Los pastores son buscados y gozan

Israel era un pueblo de pastores. Ese es su origen y abundaban en tiempos del Nacimiento de Cristo. No es fácil el oficio de pastor. No hay fiestas, ni días, ni noches porque los animales no conocen esas cosas. Los peligros vienen de fuera: lobos y otras fieras. O vienen de dentro: falta de pastos, accidentes, nacimientos… No es trabajo para gente despistada.

Los pastores de Belén no eran poderosos dueños de grandes rebaños, sino empleados que guardan las ovejas de otros. El suyo es lo que se suele llamar un trabajo humilde. Como si todos los trabajos no debiesen tener esa característica. Pero cuando la sociedad avanza en desarrollo los trabajos más duros se dejan para los que no tienen medios económicos. Debían ser toscos, nada refinados, vestidos con pellizas, armados con cayados, vigilantes algo desconfiados.

Estos fueron los primeros en enterarse del nacimiento del Dios hecho hombre, los primeros en ver a Dios

Podían haber sido otros los primeros testigos del Nacimiento, pero como no había lugar para María y José en todo Belén nadie les hacía compañía. Los habitantes de Belén aquella noche fueron egoístas y se perdieron el gran espectáculo.El egoísmo tiene estas cosas. Los pastores, en cambio, contemplan todo un fastuoso despliegue (los Magos de Oriente sólo tuvieron derecho a una estrella) ellos tuvieron prioridad absoluta.

Los demás no vieron a los ángeles porque no supieron mirar con misericordia a la madre encinta y al marido inquieto. Es duro cerrar las puertas a un matrimonio joven cuando piden guarecerse, más aún cuando la mujer está a punto de dar a luz. Quizá en los pensamientos de aquellos que abrían las puertas estaba claras las incomodidades de ayudar al posible y previsible alumbramiento, y no querrían pasar por ellas. Con una frase que se usa demasiado pensarían: ¡es su problema!, ¡que lo hubiesen previsto!, o ¡que se preocupen otros!. Cualquier excusa vale cuando el egoísmo es más fuerte que el amor y la caridad. Pero Dios escribe derecho con renglones torcidos. El establo de Belén se convierte en una cátedra de humildad, de pobreza santa, de amor y comprensión y la gloria del cielo se abre para los humildes que creen dentro de su tosquedad.

Aquel solitario lugar sirve para que el nacimiento virginal se realice en la soledad. No hay ayuda, pero tampoco hay curiosos en aquel momento.Así con un pudor divino se da el hecho cumbre de la historia de la humanidad: Dios se hace hombre, y una mujer va a dar a luz un hijo permaneciendo intacta su virginidad durante, antes y después del parto.

Lucas lo cuenta con brevedad. Y sucedió que, estando allí, le llegó la hora del parto, y dió a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada [16].

Dios quiere que la maternidad virginal quede oculta en un primer momento,José conoce el misterio,también Isabel y las Sagradas Escrituras lo habían anunciado, pero nada más. En los planes de Dios entra que el nacimiento de su Hijo se realice dentro de una cierta normalidad. A los ojos de los extraños el Niño recién nacido es el hijo de José y de María de la tribu de Judá descendientes de David.

Pero Dios no quería que quedase sin anuncio el nacimiento del Mesías y de su divinidad. Para ello utilizará dos vías para darlo a conocer a los hombres: los pastores de Belén y los magos de Oriente.

Meditemos más despacio sobre el papel de los pastores en el nacimiento del Hijo de Dios: Había unos pastores por aquellos contornos que dormían al raso y vigilaban por turno su rebaño durante la noche. De improviso un ángel del Señor se les presentó y la gloria del Señor los rodeó de luz y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: no temáis, pues vengo a anunciaros una gran alegría que lo será para todo el pueblo: hoy os ha nacido, en la ciudad de David, el Salvador, que es el Cristo, el Señor; y ésto os servirá de señal: encontraréis a un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre. De pronto apareció juntó al ángel una muchedumbre de la milicia celestial, que alababa a Dios diciendo:

Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Luego que los ángeles se apartaron de ellos hacia el cielo, los pastores se decían unos a otros: vayamos hasta Belén, y veamos este hecho que acaba de suceder y que el Señor nos ha manifestado. Y vinieron presurosos, y encontraron a María y a José y al niño reclinado en el pesebre. Al verlo, reconocieron las cosas que les habían sido anunciadas acerca de este niño. Y todos los que escucharon se maravillaron de cuanto los pastores les habían dicho. María guardaba estas cosas ponderándolas en su corazón.

