Lázaro el apóstol venido del más allá

La semana antes de la pascua fue de intensa actividad en Betania. María había ungido al Señor, los apóstoles debían estar atentos a las asechanzas de los judíos. Lázaro destaca estos días por su intenso actuar para dar a conocer a Jesús como el Cristo, muchos creen por su palabra, los principales deciden matarle también. Así lo cuenta San Juan: Una gran multitud de judíos se enteró de que estaba allí, y fueron no sólo por ver a Jesús, sino también por ver a Lázaro al que había resucitado de entre los muertos. Los príncipes de los sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, porque muchos, por su causa, se apartaban de los judíos y creían en Jesús[144].

La actitud de la multitud que acude a Betania desde Jerusalén es muy comprensible. Eran muchos los que estaban presentes en el milagro de la resurrección de Lázaro. Jesús quiso que esta resurrección fuese notoria. La resurrección del hijo de la viuda de Naím fue fruto de un acto de piedad de Jesús en un pueblo lejano de Galilea, la de la hija de Jairo se verificó casi inmediatamente después de su muerte también en un pueblo pequeño y lejano de Jerusalén. En cambio la de Lázaro fue en las inmediaciones de la ciudad santa, con mucho público, con personas conocidas en las altas esferas como testigos, y, sobre todo, despues de cuatro días de enterrado el difunto. Conviene recordar que la costumbre judía consistía en embalsamar el cuerpo del difunto para que conservase un cierto buen aspecto durante tres días, por eso la indicación de Marta a Jesús es de que llevaba enterrado ya cuatro días y ya hiede. Todo se presta para que acudiesen muchos a Betania, unos por curiosidad sin más, otros por un auténtico interés religioso, otros, en fin, por amistad con Lázaro. ¿Quién ha podido hablar con un muerto que ha estado enterrado cuatro días y ya hedía su cuerpo?

Lázaro aprovecharía la ocasión. ¿Qué puede temer quien ha sido liberado de la muerte?. Cuando se pierde el miedo a la muerte la audacia aumenta en el corazón. Pero sobre todo el amor y la fe en Jesús era tan grande que era imposible para él no proclamar a todos los vientos quien le había resucitado.

Los que acudía a él le preguntarían sobre su experiencia única de volver a la vida. Es lógico que les hablase de ello. Y es muy posible que su testimonio tuviese una fuerza especial. No sabemos que experiencia del más allá le fue permitido traer a la tierra, pues no nos ha dicho nada, pero le bastaba recurrir a la enseñanza del Maestro sobre el más allá, que era muy abundante.

Ciertamente hacer considerar las verdades últimas como son la Muerte, el Juicio, el Cielo y el Infierno no puede dejar indiferente a nadie. El tema es central. Además se muere una sola vez, no es posible por propia voluntad repetir una segunda vida para rectificar lo que se ha hecho mal. El problema más que en la muerte -hecho inevitable- está en la situación posterior. ¿Me salvaré, o no?. El Papa Alejandro VIII declaró dogma de fe que todos los hombres reciben la gracia suficiente para salvarse[145], de tal modo que el que no se salva es porque no quiere y rechaza esa mano tendida de Dios y se autoexcluye del cielo.”Porque Dios no manda cosas imposibles a nadie, sino que, al mandar, avisa que hagas lo que puedas, y pidas lo que no puedas y ayuda para que puedas”[146].

Lázaro diría estas verdades con una fuerza única. No conocemos su modo de argumentar, pero sí conocemos lo que Cristo enseñó y podemos recordarlo.Es muy posible que el apostolado de Lázaro fuese el siguiente:

– Yo he vuelto a la vida después de la muerte. Disponeos a vivir cara al más allá. No prodiga el Señor las resurrecciones, y es vano proponerse vivir dos veces, para rectificar en la segunda vida lo que se ha hecho mal en la primera.

–  No sabemos que habrá en el más allá. Le responderían algunos.

– Recordad lo que dijo el profeta Isaías:verán los cadáveres de los que se rebelaron contra mí, cuyo gusano no morirá nunca y cuyo fuego no se apagará, y serán horror a toda carne [147]. No es tema de juego, ni cabe tomar con frivolidad el fuego eterno. El mismo profeta Daniel, bien conocido por todos vosotros lo dice más claro aún: las muchedumbres de los que se duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para eterna vida, otros para eterna vergüenza y confusión [148]. Lo mismo enseña el libro de la Sabiduría [149] y Ezequiel nos habla de la terrible condición de los muertos en pecado. El salmo16 dice que no abandonarás ni alma en el seol, ni permitirás que tu fiel vea la fosa [150], el salmo 49 insiste en lo mismo al igual que el salmo 73. ¿Podemos ignorar estas cosas?.

