, el Papa Francisco.
Cada uno de ellos tiene su personalidad y estilo pastoral propios y distintivos. Para mi propio ministerio, yo me inspiro y me guío por todos ellos, por sus palabras y, más aún, por su ejemplo.
Siempre le estaré agradecido al Papa Benedicto porque él me eligió para ser arzobispo de aquí, de Los Ángeles. Ha sido la bendición de mi vida ser el pastor de ustedes.
Por mi trato con él, pude ver que el Papa Benedicto tenía un espíritu fino y amable, que era un hombre maravilloso. Él ciertamente fue un gran maestro y teólogo bíblico y una de las mentes más brillantes de la historia de la Iglesia y de la civilización occidental.
Pero lo recordaré, sobre todo, por su amabilidad para conmigo y por su profunda humildad.
Nuestro Papa emérito puso a Jesucristo en el centro de su vida. Y el hecho de conducir a hombres y mujeres a la amistad con Jesús era el propósito de su vida.
En su primera homilía como Papa, él nos dijo: “Solo cuando encontramos en Cristo al Dios vivo, conocemos lo que es la vida… Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerlo y comunicar a los otros la amistad con él”.
Podemos ver este hermoso encuentro en el relato evangélico de la vocación de Natanael.
Nuestra vida cristiana, la vida de la fe, empieza siempre con una invitación. Empieza en la amistad, en el testimonio, cuando un corazón le habla a otro acerca del amor que han encontrado en Jesús.
Esta historia que escuchamos hoy se remonta a los primeros días del ministerio público de Jesús. Felipe acaba de conocer a Jesús y ha comenzado a seguirlo. Y va luego a invitar a su amigo Natanael. Le dice, simplemente, “Ven a ver”.
Felipe formula esta amable invitación y Jesús hace el resto.
El Papa Benedicto tiene razón: ¡No hay nada más hermoso que dejarse sorprender por el Evangelio! ¡Nada más bello que encontrarse con Jesús!
Él comprendió que el mundo moderno se está alejando de Dios, que la fe se está desvaneciendo del corazón de muchas personas, que nuestra sociedad se está volviendo fría e intolerante hacia la religión.
Pero también sabía que Dios no ha dado por terminada su creación, que no ha terminado de construir su reino en la tierra. Jesús sigue llamando, sigue tocando a la puerta de cada corazón humano.
El Papa Benedicto nos recordaba que la misión de la Iglesia es la misión de Cristo: la misión de buscar y salvar a los que están perdidos. Esto no atañe tan solo a los papas y a los obispos, a los sacerdotes y a los religiosos. ¡Todos nosotros compartimos esta misión! Cada uno de nosotros, los que hemos sido bautizados.
Cada uno de nosotros es llamado —cada quien a su modo y en su propia vida— a ser como Felipe, a hablarle a otros del amor que tenemos por Jesús y de nuestra amistad con Él, a llamar a otros y decirles: “Vengan a ver”.
Es un hecho real, cuando nosotros nos encontramos con el Dios vivo en Jesucristo y lo seguimos, nuestra vida cambia.
Dejarse sorprender por el Evangelio es descubrir la verdad acerca de nuestra procedencia y del objetivo de nuestra vida.
Hermanos y hermanas, Jesús nos conoce y ama a cada uno de nosotros, tal y como conoció y amó a Natanael. En la primera lectura de hoy escuchamos decir: “porque Dios es más grande que nuestra conciencia y todo lo conoce”.
Y Jesús les hace a ustedes la misma promesa que le hizo a Natanael: cuando ustedes se acerquen a Él, les dirá, “mayores cosas has de ver”.
Cuando permitimos que su amor llene nuestros corazones, la puerta del cielo se abre ante nosotros. Vemos con certeza que caminamos a la luz de su presencia, en compañía de los ángeles y de los santos. Las pequeñas cosas de nuestra vida cotidiana se convierten así en una escalera que nos lleva al cielo.
Tengo la certeza de que el Papa Benedicto será recordado entre las grandes figuras de la historia de la Iglesia.
Pero ahora que él mira el rostro de Dios y escucha su voz, su legado no será uno de grandes palabras y libros importantes.
Su legado serán las innumerables almas que encontraron un amigo en Jesús a través de su amor, a través de su amable invitación a “Venir y ver”.
¡Honremos su memoria renovando nuestra propia amistad con Jesús, y dedicándonos, una vez más, a la hermosa tarea de hacer que los demás se dejen sorprender por el Evangelio!
Que María Santísima ruegue por nosotros y nos cubra a todos bajo el manto de su protección.
Los escritos, homilías y discursos del arzobispo se pueden encontrar en ArchbishopGomez.com
El obispo José H. Gomez es actualmente Arzobispo de Los Ángeles, California, la comunidad católica más grande en USA. Es también Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos y forma parte de la Comisión Pontificia para América Latina.
En su ministerio, el Arzobispo José Gómez anima a la gente a seguir a Jesucristo con alegría y sencillez de vida, buscando servir a Dios y a sus vecinos en sus actividades diarias ordinarias.
Ha desempeñado un papel decisivo en la promoción del liderazgo de los hispanos y las mujeres en la Iglesia y en la sociedad estadounidense. Es miembro fundador de la Asociación Católica de Líderes Latinos y de ENDOW (Educación sobre la Naturaleza y la Dignidad de las Mujeres).
Durante más de una década, el Arzobispo Gómez ha sido una voz clara sobre cuestiones morales y espirituales en la vida pública y la cultura estadounidense. Ha desempeñado un papel principal en los esfuerzos de la Iglesia Católica para promover la reforma migratoria y es autor, entre otros libros, del titulado: Inmigración y la próxima América: renovando el alma de nuestra nación.