Y los pastores regresaron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, según les fue dicho[17].

El relato asombra por su sencillez y grandeza. No pretendo extraer todas las consecuencias de estas palabras de la Escritura pero tres consideraciones pueden servir para nuestra meditación: el hecho de que fuesen pastores, la prisa con que acudieron a ver el niño recién nacido, y la fe que les permite ver más allá de las apariencias.

Comencemos por el hecho de ser pastores. El pueblo de Israel surgió de un pastor nómada: Abraham. Se consolidó cuando Moisés vivía como pastor en las cercanías del Sinaí. Se forjó en los cuarenta años de vida nómada en el éxodo del desierto superando la mentalidad de esclavos por la de hombres libres. El rey David es ungido cuando era pastor. En las profecías se insiste que el Mesías será pastor suscitaré para ellas un pastor único, que las apacentará. Mi siervo David, él las apacentará, él será su pastor [18], Dios mismo llama a su pueblo su rebaño. Jesús se llamará el Buen Pastor. En tiempos de Nuestro Señor era uno de los oficios principales. Jesús trabajó como carpintero, pero prefiere tomar como modelo de sus cuidados por los creyentes el trabajo de pastor en vez del de carpintero o el de pescador o el de agricultor.

Pensemos en el trabajo de pastor. El pastor debe dedicar todo su tiempo a su rebaño, si se ausenta se dispersará el rebaño. Si no vigila, se perderán ovejas. Debe buscar la oveja perdida, cuidar de las enfermas, atender a las recién nacidas, buscar pastos buenos, recoger a todas en el redil, curar a las que se hieren. Todo esto de noche y de día. Pero al mismo tiempo es un trabajo que permite meditar y pensar. Cuando las ovejas pacen en un buen pastizal está tranquilo y la mente puede detenerse conn pensamientos que pueden ser oración si el pastor es piadoso. Es fácil que un pastor sea un hombre de sabiduría llena de sentido común: activo y pausado, hecho a todos los tiempos, buenos y malos. En esa paz activa Abraham encuentra al único Dios invisible, a pesar de encontrarse rodeado de pueblos politeístas, y su fe es ampliamente recompensada; Moisés recibe la revelación de Dios en el silencio del Sinaí siendo pastor y la revelación divina se hace más plena en el mundo. Muchos pastores sabrán el valor del silencio creador, así como el valor de la contemplación de los cielos y de la tierra. ¿Eran así los pastores de Belén? Es posible, el oficio lo permite.

La enseñanza de la elección de los pastores como los primeros que fueron avisados del nacimiento del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, nos habla de la conexión con las raíces del Pueblo de Dios. Va a surgir un nuevo rebaño espiritual guiado por el mismo Dios.Los pastores anunciarán al Pastor del nuevo Pueblo de Dios que acaba de nacer.

La rapidez por acudir al pesebre también es tema de meditación. La prisa de los pastores es fruto de su alegría y de su afán por ve al Salvador comenta San Ambrosio Nadie busca a Cristo perezosamente. El evangelista ya ha observado que Nuestra Señora, después de la Anunciación, fué de prisa a visitar a Santa Isabel. El alma que ha dado entrada a Dios en su corazón vive con alegría la visita del Señor y esta alegría da alas a su vida[19]

Hay prisas que son fruto del alocamiento y de la precipitación. Los que así actúan van con rapidez, pero sin saber bien adonde van, piensan poco, aunque vayan deprisa a ningún sitio. No es esa la prisa la de los pastores, ni la de la Virgen Santísima, pues les mueve el amor y la fe. Les sucede lo que a San Pablo cuando exclama el amor de Cristo nos urge. Los pastores debieron sentir una luz y un entusiasmo difíciles de explicar, pero fácilmente comprensibles. Primero la aparición de un ángel, después sentirse rodeados de una luz fruto de la gloria del Señor, luego las palabras que les llenan de temor y de asombro. Después, como si no pudiesen contenerse, la aparición de una multitud de ángeles que alababa a Dios con las palabras tantas veces repetidas por los cristianos en la Navidad: Gloria a Dios y paz a los hombres. Si este clamor fue musical no lo sabemos, pero desde luego estuvo lleno de alegría, con el entusiasmo propio de ver el misterio de amor que se acaba de consumar

Asombro, sorpresa, emoción, sentirse iluminados, alegría. Dios iluminaría a los pastores en su interior y los ángeles, además de las palabras, les comunicarían su alegría. Este es el motivo de sus prisas.

