New Age: Entrevistas

Entrevista a Susana Tamaro

La gente tiene necesidad de lo sagrado y las sectas lo aprovechan

No es una escritora de éxito convencional. En 1976 se traslada a vivir a Roma, donde se dedica durante varios años a realizar documentales científicos para la televisión. Es una apasionada de la zoología y las ciencias naturales, y por muchos años consideró la literatura como algo ajeno a su vida. No obstante, ante su gran sorpresa, a los 23 años empieza a escribir, y hasta ahora no ha parado. Tras publicar La cabeza en las nubes (1989), Para una voz sola (1991), y varios relatos para niños: Papirofobia (1994), El Círculo Mágico (1995), saltó a la fama internacional con su libro Donde el corazón te lleve (1994), convirtiéndose en una de las escritoras de mayor éxito de Europa; Su Anima Mundi (1997) vendió 5 millones de copias en todo el mundo. Ahora varios editores le ofrecen contratos millonarios que ella rechaza con toda naturalidad, ajena al reconocimiento y la fama. Mientras tanto, sus libros siguen ocupando tanto los escaparates de las librerías más respetables como las alternativas, deseosos, quizás, de entender mejor nuestra relación entre lo espiritual y lo humano

Varios intelectuales, particularmente en Italia, y refiriéndose a tu último libro Anima Mundi, dicen que es literatura engagé, alegando que es anticomunista – por caracterizar negativamente a un partisano –, conservadora y mística por tu apología a la compasión y el amor. ¿Cuál es tu reacción ante estas críticas?

Susana Tamaro: Me ha sorprendido mucho esta polémica que ha girado entorno a mi libro. Todavía no consigo hacerme una idea clara de donde viene, si no es pensando que se deba al resultado de una lectura superficial, mezclada con prejuicios y clichés culturales que nada tienen que ver con la verdadera esencia de este libro.

Anima Mundi es una obra que trata sobre el mal y la devastación que han atravesado este siglo y, por lo tanto, era inevitable hablar sobre la acción producida por los regímenes totalitarios comunistas. Pero evidentemente, aunque haya caído el muro de Berlín y se sepa que en la Unión Soviética han muerto sesenta millones de personas por "razones de estado", hablar de estas cosas se considera, todavía, un tabú.

Yo he nacido y crecido en las fronteras con la ex-Yugoslavia y por lo tanto he vivido muy de cerca esta realidad histórica, que forma parte de mi humus narrativo, mi temática al escribir.

¿Pues entonces qué es lo que no entienden o no quieren entender tus detractores en el análisis del alma humana que haces en tus libros?

Susana Tamaro: Los grandes detractores de mi libro han sido, principalmente, detractores "a priori": Yo he cometido el error de escribir un gran best-seller como Dónde el corazón te lleve y ese error se tenía que pagar. El libro no ha sido leído por los "críticos", sólamente lo han ojeado con impaciencia – basta pensar que las críticas fueron enviadas a los periódicos pocas horas después de haber recibido materialmente el libro – y sacando una palabra por aquí y una frase por allá han dictado su sentencia.

Por tanto, han querido hacer pasar el libro por un manifiesto político – "Tamaro fascista" cuando en realidad se trata de un libro de riqueza espiritual muy potente, muy fuerte. Quizás ha sido esto, sobretodo, lo que les ha molestado.

En cambio, para tus millones de lectores en todo el mundo, tus libros serían como un chorro de agua fresca por la mañana: te lavas la cara y te das cuenta de que es mejor que el perfume para despejar tu sueño, motivo por el cuál recibes miles de cartas de lectores diciendo que tus libros han cambiado su vida. ¿De qué manera crees que tus libros pueden haberles influido, y por qué?

Susana Tamaro: Creo que muchas personas pueden sentirse identificadas en mis libros y en el camino que recorren mis personajes. Estamos atravesando un período de mucha inquietud y hay una gran necesidad de restablecer el sentido de los valores. La cultura de este siglo no ha hecho más que destruir. Yo pienso al contrario, que ha llegado el momento de construir, de reconstruir los valores de la vida humana, mirando hacia un camino de conciencia, conocimiento interior.

Seguramente, todo esto tendrá que ver con algunas frases de tu libro: "A estas alturas puedo decir que el mal de nuestro tiempo es ese: la inteligencia soberbia, alimentada solamente de sí misma" y "cuando ante ti se abran muchos caminos, y no sepas cuál recorrer … quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve". Si la razón por sí sola no basta, sino una especie de intuición, ¿cómo se puede aprender a confiar en nuestra intuición y a diferenciarla de un mero capricho instintivo?

Susana Tamaro: No he creído nunca que la morada de la inteligencia verdadera sea la cabeza. Como persona cercana a la verdad espiritual, siempre he percibido el corazón como base de la complejidad y la riqueza humana. En el (verdadero) corazón, para una persona creyente, se vive y se manifiesta la parte divina que hay en cada uno de nosotros. Es la anulación de esta parte lo que ha llevado a considerar al corazón como un caballo desbocado, del que no te puedes fiar y que es irracional; pero entonces, la cabeza, como pensamiento exclusivamente racional, ha tomado las de ganar, con todos los clamorosos desastres que se han seguido de ello.

