La plenitud de gozo

 "Dentro de un poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver".

Y, de nuevo, el anuncio de lo que va a venir vuelve a las palabras de Jesús. Parece que es un pensamiento insistente largamente meditado, imparable. "Dentro de un poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver". Los apóstoles se desconciertan. se miran y se dicen unos a otros: "¿Qué es esto que nos dice: Dentro de un poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver, y que voy al Padre? Decían pues: ¿Qué es esto que dice: Dentro de un poco? No sabemos lo que dice". Parece que la oscuridad de la noche y la tentación actúe ya en sus mentes; no perciben lo que tan claramente se les ha dicho tantas veces. Sólo se dan cuenta de que se acerca una separación que no entienden, ni quieren. "Conoció Jesús que querían preguntarle y les dijo: Intentáis averiguar entre vosotros acerca de lo que he dicho: dentro de un poco no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver. En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, en cambio el mundo se alegrará; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo"(Jn). No se les va a ahorrar el dolor y la tristeza, pasarán por la muerte, sabrán lo que significa el poder del pecado de la muerte y del diablo. Todo será oscuridad, pero no deben perder la esperanza, la tristeza será transitoria, y sucederá a la noche un nuevo día, una alegría mayor que todas las que han experimentado. Va a ser como un nuevo nacimiento. "La mujer, cuando va a dar a luz, está triste porque llegó su hora, pero una vez que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la tribulación por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. Así pues, también vosotros ahora os entristecéis, pero os volveré a ver y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo. En aquel día no me preguntaréis nada"(Jn), y entonces ya no preguntarán porque se habrá hecho la luz en su inteligencia tan torpe, hasta entonces, la alegría de la resurrección les llenará y comprenderán con la ayuda del Espíritu.

Pero para llegar hasta aquí deben pedir con fe. Nada se les va a negar. "En verdad, en verdad os digo: si algo pedís al Padre en mi nombre, os lo concederá. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo"(Jn). Pedir en el nombre de Jesús, es pedir en nombre del Amado, del que siempre dice que sí al Padre, del que, como hombre, ha vencido a los enemigos del hombre. En nombre de aquel que les ha llamado amigos de verdad y los ha hecho hijos de Dios, con Él. Entonces alcanzarán un gozo nuevo.

El tono de la conversación se va haciendo más íntimo. Jesús habla cada vez más con el alma en la mano. Todos escuchan conteniendo la respiración. "Os he dicho estas cosas por medio de comparaciones. Llega la hora en que ya no hablaré por comparaciones, sino que abiertamente os anunciaré las cosas acerca del Padre. Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que yo salí de Dios". Dios no se deja ganar en generosidad, Dios premia su fe en Jesús, bendice esa fe que les ha llevado más lejos de lo que parece. Ahora les habla del Padre y la emoción de Jesús sube en intensidad. "Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el mundo y voy al Padre"(Jn). Los discípulos dicen: "Ahora sí que hablas con claridad y no usas ninguna comparación; ahora vemos que lo sabes todo, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios". Están también emocionados, transportados, se ha hecho la luz en su interior vibran con Jesús y se disipan las nieblas de su mente, aunque no lo saben todo, perciben el gran misterio en el que se encuentran metidos de lleno. Están asombrados. Y Jesús dice: "¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora, y ya llegó, en que os dispersaréis cada uno por su lado, y me dejaréis solo, aunque no estoy solo porque el Padre está conmigo. Os he dicho esto para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación, pero confiad: yo he vencido al mundo"(Jn). Su fe es aún demasiado humana y deben destruirse los viejos esquemas para que nazca en ellos el hombre nuevo engendrado a la vida divina.

Reproducido con permiso del Autor,

Enrique Cases, Tres años con Jesús, Ediciones internacionales universitarias

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