Cuando falta amor siempre hay excusas para retrasar un deber. Las cosas se olvidan, se pospone lo que cuesta porque en el fondo no hay interés. En cambio cuando hay amor el tiempo vuela, y las esperas se hacen eternas, como si el tiempo se dilatase. María y los pastores nos hablan de ese amor que se apresura. El amor y la alegría dan alas. Mirar la prontitud de los pastores es un buen acicate para la agilidad de alma del cristiano.

En tercer lugar podemos contemplar la fe de los pastores. Todos los encuentros con Cristo concluyen igual: creer o no creer. Cuando la respuesta es de fe todo se ve de una manera nueva.

Este es el caso de los pastores. Lucas nos dice que al ver al Niño en el pesebre junto a su Madre reconocieron las cosas anunciadas acerca de este niño, además lo anunciaron a otros en el pueblo que se maravillaron de cuanto los pastores les habían dicho, el entusiasmo debía ser más que notable. Por fin, volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto.

Pero ¿qué habían visto y oído?: un establo, un niño precioso, pero muy semejante a cualquier otro recién nacido y una madre joven que les sonreiría con agrado junto a su esposo. Ciertamente este espectáculo no basta para confirmar en la fe. Sus ojos veían algo que la mirada terrena no acierta a descubrir. Ven que es cierto lo que los ángeles anunciaron con entusiasmo. Ya es bastante motivo. Pero es muy fácil que hubiese algo más. Sí, ciertamente hubo algo más. La gracia de Dios es la luz y la fuerza que hace que vean más allá de las apariencias.

La gracia ilumina la inteligencia. Los pastores vieron al Rey, hijo de David, en un trono sorprendente y humilde. Vieron a la Virgen profetizada por Isaías que concibe y da a luz un hijo que es el Maravilloso consejero, Dios fuerte, Padre sempiterno, Príncipe de la paz[20]. Ven al Mesías, al deseado de las naciones. No es obstáculo a su mirada la pobreza del lugar, ni la sencillez de los que están allí, su mente tiene una luz nueva, la luz de Dios. En su extremada tosquedad los pastores de Belén no dudan del anuncio del ángel, entienden el sentido de los cánticos celestiales y acuden con prisa a adorar a un Dios hecho Niño.

La gracia mueve la voluntad, por eso están contentos, felices y llenos de entusiasmo. La gracia les llenó de regocijo nada disimulado. Y luego, con el corazón lleno de alegría, volvieron a sus ovejas.

Todo cristiano debe tener la ambicion de experimentar lo que sintieron los pastores en la primera Navidad. Esto es posible, pero es preciso mirar al Niño, amor nuestro, en la cuna. Hemos de mirarlo sabiendo que estamos delante de un misterio. Necesitamos aceptar el misterio por la fe y, también por la fe, ahondar en su contenido. Para esto, nos hacen falta las disposiciones humildes del alma cristiana: no querer reducir la grandeza de Dios a nuestros pobres conceptos, a nuestras explicaciones humanas, sino comprender que ese misterio, en su oscuridad, es una luz que guía a los hombres[21].

Los pastores eran humildes, por eso fueron elegidos para el primer anuncio de la venida humilde del Salvador. Pidamos a Dios que encuentre muchas almas humildes capaces de reconocer la Salvación de Dios.


[16] Lc 2,6-7

[17] Lc 2,28-30

[18] Ez 34,23

[19] Sagrada Biblia. Comentarios de la Univesidad de Navarra en Lc 2,16

[20] Isaías 9,6

[21] Beato Josemaría Escrivá. Es Cristo que pasa. n. 13

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4 comentarios

  1. Oh Dios, danos la gracia de gozar de tu presencia como aquellos humildes pastores de Belen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amen.

  2. permiteme invitarse a tener el oidi. ojos y mente abierta a las manifestaciones de Dios en nuestra vidas. Ser tan humilde de alabarle y adorarle con la fuerza del Espìritu Santo. Ser Pastor no es un cargo de honor ni de jerarquía, es un servidor de todos.

  3. permiteme invitarse a tener el oidi. ojos y mente abierta a las manifestaciones de Dios en nuestra vidas. Ser tan humilde de alabarle y adorarle con la fuerza del Espìritu Santo. Ser Pastor no es un cargo de honor ni de jerarquía, es un servidor de todos.

  4. permiteme invitarse a tener el oidi. ojos y mente abierta a las manifestaciones de Dios en nuestra vidas. Ser tan humilde de alabarle y adorarle con la fuerza del Espìritu Santo. Ser Pastor no es un cargo de honor ni de jerarquía, es un servidor de todos.

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