Los soldados se burlan de Jesús

Después de la flagelación el cuerpo de Jesús está hecho una llaga, nada en él revela al rey que el domingo anterior fue aclamado como descendiente de David. Es entonces cuando algunos soldados que estaban en el Pretorio -unos 625 formaban la cohorte- aprovechan el dolor del flagelado y cometen un nuevo escarnio sobre él.

Así lo cuenta Mateo: entonces los soldados del Procurador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron en torno a él a toda la cohorte. Le desnudaron, le pusieron una túnica roja y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, y en su mano derecha una caña; se arrodillaban ante él y se burlaban diciendo: Salve, Rey de los judíos. Le escupían, le quitaron la caña y le golpeaban en la cabeza. Después de reírse de él, le despojaron de la túnica, le pusieron sus vestidos y le llevaron a crucificar[640]. Marcos añade que le adoraban[641]. Juan escribe dos detalles: pusieron sobre su cabeza una corona que tejieron de espinas(…) y le daban bofetadas [642].

En este triste juego se ha intentado ver varias costumbres de aquellos tiempos, como la del basileus en la que después de nombrar rey a uno y azotarle, se le mataba, o algunos similares; sin embargo el ensañamiento se ha repetido tantas veces en la historia que no es necesario buscarle demasiadas justificaciones. Basta ver a unos hombres acostumbrados a la violencia, para comprender por qué vuelcan su brutalidad sin motivo en el que parece un desgraciado. Jesús quiere padecer burlas, insultos, amarguras sin sentido, uniéndose a los que a lo largo de la historia padecerán estas humillaciones.

Jesús se convierte en un rey de burlas . Calla. No se resiste. Las burlas son heridas para el alma, humillaciones dirigidas a destacar lo ridículo de una situación. Se cumple lo profetizado por Isaías: Ofrecí mi espalda a los que golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos. Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido, por eso ofrecí mi rostro como pedernal[643].

Los soldados más imaginativos
se dirigen a un montón de leña para los infiernos
esperen que fabriquemos la corona de nuestro rey
espinas para dentro por favor
las espinas son de azufaito rhamus spina Christi
una especie expulsada del paraíso detrás de Adán
largas como una mano gruesa como una garrote
y le asestan el casco de púas en la cabeza
ahora el cetro una caña silbante en la mano
entonces la ceremonia de la coronación
ah las viejas alegres costumbres de los legionarios
las viriles tradiciones de los hijos de Marte
ah la regia profundidad de los carnavales
ave césar reverencias genuflexiones
bofetadas escupos otra vez orines
que quería su señoría rey de otro mundo
sí la sangre profética les divierte a mares
mientras el coro de la plaza aúlla
en polifónico sin acompañamiento
crucifícalo
mátalo de una vez [644]

Mucho se ha meditado sobre la corona de espinas, pero ahora podemos considerar las burlas sobre Jesús. Las risas de aquellos hombres son muestra de una actitud humana demasiado frecuente. Jesús las sufre con paciencia silenciosa. No es lo mismo la risa sana -fruto de la alegría y de la felicidad que dilata el alma y expande el corazón- que la risa amarga de la burla.

La risa sana nunca busca herir, sino más bien busca alegrar a los demás. La persona alegre permite, con una sonrisa aportuna, que un ambiente tenso se distienda. La alegría es comprensiva y sabe encontrar lo que haya de positivo en la situación más complicada. La alegría es signo de juventud de alma, y sobre todo es signo de amor. Ríe el enamorado. Ríe el que está con amigos. Ríe el que tiene el alma sana. Y consigue hasta más salud en el cuerpo y en el alma. Con la risa sana entra la luz en el corazón y se desvanecen tinieblas que hayan podido producirse por algún problema o malentendido. Una sonrisa amable gana voluntades, una cara seria pone en guardia. La risa y la sonrisa son deseables, y muy cotizadas, en este mundo. La alegría anuncia la felicidad del cielo, felicidad sin manchas ni tristezas.

Pero existe la risa amarga. Más que risa es mueca. La persona con el corazón corrompido busca imitar la alegría. La burla es una de sus expresiones favoritas. El que no tiene amor sino odio o amargura, tiende a verter en los demás la hiel del propio malhumor. Burlarse de alguien es humillarle. Con la burla se busca un triste gozo, divertirse lo llaman. Se busca lo grotesco o lo débil y, en lugar de comprender o suavizar, se destaca lo humillante y se escarba en la herida. Se ríe del tonto por tonto, del bajo por su pequeña estatura, y, sobre todo, del caído en desgracia. La burla busca herir el alma. Se quiere la diversión, a costa del sufrimiento de otro ser humano. La burla es una expresión de bajeza moral y embrutecimiento de la conciencia.

Jesús será humillado también con esta forma de vileza moral. Su silencio y su paciencia son un ejemplo más para aquellos que tengan que sufrir burlas en su vida: para el hombre que no ha querido hacer negocios sucios y al arruinarse, se burlan de él; para la madre de varios hijos que, ante el siguiente embarazo, tiene que soportar los escarnios de las incorporadas al mundo de la anticoncepción, y tantos otros… Todo valor moral tendrá sus burlas, que suelen venir de aquellos que intentan justificar su mala conducta o sus limitaciones, demasiado evidentes, a través del ridículo. La envidia y el resentimiento utilizan con frecuencia esas armas innobles. Incluso a los listos se les llama despistados, o a los que tienen éxito se les tilda de oportunistas, o se hacen caricaturas, que siempre son falsas.

No todos los soldados participarían en aquel juego zafio, algunos se apartarían con disgusto ante aquella conducta cobarde. Pero otros, los más débiles, ven la oportunidad de destacar. Uno inventa la corona de espinas,otro le coloca un manto de púrpura viejo, otro se arrodilla delante de él como ante el emperador, otro cambia el beso por un escupitajo en la cara, otro le adora con burla, otro le golpea con la caña. La inventiva va creciendo con las risas de los que miran y se ensañan con Jesús silencioso. Jesús se humilla, los soldados se degradan.

Las ceremonias de burlas que Jesús padeció eran necesarias para el Reino de Dios que Cristo traía al mundo, porque su reino exige que esté fundado en hombres pacientes, hombres que estén por encima de las glorias humanas y dispuestos a soportar los insultos y las burlas sin más motivo que la envidia o la malicia de otros. Entra así en el mundo una lógica nueva de amor generoso y humilde. Ni las burlas, ni los insultos, ni las humillaciones podrán conseguir que hombres así se plieguen a las presiones de cada momento.

¡Séñor,ayúdame a soportar las injurias, los insultos, y las burlas si me hacen más humilde y más parecido a tí!

Dr. Enrique Cases


[640] Mt 27,27-31

[641] Mc 15,16-19

[642] Jn 19,2-3

[643] Isaías 50,5-6

[644] Ibañez Langlois. Libro de la Pasión. V.12

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6 comentarios

  1. Tengamos paciencia ante las.burlas y demas injurias injustas ya que un dia estaremos con Jesus en su reino donde no habra hambre ni destruccion y la voz de la burla no se oiara mas

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