La mayoría de hombres y mujeres viven extraños a sí mismos precisamente porque han distinguido estas dos realidades: el corazón, aparentemente en silencio, y la cabeza, que habla demasiado. De esto no puede nacer nada bueno. La inteligencia del corazón es más elevada porque comprende en sí misma la racionalidad y la intuición, el amor y la compasión.

Más bien da la impresión de que el nivel de esa intuición dependerá de un cierto grado de conciencia individual. ¿Cómo se cultiva, o se hace avanzar, esa conciencia individual, y de dónde crees que procede?

Susana Tamaro: Creo que para hacer avanzar la conciencia es necesario, antes que cualquier otra cosa, reintroducir en nuestras vidas el silencio y la meditación. Sólo separando el ininterrumpido – y a veces inútil – flujo del pensamiento, puede el hombre empezar a reemprender el contacto con la parte más profunda de su ser.

¿De qué forma influye la práctica de la meditación en ese sentido? Tú misma creo que practicas Meditación Trascendental.

Susana Tamaro: Considero muy importante cultivar los espacios donde lo sagrado que mora en el cuerpo se pueda manifestar. En mi vida practico regularmente el yoga, la meditación y la oración. Tres formas para manifestar un deseo de unión y condivisión con el absoluto.

Si desde una transformación personal se pueden cambiar cosas más grandes, ¿qué papel desempeñan las ideas e ideologías en este siglo y el venidero?

Susana Tamaro: Siempre he tenido una opinión muy negativa de las confrontaciones por las ideologías, de todas las ideologías. En el momento en que hay una idea hay una división, y todo lo que divide no es nunca bueno. Nuestro siglo – el siglo breve – ha manifestado demasiado la explosión masiva de las ideologías, una explosión que ha provocado y continúa provocando centenares de millones de muertos. Yo espero, en el fondo de mi corazón, que en el milenio que viene haya poco espacio, por no decir ninguno, para las ideologías. El único cambio que podrá aportar madurez y estabilidad a la sociedad humana es aquel que madura en cada uno de nosotros, reconociendo la responsabilidad de nuestro camino y el camino del prójimo.

En ciertas escenas de tus libros introduces conceptos como la reencarnación, por ejemplo cuando la nieta de Olga (en Donde el corazón te lleve) empieza a relatar existencias pasadas y a hablar en una lengua extraña en el parvulario, y la ley de causa y efecto, como cuando el mismo día en que el amante de Olga muere, a ésta se le desploma el armario. ¿Cuál era tu objetivo aquí?

Susana Tamaro: Quería decir que la realidad esconde vínculos mucho más misteriosos de lo que podemos vislumbrar con nuestra simple inteligencia. Detrás de la apariencia del mundo hay una trama indivisible y muy potente, que es la trama del espíritu. El hecho de que esta realidad pueda manifestarse a menudo escapa a la racionalidad, y entonces ganan los mismos límites de la materia: es el espíritu de Dios que está presente desde el primer momento de la creación del mundo.

¿Entonces qué pasa con el destino? En la vida de tus personajes, algunos se dan cuenta de que su existencia ha consistido en cosas que "tienen que suceder" – como así lo dice Olga en cierto momento, y otras que dependen de una elección: "Dios nos da la posibilidad de elegir. El bien y el mal están en nuestras manos. No hay nadie que nos haga la papilla. Si no, qué significado tendría nuestra vida si todo estuviera preestablecido? ¿Cómo se relacionan, pues, lo predestinado y lo elegible? ¿Y qué te hace pensar que en la comprensión de este equilibrio está la base de nuestra existencia?

Susana Tamaro: Detrás de cada existencia humana hay un proyecto de crecimiento. Hay crecimientos lentos y crecimientos rápidos, crecimientos fatigosos. Cada crecimiento requiere unas ciertas dosis de obstáculos y dolor.

Ante estos obstáculos – que son diversos para cada existencia – no tenemos la capacidad de escoger. Cada obstáculo – o sea, cada prueba mandada por el destino – nos pone ante una bifurcación, ante una posibilidad de escoger. Podemos decidir afrontarlo, o quizás podemos escapar, podemos odiar o perdonar. El escoger hacia una dirección u otra nos puede llevar hacia nuestro destino de conocimiento y maduración interior, o por el contrario, hacia su abdicación. Ahí está la elección. Entre cumplir el propio destino o abandonarlo.

¿Dónde reside y qué es pues, para ti, la verdadera espiritualidad del hombre?

Susana Tamaro: La verdad espiritual del hombre reside en reconocer en sí mismo la llamada divina y cumplirla.

¿Crees que aplicar esta noción de espiritualidad en nuestras vidas es, no sólo necesario, sino un poco la tónica de nuestro tiempo? Sobretodo en la forma en que esta espiritualidad aplicada hace cambiar nuestras estructuras políticas, por ejemplo.

Susana Tamaro: Creo que en los últimos años se ha manifestado una necesidad de espiritualidad cada vez mayor, en un número de personas siempre más grande. El verdadero problema es, de hecho, el de los políticos, porque los políticos son hombres con poder, y como hombres de poder están casi siempre muy lejos de cualquier intuición no-materialista. La esperanza es que una gran fuerza de pregaria y meditación consiga crear personas nuevas también dentro de la política, personas capaces de mirar hacia un horizonte que hasta ahora, en este universo específico, ha permanecido velado.

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