– Es cierto que la Escritura habla de estas realidades, pero siempre queda tiempo para arreglar las cosas.

-No os engañéis -diría Lazaro- el mismo Bautista lo anunció con claridad cuando decía: arrepentíos, porque ha llegado el reino de los cielos (…) haced frutos de penitencia(…) ya está aplicada el hacha a la raíz de los árboles: todo árbol que no de fruto va a ser cortado y arrojado al fuego[151]. Y ya visteis el caso que le hicieron los más importantes de los nuestros, siguieron con sus pecados y con su religiosidad hipócrita, que tan bien conocemos.

– ¿Y que ha dicho ese Jesús en quien tú crees y que te resucitó?

– Ha hablado mucho de misericordia y de perdón, ha dicho que él es el Mesías salvador, pero también ha dejado bien claro que los pecadores obstinados recibirán un castigo eterno, mientras que los justos recibirán la vida eterna. De hecho cuando habló del Juicio final dijo que los malos oirán la siguiente maldición de condenación: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles, mientras que los justos oirán: Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo[152]. Su reino no es un reino político, sino un reino de amor que libera de la esclavitud del pecado.

– Pero, no podemos actuar sólo por temor.

-Cierto, pero el temor es el inicio de la sabiduría y es poco inteligente no tener miedo al fuego eterno. De hecho, Jesús también nos ha hablado del fuego eterno y del gusano que no muere, no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed ante todo al que puede hacer perder el alma y el cuerpo en el infierno[153] . Y añadía: El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y apartarán de su Reino a todos los que causan escándalo y obran la maldad, y los arrojarán en el horno del fuego. Allí será el llanto y rechinar de dientes. entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre[154], y mostrando el ejemplo de la red barredera decía: así será el fin del mundo, saldrán los ángeles y separaran a los malos de entre los justos y los arrojarán al horno del fuego, allí será el llanto y el rechinar de dientes.

-Pero los fariseos enseñan que basta con el cumplimiento que ellos enseñan, no necesitamos nada más.

-¿Nada más? Ya recordáis como decía que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos[155]. Y a los fariseos le recriminó fuertemente cuando les dijo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerrais el Reino de los Cielos a los hombres! Porque ni vosotros entráis, ni dejais entrar a los que entrarían[156].

– Entonces.¿qué hemos de hacer?

– Convertíos a Jesús, creed en El, y estad vigilantes pues no sabéis ni el día ni la hora[157], si no os ocurrirá como al siervo inútil, arrojado a las tinieblas exteriores y el rechinar de dientes[158]. Sé que a muchos de vosotros os sucederá como al rico de la parábola y a sus hermanos, pero no dejaré de hablar, yo no tengo nada que perder y tengo la suficiente amistad con vosotros para hablaros con claridad.

– ¿Cual es esa parábola?

– Una en la que coloca a uno con mi nombre, os la cuento: Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino finísimo, y cada día celebraba espléndidos banquetes. Un pobre, en cambio, llamado Lázaro, yacía sentado a su puerta, cubierto de llagas, deseando saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros, acercandose le lamían sus llagas. sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; murió también el rico y fue sepultado. estando el el infierno, en medio de los tormentos, levantando sus ojos vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno; gritando, dijo: Padre Abrahán, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en estas llamas. contestó Abrahán: Hijo, acuérdate de que tú recibistes bienes durante la vida y Lázaro, en cambio, males; ahora, pues él es aquí consolado y tú atormentado. además de todo esto, entre nosotros y vosotros hay interpuesto un gran abismo, de modo que los que quieren atravesar de aquí a vosotros, no pueden; ni pueden pasar de ahí a nosotros. Y dijo: Te ruego entonces, padre, que le envíes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos para que les advierta y no vengan aquí también a este lugar de tormentos. Pero le replicó Abrahán: Tienen a Moisés y a los Profetas.¡Qué los oigan!. El les dijo: No, padre Abrahán; pero si alguno de entre los muertos va a ellos, se convertirán. Y le dijo: si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se convencerán aunque uno de los muertos resucite[159]. Como veis viene como anillo al dedo para lo que hablamos,y yo mismo soy uno que viene del otro mundo para recordaros lo que nos enseña la Escritura y os decidáis a creer.

