Democracia: Entrevistas

Conversación con Thomas L. Pangle

Situación política actual.

Conversación con Thomas L. Pangle, catedrático de Filosofía Política en la Universidad de Toronto. Entre sus publicaciones más conocidas se encuentran Montesquieu Philosophy of Liberalism y The Spirit of Modern Republicanism: The Moral Vision of the American Founders and the Philosophy of Locke . Ha traducido al inglés varios diálogos platónicos como The Laws of Plato y The Roots of Political Philosophy: The Forgotten Socratic Dialogues.

Las preguntas pretenden dejar claro cuál es su diagnóstico de la situación política actual y qué soluciones propone.

¿Por qué piensa usted que el pensamiento político posmoderno no constituye una respuesta adecuada a la situación en la que se halla inmersa la sociedad actual?

Thomas L. Pangle: El pensamiento político posmoderno no es constructivo, sino destructivo y anárquico, por tanto no constituye una alternativa en una sociedad democrática. Aunque algunas de sus críticas son acertadas, no ofrece soluciones alternativas.

Habitualmente se afirma que el republicanismo y el liberalismo no son compatibles, pero usted presenta ambos como dos posturas armónicas que dieron origen a la creación de la nueva República de América. ¿Podría explicar este punto?

Thomas L. Pangle: El liberalismo pone el acento en el individuo y en sus derechos, pero no expresa o explica adecuadamente las virtudes cívicas, las obligaciones que tiene el individuo a la hora de construir una sociedad. El republicanismo proporciona una explicación de cómo se deben construir estas virtudes y además nos remite a las fuentes de autores que presentaron esta propuesta.

Se desprende de las opiniones expuestas en su última obra que usted ve con buenos ojos el hecho de que Europa y los europeos estén constituyéndose en una unidad no meramente económica, sino también política, cultural y moral. Después de la guerra fría, Europa podría recuperar —me serviré aquí de sus palabras— su original vigor espiritual. ¿En qué medida esta transformación, que usted prevé y desea, podría influir en la revitalización de la vida política y moral de los Estados Unidos?

Thomas L. Pangle: Los Estados Unidos siempre han encontrado sus fuentes de inspiración en Europa. Aunque en la actualidad nuestro vínculo sea más tenue, el comprobar que Europa está adquiriendo nuevo vigor puede servir para provocar una respuesta en los Estados Unidos que consista en recobrar de nuevo sus propias raíces, en parte también para evitar el eurocentrismo.

¿Qué valores considera usted como logros positivos en las democracias liberales de Occidente y especialmente en la democracia americana?

Thomas L. Pangle: La democracia liberal ha proporcionado una nueva dignidad y protección del individuo y de su libertad; una protección más igualitaria, en el sentido de que supera las diferencias étnicas. Por otra parte, también ha abierto nuevas oportunidades para la mujer y ha dignificado el trabajo y el papel de los trabajadores. Otro logro ha sido la libertad religiosa y la condena de la persecución originada en las diferencias de religión.

Usted ha diagnosticado un cierto derrumbamiento o declinar en la cultura americana. ¿Cuáles considera que son las causas, los síntomas, y el tratamiento?

Thomas L. Pangle: Es difícil analizar sus causas. Una importante es que han perdido de vista una correcta comprensión de su herencia, de sus lazos con el pasado. Al hacerse más frágiles los puntos de unión con Europa, se entiende menos cuáles fueron las fuentes que hicieron posible la creación de este país.

Otra causa radicaría en la creciente fragmentación de la sociedad americana: la separación entre individuos y grupos según su raza o etnia, que les impide ser conscientes de lo que tienen en común. A esto se añade que en la noción de libertad individual existe el peligro de caer en la atomización y en el egoísmo. América, como continente, se muestra muy propensa a exagerar la necesidad de libertad.

Una posible solución se centraría en recuperar la reflexión filosófica, religiosa e histórica de nuestras raíces.

Usted insiste en la necesidad de recuperar el valor real de los derechos humanos como inalienables, transhistóricos y transculturales. ¿Por qué afirma que el relativismo cultural e histórico no es abierto, ni tolerante, ni dialogable, ni desapasionado?

Thomas L. Pangle: El relativismo es intolerante y cerrado porque dogmáticamente rechaza cualquier punto de vista que no sea relativista. Así, tacha de absolutista a prácticamente todos los sistemas filosóficos, con la consecuente descalificación. El relativismo es absolutista porque está absolutamente seguro de que nada es válido. Como contraste, a lo largo de la historia, ningún sistema que se haya presentado como anti-relativista ha sido absolutista, porque creyendo en la verdad acepta que sólo conoce parte de ella y eso también le mueve a adoptar una actitud de relativa humildad.

Usted mantiene que la cultura occidental está basada en la universalidad de los derechos humanos, y en un monoteísmo universal. A su vez, afirma que la educación americana actual es un legado cultural de Occidente, especialmente de Europa. ¿No podría ser criticada esta actitud de vuelta a las raíces europeas de América como eurocentrismo, en un país como los Estados Unidos, en el que se da una mezcla de culturas africanas, asiáticas y latinoamericanas?

