El presente comentario responde a una preocupación de hace años. Como cristiano primero, como sacerdote y profesor de Sagrada Escritura después, siempre he echado de menos comentarios fáciles, sencillos, asequibles que pusieran las riquezas de la Palabra de Dios al alcance de los cristianos corrientes.Los estudios bíblicos han progresado muchísimo, pero el Pueblo de Dios sigue lejos de la Biblia. Tal vez sea la falta de este tipo de comentarios una de las causas. Estos sencillos comentarios pretenden trazar un puente entre la exégesis científica y la lectura creyente de los hombres y mujeres de hoy.Mi objetivo, por tanto, es claro: acercar la Palabra de Dios a la gente y acercar la gente a la Palabra de Dios. Para ello no he ahorrado esfuerzos de claridad. Y sobre todo me he colocado en una actitud muy vital, pues la Sagrada Escritura ha sido inspirada para que hable de hecho a los hombres en su vida concreta e ilumine su camino.Todo el comentario está basado en la más exacta fidelidad al texto bíblico. He tenido en cuenta las aportaciones de la mejor exégesis, pero nunca he entrado a justificar exegéticamente las explicaciones y he eludido positivamente toda referencia técnica. Soy consciente de que muchas veces he ido en mi comentario más allá del texto, pero ha sido en mi afán de actualizarlo de modo que ilumine la vida práctica de los creyentes; otras veces simplemente he recogido virtualidades o sugerencias que brotan del texto mismo, o he aplicado el criterio que el Concilio llama «atención a la unidad de toda la Sagrada Escritura» (DV 12). Según el principio origeniano de «la Sagrada Escritura es intérprete de sí misma».Orientaciones para la lectura de la Palabra«Habla, Señor...»1.- La lectura de estas páginas no tiene sentido sin una referencia continua al texto bíblico. No pretenden sustituir a la Palabra de Dios, sino ayudar a entender mejor y a aplicarla a la propia vida. Por eso sugiero que se lea primero el texto que uno se propone meditar, que le deje hablar, que se deje interpelar por él; sólo en un segundo momento se debe leer el comentario...para volver de nuevo al texto bíblico.2.- Dios nos ha revelado su palabra para dársenos a conocer El mismo y sus planes, para que entremos en comunión con El. Por tanto, hay que evitar a toda costa quedarse en «ideas». La lectura o meditación de la Palabra de Dios debe ponernos en contacto con El. Se trata de escucharle a El. Para ello es preciso ponerse en clima de oración, estar en presencia de Dios, atender al Dios que nos habla. Nada más contrario a la verdadera lectura de la Biblia que una lectura puramente intelectual, fría, impersonal...3.- Aun contando con la ayuda de este comentario, con las notas de la propia Biblia o con otras ayudas, la Palabra de Dios es siempre misteriosa. Supera nuestra lógica humana, nuestra razón. Por eso necesitamos invocar al Espíritu Santo, para que El nos ilumine «por dentro» lo que la Biblia nos dice «por fuera».4.- Como además hay en nosotros suciedad y desorden, fruto del pecado, necesitamos acercarnos a la Palabra de Dios con un corazón contrito y humilde, pidiendo que no manipulemos la Palabra de Dios haciéndole decir lo que a nosotros nos gusta. Es decir, hemos de acercarnos a ella en actitud de conversión, dispuestos a dejarnos transformar por la Palabra de Dios.5.- Por la misma razón, hay que procurar ser objetivos. No tener demasiada prisa en ver «qué me dice» este texto a mí. Es muy fácil proyectar en la Palabra de Dios nuestras ideas o experiencias, nuestros gustos o nuestros planes... Por eso, antes de preguntarme «qué me dice», debo buscar atentamente «qué dice» el texto en sí mismo, con objetividad. Sólo en un segundo momento debo prestar atención a lo que me dice a mí, en mis circunstancias concretas, en mi vida personal o familiar, en mi trabajo o en mis dificultades... pero desde la objetividad del mensaje que Dios ha querido comunicar en ese texto.6.- Esto supone una profunda actitud de escucha. Escucha quiere decir atención, acogida, docilidad, obediencia. Quiere decir salir de mí mismo y ponerme a disposición del Dios que me habla. Quiere decir deseo de dejarme transformar por dentro. Quiere decir deseo de poner en práctica aquello que Dios me dice...7.- En la lectura de la Biblia en grupo es necesario tener en cuenta además que el Señor puede hablarnos a través de los demás y puede servirse de nosotros para hablar a los demás. Por eso es necesario evitar la tentación de buscar ideas originales o bonitas, hay que evitar discusiones inútiles (las dudas se podrán aclarar en otro momento; ahora lo que importa es escuchar lo que Dios nos dice), hablar por hablar o que alguno o algunos acaparen todas las intervenciones...
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