Este pudo ser el apostolado de Lazaro. San Agustín escribía sobre esta parábola:en el pobre Lázaro se patentiza glorificada, no su pobreza, sino su humildad, y en el rico fue condenada, no su riqueza, sino su soberbia. Aprended a ser ricos y pobres, tanto los que tenéis algo en este mundo como los que no tenéis nada (…) Dios examina el interior, allí pesa, allí examina. Todo lo que tuvieres sin El te servirá de inmenso vacío [160].

Nosotros podemos reflexionar sobre el más allá para que no nos ocurra como los judíos, que se llenaron de odio contra Jesús y, después de la resurrección de Lazaro, le buscaban con ahínco para matarle. Tan fuerte es la verdad sobre el más allá que se debe tomar posición: o con Cristo o contra El. Mirando la parábola del rico epulón podemos ver lo siguiente: Después de la muerte no cabe conversión posible, ya se dieron todas las oportunidades en la vida temporal. Los condenados al igual que los demonios tienen fe, pero carecen de caridad y de esperanza sufriendo de una manera horrenda de tal manera que una consuelo tan mínimo como mojar un poco la lengua les parezca un gran alivio. Pero lo mas terrible es que el cielo y el infierno están separados por un abismo insondable, que no se puede atravesar en ninguna de las dos direcciones. La razón es que en el infierno no cabe amor de Dios. Por último es muy aplicable al caso que meditamos que no reaccionarán los hombres por cosas extraordinarias, como avisos de los muertos, si no están dispuestos a usar los medios ordinarios previstos por Dios: la ley de Dios y la Iglesia, diríamos los cristianos. Los que odiaron a Lázaro resucitado son una buena prueba de esta actitud tan obcecada.

La muerte segunda es peor que la muerte primera, pues es la condenación eterna, mucho peor que la muerte en esta tierra. San Agustín decía a este respecto:los que no pertenecen a esta Ciudad de Dios, tendrán por lote una miseria eterna, por otro nombre muerte segunda, porque ni el alma ni el cuerpo viven: el alma porque estará separada de su vida, que es Dios, y el cuerpo, porque no podrá terminar con la muerte. En la otra vida subsiste el dolor y no falta ni el uno ni la otra para que la pena dure siempre [161].

No sabemos si las explicaciones de Lázaro para que se convirtiesen algunos de los que le visitaban eran éstas, pero lo cierto es que la explicación del más allá es una parte importante de la predicación de Jesús y debe ser una parte importante del apostolado cristiano. Quizá el silencio que se observa en los últimos tiempos en cuestión tan fundamental sea una trampa diabólica, además de una cobardía de los que tenían que ser pastores vigilantes. Conviene que todos los cristianos digamos: Hay infierno.-Una afirmación que, para tí, tiene visos de perogrullada.-Te la voy a repetir: ¡hay infierno!. Hazme tú eco, oportunamente, al oído de aquel compañero… y de aquel otro [162].

Plantear la cuestión del más allá saca a la luz cuestiones esenciales: la inmortalidad del alma, la libertad, la justicia y la misericordia divina entre las más importantes.

La fe asegura sin fisuras ni dudas la inmortalidad del alma. El sentimiento de los sencillos también clama por la pervivencia de los muertos como muestran las religiones naturales en sus diversísimas formas. Los intelectuales pueden encontrar abundantes razonamientos para probar esta inmortalidad. Los materialistas que la niegan dejan cuestiones esenciales del ser humano sin explicación, y lo que explican lo hacen mal. Los hombres somos seres para la eternidad, caminamos en el tiempo hacia la plenitud, hacia la luz, hacia el amor pleno. Es muy fuerte la tendencia a vivir para siempre y felices que todo hombre tiene como para ignorarla. Mienten los hombres cuando dicen "para siempre" en cosas temporales. Sólo es con verdad, con una verdad total, el para siempre de la eternidad, -Y así has de vivir tú, con una fe que te haga sentir sabores de miel, dulzuras de cielo, al pensar en esa eternidad, ¡que sí es para siempre[163]. Los hombres aspiramos a una felicidad que no se puede satisfacer en la tierra, como gráficamente decía San Agustín: Nos hiciste, Señor, para tí, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en tí[164].