Thomas L. Pangle: El término eurocentrismo es una etiqueta basada en una confusión. ¿Por qué? Pues porque afirmar la existencia de valores universales y del monoteísmo no es una verdad que pertenezca en exclusiva a Europa, sino que es aplicable a todos los seres humanos. Las raíces de estos principios arrancan de la cultura judía y de Asia. Evidentemente no se trata de imponerlos, sino de ofrecerlos, como sucede, por ejemplo, con los derechos humanos.

El haber insistido en la necesidad de estos principios no hace a los europeos superiores, ni ellos afirman que lo sean.

En los Estados Unidos los argumentos más importantes para apoyar la libertad y la dignidad de los afro-americanos han sido tomados de la Biblia y de la Constitución. Martin Luther King fue un buen cristiano y un buen conocedor de la Constitución americana.

Con respecto a la cultura latinoamericana presente en los Estados Unidos, no cabe duda de que un elemento muy importante lo constituye su tradición católica, que afirma también la universalidad de los derechos humanos contra el colonialismo.

En definitiva, lo que quiero realzar es que los principios que forman parte del legado europeo son también parte de la cultura africana y la tinoamericana.

En cuanto a la cultura asiática, ciertamente ésta posee una rica tradición, muy diferente de la tradición bíblica. No obstante, esto no ha supuesto un obstáculo para el resurgir de un fenómeno del que somos en la actualidad testigos, como es el hecho de que las fuerzas más liberales han hecho suya la idea de derechos humanos, y la necesidad de una Constitución similar a las de Occidente.

En su opinión, ¿cuáles son las características del buen europeo?

Thomas L. Pangle: Un buen europeo es aquel que muestra un respeto real por los derechos humanos, al igual que por la diversidad de herencias culturales. Afirmar la universalidad no significa ni lleva consigo una falta de respeto por la diversidad cultural que hay en Europa y por un diálogo y competitividad leal entre las diferentes herencias.

¿Cuáles son los pilares en los que se apoya la tradición política americana?

Thomas L. Pangle: En primer lugar, la tradición liberal hunde sus raíces en la Ilustración, en la noción de ciudadanía y de las obligaciones del ciudadano. En segundo lugar, otro de sus puntos de arranque es, en último término, la tradición griega y socrática. El tercer pilar es el cristianismo, el protestantismo en un principio, extensible al catolicismo y judaísmo. La religión proporciona bases morales y familiares que permiten superar el egoísmo originado en una excesiva insistencia en los derechos humanos individuales.

¿Cómo puede armonizar el republicanismo americano la búsqueda del bien común con la protección de los derechos individuales?: Un republicanismo clásico basado en las teorías políticas de Platón y Aristóteles y en la práctica política de las ciudades del mundo grecorromano. Usted dice que el republicanismo moderno creado por los fundadores de América se basa no en el contrato social, sino en los derechos individuales. ¿No se da aquí cierta contradicción?

Thomas L. Pangle: Existe una tensión entre el punto de vista moral clásico de la participación en la vida política y el individualismo que insiste en los derechos. La armonía no es algo ya logrado o que surja fácilmente, sin embargo, esta tensión es una tensión saludable porque ambos elementos son importantes; el espíritu comunitario y la defensa o protección del ámbito privado. Aunque filosóficamente sea difícil justificarlo, en la práctica coexisten. Si bien es verdad que en algunos casos América no está consiguiendo hacerlos compatibles.

¿Qué virtudes cívicas son un legado del republicanismo clásico y en qué medida es posible proponer estas virtudes al ciudadano del siglo XX?

Thomas L. Pangle: La reverencia, el coraje, la moderación y autocontrol, la veracidad, especialmente la obediencia a la ley, la piedad, la generosidad, la ambición noble, la justicia en el sentido de una preocupación quasi-paternal por el bien común, la sagacidad, la prudencia, el juicio práctico, la sabiduría y la verdadera opinión, constituyen algunas de estas virtudes.

El ciudadano debe elegir gobernantes con aristocracia natural, basada en los méritos morales y en su sabiduría práctica, una aristocracia de las virtudes. Así se daría un gobierno mixto que conjuga el principio del consentimiento popular y el principio de la regla de la mayoría para poner la ley en manos de personas virtuosas y prudentes. La soberanía popular ejerce una contribución esencial en la selección de los más capacitados para gobernar. La mejor república democrática era, en opinión de Aristóteles y Platón, una aristocracia estricta o no hereditaria, y no la falsa o convencional aristocracia, fundamentada en riqueza, nombre, prestigio, buena presencia o en la suerte.

¿Cuál es el papel que desempeña la educación en el modelado de los hábitos cívicos? ¿Por qué asigna una importancia crucial al arte de la retórica a una educación basada en las obras de los clásicos?

