«Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó.» (Génesis 1, 27)
Esto de la moda del género es algo que a mí me preocupa mucho cada vez más. Como la moda, hay algunas que perduran y otras que se van, pero ésta, el género, se quedó y sus pasos por la pasarela de la vida se dan cada vez más insólitos.
La verdad es que cuando yo escucho la palabra género, siento que no tengo identidad, es decir: no soy ni varón ni mujer.
El uso continuo de esta palabra pretende es que llegue a diluir de tal forma el varón o mujer al hablar sobre el sexo de cada uno, que cuando se pregunte por ello se llegue a decir: varón, mujer, gay, transexual ¿y qué más?
Es realmente un problema al que los cristianos comprometidos no tenemos que temer, ni quedarnos como simple espectadores de este desfile, sino meternos en él participar, opinar, llevar algo luz a la confusión.
El género está de moda, nos agrade o no.
Los hombres querían saber qué se siente ponerse aretes en las orejas y ahora se los ponen; y las mujeres declaran que también tienen derecho a enamorarse de alguien de su mismo sexo, y hoy con toda libertad lo hacen. Los hombres ahora se hacen luces en el cabello y las mujeres se rapan la cabeza.
Vivimos unos tiempos turbulentos en donde el ser humano parece hacer lo que se le ocurre, lo que siente, lo que lo infle de placer. La Virgen en Fátima lo advirtió: “No ofendan más a Dios que ya está muy ofendido”.
No somos desconocidos para Dios. «Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía» (Jeremías, 1 – 5). Nos ama infinitivamente y desea nuestra felicidad. Sabe que los santos son felices, por eso te pide la santidad, en la misericordia y el Amor.
Parece que hemos sacado a Dios de nuestras vidas. En algunas constituciones como la de España se decidió eliminar que el matrimonio es la unión que se da entre un hombre y una mujer. Y en Estados Unidos ahora ya son más los estados que se suman a dar el sí al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Es importante a la hora de hablar de sexo considerar los valores de la persona, pues a la larga cuando uno da rienda suelta a sus pasiones y a sus instintos, hay un momento en que sin darse cuenta ya ha caído en un vacío existencial tremendo.
Permíteme decirte que en cuanto a violencia doméstica se refiere, los casos más tristes se dan entre aquellas parejas que son del mismo sexo. Personalmente han llegado a mi consulta, varios casos de parejas que son mujeres y que vienen porque el grado de golpes y maltratos entre ellas se ha hecho insoportable.
Es una triste realidad, las relaciones entre gente del mismo sexo lo que provoca es desorden en la psiquis y deja atolondrada el alma, triste, con un falso sentido de felicidad.
Estas relaciones hacen surgir fenómenos disfuncionales como lo celos que sufren ellos entre ellos y ellas entre ellas. Esto es así porque se produce un choque entre valores, algo que va contra la propia naturaleza.
Hasta hoy la biología señala dos sexos, es decir, no se ha encontrado un tercer gen que diga que existe la persona homosexual, un cuarto que hable del transgénero, etc. Sin embargo, la psicología sí dice que existe esta posibilidad.
El punto de vista teológico dice que cada uno es persona, esto quiere decir que tú eres alma, biología y neuronas. Pero no sólo eso, tú eres o varón o mujer. San Juan Pablo II no negó que un hombre o mujer puedan decir sentirse diferentes a su sexo pero dejó muy claro que esto es algo en lo que la persona, por ser inteligente y tener voluntad puede reflexionar, procesar, contemplar y después decidir desde su consciencia que camino quiere tomar en la vida.
Dentro de mi experiencia he visto en mi consulta homosexuales que desde muy pequeños se sintieron diferentes pero que al mismo tiempo me relatan el enorme sufrimiento que eso les trajo especialmente porque no hubo nadie que les pudiera orientar. ¿Dónde estaban esos padres? Por otro lado, también he conocido muchos hombres que después de haber sido violados decidieron que su preferencia sexual estaba en los hombres y que fue duro llegar a esta conclusión.
El sexo, ser varón o ser mujer es “constituyente” de la persona. Eres varón y mujer desde tu misma raíz, no sólo reflejado en tus órganos genitales, sino también en tu psicología, tu corazón y alma.
Como varón te realizas como varón: someter la tierra, ser proveedor, proteger; como mujer te realizas como mujer: portar la vida, llevar la ternura, crear la armonía. Es decir el varón debe aprender a ser realmente varón y la mujer debe aprender a ser realmente mujer.
Todo esto se aprende de unos referentes entregados, conscientes, atentos al desarrollo integral del niño. Es ideal que ellos sean papá y mamá, entre mayor consciencia tengan de la importancia de dicha responsabilidad estarán siempre dispuestos a educar, formar y ayudar afirmar la personalidad de un varón o de una hembra.
Como madre de una mujer siempre procuré dar un ejemplo vivo en áreas tales como la disciplina, la prudencia, la práctica de los valores en mi propia persona y con los demás.
La ausencia de estos valores profundos del alma, amenazan con destruir lo más valioso que poseemos: “la familia humana”.
Falta un ingrediente vital que no hemos mencionado: para lograr un verdadero y armónico desarrollo de la personalidad es necesario ejercitar la voluntad. Y la voluntad es esa facultad espiritual en el hombre que le ayuda a procurar hacer el bien, sobre todo, el bien de los demás. Ser justos, misericordiosos y buenos, es lo que le da sentido a nuestras vidas y nos marca para siempre.
Sheila Morataya
Austin, TX
www.sheilamorataya.com
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Sheila Morataya es la Editora de la sesión de la mujer desde la creación de encuentra.com Es psicoterapeuta, coach de vida y talento para la radio y la televisión en los Estados Unidos. Actualmente es Productora Ejecutiva para Relevant Radio en español en los Estados Unidos. Autora de 6 libros entre ellos «El espejo: ámate tal como eres».
Cuando no está trabajando puedes encontrarla sembrando flores, dando clases de desarrollo personal a jovencitas o cocinando para su familia. Puedes escribirle a sheila@sheilamorataya.com