Oraciones de siempre

La señal de la Cruz, Padrenuestro, Ave María, Gloria

La señal de la Cruz

"El cristiano comienza su jornada, sus oraciones y sus acciones con la señal de la cruz, “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”. El bautizado consagra la jornada a la gloria de Dios e invoca la gracia del Señor que le permite actuar en el Espíritu como hijo del Padre. La señal de la cruz nos fortalece en las tentaciones y en las dificultades”.[1]

Latín: Per signum crucis de inimícis nostris líbera nos, Deus noster.

In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti.

Español: Amen Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor,

Dios nuestro.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

[1] Catecismo de la Iglesia Católica (=CEO), 2157, Librería Editrice Vaticana, 1994.

Padre Nuestro

“En el Padre Nuestro, las tres primeras peticiones tienen por objeto la gloria del Padre: la santificación del nombre, la venida del reino y el cumplimiento de la voluntad divina. Las otras cuatro presentan al Padre nuestros deseos: estas peticiones conciernen a nuestra vida para alimentarla o para curarla del pecado y se refieren a nuestro combate por la victoria del Bien sobre el Mal. Con el “Amén” final expresamos nuestro “fiat” respecto a las siete peticiones: ‘Así sea’”.[1]

[1] CEC, 2857; 2865.

Latín:

Pater noster, qui es in cælis: sanctificétur nomen tuum; advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in cælo, et in terra.

Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris; et ne nos indúcas in tentatiónem; sed líbera nos a malo. Amen.

Español:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Ave María

AVEMARIA

“Dios te salve, Maria. ‘Alégrate, Maria’. La salutación del ángel Gabriel abre la oración del Avemaría. Es Dios mismo quien por mediación de su ángel, saluda a María. Nuestra oración se atreve a recoger el saludo a María con la mirada que Dios ha puesto sobre su humilde esclava y a alegramos con el gozo que Dios encuentra en ella.

“Llena de gracia, el Señor es contigo”: María es la llena de gracia porque el Señor está con ella. La gracia de la que está colmada es la presencia de Aquel que es la fuente de toda gracia.

“Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”. Después del saludo del ángel, hacemos nuestro el de Isabel. “Llena del Espíritu Santo”, Isabel es la primera en la larga serie de las generaciones que llaman bienaventurada a María : “Bienaventurada la que ha creído…” : María es “bendita entre todas las mujeres” porque ha creído en el cumplimiento de la palabra del Señor.

“Santa Maria, Madre de Dios, ruega por nosotros…” Con Isabel, nos maravillamos y decimos: “¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?”. Porque nos da a Jesús su hijo, María es madre de Dios y madre nuestra; podemos confiarle todos nuestros cuidados y nuestras peticiones: ora por nosotros como ella oró por sí misma: “Hágase en mí según tu palabra”. Confiándonos a su oración, nos abandonamos con ella en la voluntad de Dios: “Hágase tu voluntad”.

“Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”. Pidiendo a María que ruegue por nosotros, nos reconocemos pecadores y nos dirigimos a la “Madre de la Misericordia”, a la Virgen Santísima. Nos ponemos en sus manos “ahora”, en el hoy de nuestras vidas. Y nuestra confianza se ensancha para entregarle desde ahora, “la hora de nuestra muerte”. Que esté presente en esa hora, como estuvo en la muerte en Cruz de su Hijo y que en la hora de nuestro tránsito nos acoja como madre nuestra para conducirnos a su Hijo Jesús, al Paraíso.[1]

[1] Cf. CEC, 2676-2677

Latín:

Ave, María, grátia plena, Dóminus tecum; benedícta tu in muliéribus, et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.

Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.

Español:

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Gloria al Padre

El Gloria se recitaba ya en los primeros siglos del Cristianismo, acaso basado en el mandato de Cristo: “Bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.” Fue fórmula de profesión de fe contra las herejías de Arrio (negaba la divinidad del Hijo) y de Macedonio (negaba la divinidad del Espíritu Santo).

La primera parte es un himno de alabanza a Dios en sus Tres Divinas Personas. La gloria de Dios es el fin de toda la creación. El cristiano, al recitar esta oración, se une al coro formado por todos los ángeles y santos del Cielo, y por muchísimos otros hombres que aún están peregrinando por la vida terrena, en su canto de glorificación a Dios.

Además es una profesión de fe en el misterio más fundamental y básico de la Revelación divina: el misterio de la Santísima Trinidad.

“Como era en un principio”. Es un hecho esa glorificación eterna en Dios mismo; y a ella nos sumamos. Es una aspiración del alma, que resume sus anhelos en éste que es el más digno de todos: la glorificación esencial y eterna de Dios.

“Ahora y siempre”. Nos adherimos al himno universal de los cielos y de la tierra a Dios, a través de todos los tiempos.

“Por los siglos de los siglos”. Amén. Toda una eternidad que no tendrá fin, es la única medida que responde al deber de dar gracias a Dios.

Latín:

Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto.

Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula sæculórum. Amen.

Español:

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

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Un comentario

  1. Me gustaron mucha las explicaciones, y les pido publiquen las explicaciones a la oración de la Magnifica y el CredoMil gracias

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  4. CONSIDERO QUE TIENE LAS ORACIONES MAS BUSCADAS O POR LO MENOS LAS MAS COMUNES, SIN EMBARGO ME GUSTARIA QUE INCLUYERAN ORACIONES DIRIGIDAS A LA FAMILIA. GRAICAS POR SU ATENCION Y QUE DIOS LES BENDIGA

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