¿Y la libertad? El más allá también nos da luces para entenderla mejor. En los hombres la libertad es un riesgo, pues podemos usarla mal y pecar; esos pecados pueden conducir al infierno si son graves o al purgatorio si son leves. Pero existe el Cielo como premio conseguido por el buen uso de la libertad que responde de un modo positivo a la gracia de Dios. Si no hubiese Cielo o Infierno toda conducta sería equivalente. La libertad sería una libertad sin consecuencias. Hagas lo que hagas da igual porque el destino es el mismo, es igual amar que odiar, robar que trabajar, ser generoso o egoísta y eso no es lógico ni coherente. Dios toma en serio al hombre, y no quiere quitarle su libertad. Existe un riesgo, pero con hombres libres el universo es eternamente más hermoso, porque los hombres pueden amar libremente. No somos ni máquinas, ni animales, sino seres libres con todas las consecuencias que esto lleva consigo.

¿Y la justicia? Basta una mirada superficial al mundo para comprobar la multitud de injusticias que quedan impunes en esta tierra. Esto contrasta más aún con la vida dura de muchos inocentes o de los males que padecen algunos por culpa de otros. ¿Pensar que la suerte de todos serán igual después de esta vida es algo que irrita porque es injusto? Dios es el único Justo con plenitud, El juzgará a cada hombre con todos los agravantes y excusas posibles, aunque atempere su justicia con la misericordia, será verdadera justicia basada en la verdad plena. Si en esta vida la justicia es una aspiración siempre imposible de llenar, en la otra vida será plena y total. Es muy posible que muchas de las violencias de nuestros tiempos tengan un fundamento no pequeño en la pérdida del sentido de un Dios absolutamente justo que dará a cada uno según sus obras. Muchos se comportarían con menos violencia y desvergüenza si fuesen conscientes del castigo que corresponde a la injusticia y el escándalo. Otros muchos se alegrarán con el premio justo que Dios se reserva para los hombres de buena voluntad.Cuando se choca con la amarga injusticia de esta vida, ¡cómo se goza el alma recta, al pensar en la Justicia eterna de su Dios eterno! [165] .

¿Y la misericordia? No se opone a la justicia ya que ambas se basan en el Amor de Dios. La misericordia se manifiesta en la multitud de ayudas que el hombre recibe en esta vida. Basta mirar el Sacrificio de Cristo en la Cruz para comprobar hasta donde puede llegar la misericordia divina; si a ello sumamos las muchas gracias que todo hombre recibe y la gracia suficiente para salvarse, que es como una gracia especial para que nadie pueda decir que él no ha tenido las oportunidades suficientes para salvarse, nos encontramos con un derroche de misericordia que equilibra lo que exige la justicia. Incluso es posible pensar que el mismo infierno está atemperado por la misericordia divina dentro de su eterno sufrimiento, pues podía ser peor por la malicia que lleva consigo el pecado y la resistencia a la gracia redentora que Dios ofrece con amor liberal.

Es cosa buena acabar una meditación sobre el más allá con el recuerdo de María Santísima, para pedirle que nos haga alcanzar el Cielo y evitar el desamor del infierno, En cuerpo y alma ha subido a los Cielos nuestra Madre. Repítele que, como hijos, no queremos separarnos de Ella… ¡Te escuchará! [166].


[144] Jn 12,9-11

[145] D 1295. Dios da absolutamente a todos los hombres -incluso a los paganos y herejes- las gracias suficientes para salvarse. “En modo alguno han de faltar los dones de la gracia celeste a aquellos que con ánimo sincero quieran y pidan ser recreados por esta luz” (Pío IX, D 1648)

[146] Concilio de Trento n.804

[147] Is 66,24

[148] Dan 12,2

[149] cfr Sab 4,19

[150] Salmo 16,10

[151] Mc 3,1-12; Lc 3,1-18

[152] Mt 25,34-41

[153] Mt 10,28

[154] Mt 13,41-43

[155] Mt 5,20

[156] Mt 22,13

[157] Mt 5,20

[158] Mt 23,23

[159] Lc 16,19-31

[160] San Agustín. Enarraciones sobre los salmos. Ps 85,3

[161] San Agustín. La Ciudad de Dios XVII, L 19,c 28

[162] Camino n. 749

[163] Forja n. 999

[164] San Agustín. Confesiones, 1,1

[165] Surco n. 892

[166] Surco. n. 898

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Un comentario

  1. Làzaro, resucitado seguro comentaba y daba fe de un Cielo para los justos de lo que JESUS predicaba, por eso de CONVIERTANSE, que anunciaba San Juan Baustista.Si Làzaro vino del màs allà, de DIOS.

  2. Es asombrosa la resurreccion de Lazaro, situacion que daba ciertos celos, lo cual lamentablemente llevo a la muerte de lazaro, Dios sabe muy bien sus cosas,

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