El joven rico

Las carreras, el arrodillarse la pregunta sobre la vida eterna, son muestra de vitalidad y la buena voluntad del joven.

"Cuando salía para ponerse en camino, vino uno corriendo y, arrodillado ante él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué he de hacer para conseguir la vida eterna?" Las carreras, el arrodillarse la pregunta sobre la vida eterna, son muestra de vitalidad y la buena voluntad del joven, "Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino uno, Dios" Que es como decirle: ¿Te has dado cuenta de quién soy yo? ¿me reconoces como Dios además de Maestro? El silencio del joven indica que no había llegado tan lejos. Entonces Jesús añade: "ya conoces los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no dirás falso testimonio, no defraudarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre"(Mc). Le recuerda sólo los de la segunda tabla, la que hace referencia al amor al prójimo; ya vendrá después la primera, la del amor a Dios que lo debe llenar todo.

El joven respondió alegremente: "Maestro, todo esto lo he guardado desde mi adolescencia". La reacción del Señor es también alegre "Jesús, fijando en él su mirada, se prendó de él". La mirada tiene un fuerte contenido. Se pueden decir muchas cosas con ella, incluso puede ser más expresiva que las palabras. Jesús mira aquél alma limpia, le ama, y le invita a subir más arriba; por eso le dice: "Una cosa te falta: anda, vende cuanto tienes dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo; luego ven y sígueme"(Mc). Era un sígueme como el de los apóstoles. Se trataba de vivir con un amor que llevase a estar desprendido de todo lo material, a no tener donde reclinar la cabeza, a dar sus bienes a los pobres, en un acto de generosidad total. Si Jesús se lo pide es porque es lo mejor para aquel joven. le propone un amor como Él mismo vive. Se hizo el silencio en todos los que observaban la escena; "pero él, afligido por estas palabras, se marchó triste, pues tenía muchos bienes"(Mc). triste final, para tan buen comienzo. Se hizo el silencio entre los presentes que ven marchar al joven poco generoso.

Reproducido con permiso del Autor,

Enrique Cases, Tres años con Jesús, Ediciones internacionales universitarias

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