Reacción de los discípulos

"Entonces, oyéndole muchos de sus discípulos, dijeron: Dura es esta enseñanza, ¿quién puede escucharla?"

Ya no se trata de los que se oponen al Señor, sino de discípulos. Surge entre los discípulos un fruto amargo de crítica y falta de fe. No pueden entender que un hacer milagroso y divino va a entrar, como gran novedad, en la historia de los hombres. ¿Si no entienden esto, como entenderán el misterio de la Encarnación, por la cual aquel hombre que tienen delante es Dios y hombre verdadero? Realmente es un problema de fe en la Omnipotencia de Dios. No pueden entender un amor de Dios que se da hasta la locura para estar unido a los hombres, de un modo espiritual y de un modo físico, de modo que tengan su misma vida en ellos por siempre. "Jesús, conociendo en su interior que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os escandaliza? Pues, ¿si vierais al Hijo del Hombre subir a donde estaba antes?"(Jn). Que es lo mismo que decirles: ¿Qué pasaría si vierais al mismo Dios en eterna comunión entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo? Esta es la finalidad de la fe: aceptar que ese Jesús es Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero. Para creer deben aceptar el testimonio del Padre, que les habla desde dentro por la gracia, y desde fuera por los milagros, y una doctrina que es, a la vez, antigua y nueva. "El espíritu es el que da vida, la carne de nada sirve: las palabras que os he hablado son espíritu y son vida." De esto se trata: de vivir según el espíritu, de ser verdaderamente espirituales y entonces se entienden las cosas del amor de Dios. Si se vive inmerso en las cosas de la tierra se entiende poco o nada.

Jesús mira alrededor. Estudia los rostros asombrados, y dice la triste verdad: "sin embargo, hay algunos de vosotros que no creen. En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que le iba a entregar". Judas ya ha cedido a la tentación diabólica de la falta de fe. Ya no cree en lo más íntimo de su corazón. Y con él otros. "Y decía Jesús: por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí si no le fuera dado por el Padre. Desde entonces muchos discípulos se echaron atrás y ya no andaban con él"(Jn). Es un momento duro. Muchos le abandonan. Es una desbandada. Pero, ¿Es que hubiera sido mejor ceder y no manifestar que Dios es Amor hasta el punto de entregarse en Cristo a los hombres como Pan eucarístico?

Los apóstoles callan. Es lo más triste que ha ocurrido hasta entonces: "Entonces Jesús dijo a los doce: ¿También vosotros queréis marcharos?" Jesús no les fuerza. Si quieren seguirle, deben creer hasta el final. No se trata sólo de unas cuantas reglas morales más o menos exigentes. Se trata de seguir un amor total, una vida nueva. Una fe entera y recia, confiada sólo en la persona del Maestro, del que saben –lo han experimentado ya- que es el único Camino, Verdad y Vida- "Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios". Pedro confiesa su desconcierto pero, a la vez, reafirma su fe en que Jesús sabe y puede más. Él sólo sabe que unido a Cristo ha experimentado lo que nunca había vivido; sabe su veracidad, su palabra auténtica. Sabe que es el Mesías. Sabe que es el amor lo que siempre mueve al Señor. Sabe que él es un pobre hombre, los pecados de los hombres y prefiere las palabras de “vida eterna” de Jesús. Aunque toma la representación de todos, no sin audacia, diciendo nosotros, cuando debía hablar de sí mismo Y Jesús, que sabe lo que hay en el interior del hombre, de cada hombre responde: “¿No os he elegido yo a los doce? Sin embargo, uno de vosotros es un diablo. Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, pues éste, aun siendo uno de los doce, era el que le iba a entregar"(Jn).

El momento de la manifestación del amor llevado a comunión queda empañado por la declaración de que uno de ellos es un diablo. Las emociones han sido fuertes aquel día; en que la fe y el amor con el dolor se unen de un modo nuevo.

Reproducido con permiso del Autor,

Enrique Cases, Tres años con Jesús, Ediciones internacionales universitarias

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Un comentario

  1. Excelente comentario a la Palabra de Dios. Hoy vivimos d muchos compromisos y muy pocas opciones. Al Señor hay que tomarlo en serio y ya está.

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