San Guido de Anderlecht (950-1012)
Guido era un simple campesino que por ser modelo de trabajo y de piedad, fue requerido para prestar sus servicios como sacristán en la iglesia de Nuestra Señora de Laecken, cerca de Bruselas, Bélgica.
En cierto momento, por haber arriesgado y perdido todos sus ahorros en una operación desafortunada, se impuso a sí mismo siete años de penitencia, durante los cuales se dedicó a peregrinar, y se sabe que estuvo en Roma y en Tierra Santa. Murió desconocido después de su regreso a Anderlecht, donde había nacido, pero los numerosos milagros que se obraron en torno a su sepultura hizo que su culto llegara a ser rápidamente popular. Es patrón de campesinos, sacristanes y campaneros.
San Francisco Tchoi (1839)
Catequista mártir en Seúl, Corea. En tiempo de persecución fue llevado ante el gobernador para que renegara de la fe cristiana; él, sin embargo, hizo profesión de la misma con toda claridad; fue sometido a crueles tormentos y encerrado en la cárcel donde no cesó de orar y propagar la fe. Murió al cabo de nueve meses a causa de los suplicios. Fue canonizado por Juan Pablo II el 6 de mayo de 1984.
Beata Victoria Fornari Strata (1562-1617)
Nació en Génova, Italia, y se casó a los diecisiete años con Angelo Strata, que pertenecía, como ella, a la nobleza genovesa. Pasaron ocho años de felicidad juntos, mas luego Angelo murió, dejando a su mujer con cinco niños y uno que nacería pronto. Poco faltó para que Victoria cayera en la desesperación. Ella contaba más tarde cómo, postrada delante de una imagen de la Virgen María, ésta le había tendido los brazos y le había dicho: “No temas, hija mía, de ahora en adelante me ocuparé de todos vosotros”.
Transcurrieron dieciséis años durante los cuales Victoria recobraba sus oraciones y buenas obras para sacar adelante a su familia. Reunía en su hogar a los enfermos abandonados, preparaba a los esclavos turcos para el bautismo y reconducía a las jóvenes perdidas a la buena vida. Después de que todos sus hijos entraron en religión, ella misma realizó el proyecto que alimentaba de dotar a su ciudad natal de un monasterio consagrado a honrar la Anunciación de la Virgen y la Encarnación del Verbo. Clemente VIII aprobó la nueva fundación en 1604 y el 5 de agosto Victoria y sus compañeras vistieron el hábito religioso bajo el cual emprenderían la vida contemplativa: túnica blanca, cinturón y manto azules.
Durante seis años, la madre María Victoria ejerció las funciones de superiora, después de los cuales volvió a ser simplemente religiosa, lo que le valió el favor de ser humillada a menudo por la nueva abadesa.
Beato Apolinar Franco (1570-1622)
Misionero franciscano, nacido en Aguilar de Campoo, España, murió en Omoura, Japón, en el comienzo del shogunado de Tokugawa. En este período, los shoguns, o jefes supremos, cerraron el Japón a los extranjeros y se aseguraron dos siglos y medio de “bienestar y paz”. Allí vivían medio millón de católicos cuando, en 1614, Useyasu, fundador de la dinastía de Tokugawa, promulgó un decreto que les prohibía practicar su religión y ordenaba bajo pena de muerte que los misioneros abandonaran el país. Hizo destruir todas las iglesias. Las apostasías fueron numerosas, pero hubo también muchos miles de mártires. Pío IX beatificó a doscientos cinco, entre ellos al padre Apolinar. Después de esta persecución, ningún sacerdote, durante doscientos cincuenta años, o sea hasta 1867, ejerció su ministerio en Japón.
* La mayor inversión del hombre es su trabajo bien hecho. Propónte hoy hacerlo con perfección y por amor de Dios.