Thomas L. Pangle: Se precisa proponer héroes, modelos que se pueden admirar, al modo como los presentaban los clásicos. A través de la poesía, música, teatro, historia; imágenes de vidas humanas que proporcionen a su inteligencia y a su imaginación modelos de lo que es un buen ciudadano, un buen padre o un buen político. Para los filósofos clásicos, el conocimiento de la moral y de las virtudes cívicas deriva fundamentalmente, no de la ciencia o de la filosofía, sino de las opiniones del sentido común de los hombres prácticos experimentados y respetables. Se trata de influir en la imaginación de la gente joven, no diciéndoles sin más debes hacer esto y lo de más allá, sino presentándoles modelos, personas reales. Por eso la historia es extraordinariamente importante. Llama directamente a la imaginación, presentando personas admirables y no sólo datos y fechas.

También son muy valiosos los de bates orales o escritos sobre temas políticos, del pasado o del presente; que los jóvenes se vean tomando ellos mismos parte activa en temas decisivos. Esto es posible también cuando se enseñan materias como lengua, literatura e incluso en ciencias. Conducir a los alumnos hacia discusiones de cuestiones políticas importantes. Haciendo que parte de la materia sean temas políticos en los que tengan que tomar postura y decisiones, llevándoles al drama que constituye tener que resolver problemas políticos y morales relevantes o cruciales. Un segundo ámbito en el que este tipo de educación es posible es el ámbito familiar. Uno de los grandes problemas con el que América se está enfrentando es la disolución de la familia, debido al gran número de divorcios.

¿Cuáles son los remedios para el individualismo y aislamiento que Tocqueville previó como posibles peligros en la democracia americana?

Thomas L. Pangle: Se tendría que inculcar un mayor espíritu del republicanismo clásico a través de la educación. Cuanto más se estudien los autores clásicos, mejor, porque lo que más falta ahora mismo son virtudes cívicas que estos autores presentan en sus obras. Gente real que en el pasado practicaron virtudes cívicas y se sacrificaron por sus hijos.

Proponiendo cambios en los libros y métodos que utilizamos e introduciendo más el pensamiento de los clásicos. En la actualidad, la sociedad americana pasa por un momento crítico, causado por el individualismo, fragmentarismo y consecuentemente aislamiento. Es tas características, cada vez más, van formando parte de la cultura americana. La solución radica en una mayor educación de los jóvenes a través de los centros educativos y de la familia. A otro nivel son necesarios también participar activamente en la democracia a través de los me dios de comunicación, o de instancias locales, o en las decisiones que se toman en nuestro ámbito de trabajo, reforzar los vínculos y responsabilidad familiares: una mayor atención a los hijos, apoyos estatales a las madres que deciden quedarse en casa, guardar las tradiciones y la moderación económica.

Hace un año, a raíz de la guerra del Golfo, los americanos se sentían patriotas y solidarios, muy seguros de sí mismos. Sólo un año más tarde han olvidado todo esto y, con la recesión, su única preocupación es la falta de trabajo y de recursos económicos. Pero incluso cuando no falta dinero, se crea una inquietud generalizada por el miedo a perderlo. La única seguridad está centrada en la posesión de bienes económicos. Valores como la amistad o la solidaridad escasean. Sin embargo, aunque nunca los hayan experimentado, el americano tiene un vago sentimiento de que le falta algo.

¿Por qué piensa que el estudio de las obras políticas de los clásicos como Sócrates, Platón, Aristóteles, Homero o Tocqueville con una metodología socrática va a contribuir a resolver problemas políticos contemporáneos?

Thomas L. Pangle: Porque esas obras plantean problemas que deben estar presentes en una educación liberal, tales como: ¿cuáles son los fines de una sociedad sana y decente?; ¿qué es libertad?; ¿cuál es la excelencia de la virtud?; ¿qué constituye la dignidad humana?; ¿la libertad, la virtud o la capacidad de querer?; ¿qué es el amor?; ¿a quién y qué merece la pena amar?; ¿qué es la amistad y qué es un buen amigo?; ¿existe Dios y la ley divina?; ¿cuál es la relación entre las obligaciones, las virtudes y el deber del ciudadano o de un hombre de Estado o del ser humano en general?

La política es una noble actividad y además no es algo que compete en exclusiva a los políticos. El hecho de ejercer la ciudadanía no tiene como única finalidad la protección de los derechos, sino que es un ejercicio que completa el desarrollo de la naturaleza humana.

La religión es un importante fundamento de la sociedad y es algo hacia lo que la democracia no debe ser hostil, sino que, al contrario, debe promover y alentar.

Un respeto verdadero por la naturaleza es de hecho una idea que está también presente en el legado de los clásicos. En la tradición clásica no existe la idea de conquista de la naturaleza, que es más bien una idea que nace en la modernidad. En realidad, los movimientos ecologistas están abogando por una vuelta a las ideas clásicas.

La idea de una educación para los asuntos públicos, una educación para la ciudadanía, tendría que ser par te de lo que queremos para nuestros hijos, no que sean meros y duros trabajadores, sino que participen en el autogobierno. La tradición clásica no es tan utilitarista como la nuestra, la finalidad de la educación no es ganar dinero.

Revista Atlántida.

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